Capítulo 4: Tormento

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Sus manos se juntaban mientras sostenía el rosario entre las manos, había terminado de pedir perdón por sus pecados, no quería que su alma se consumiera en el odio, quería amar limpiamente y sentirse de la misma forma.

Suspiro pesadamente, se levantó del podio, se fue guardando de nueva cuenta su apariencia.

Se fue directo a su casa, era el gran momento de hablar con sus padres, sobre su matrimonio con Izuku, tenía más que claro que no sería nada fácil, ellos estaban enterados del compromiso anterior de su amado.

Era más que obvio que harían preguntas y algunas de ellas no serían contestadas. Entró a su casa y su semblante era diferente. Su madre lo vio primero.

— Katsuki, hijo, ¿qué es lo que te pasa? Ayer estabas tan nervioso que no probaste ni la comida, las últimas semanas fue lo mismo, me preocupas. — Su madre se secó las manos con su delantal, se acercó a su hijo y tomó su mano.

Estaba fría. — Me voy a casar, madre. — Mitsuki afianzó más el agarre, ella tenía más que claro que solo con una persona quería hacer eso y ese alguien estaba comprometido.

— Pero...

— Es con Izuku madre, por fin será mío. — Sus lágrimas rodaban, realmente era feliz, pero también sus demonios se apoderaban de su cuerpo. —Lo amo tanto...

— ¿Cómo? — No podía, ni su cerebro la ayudaba a producir una frase, aunque quería decir tanto.

— Sus padres rompieron el compromiso que tenía con Shoto, así que para que no pasara como si fuera una deshonra, yo acepté gustoso mantener los preparativos como si no hubiera pasado nada.

Como toda madre sentía en su corazón que no estaba bien, en la frialdad de sus palabras y de su cuerpo, el cómo temblaba como si tuviera miedo. —Hijo... Yo no sé si es.

Katsuki le arrebató la mano, su mirada cambió, se secó las lágrimas y cuando la vio directamente a los ojos, ahora ella temblaba de miedo. — Esto es lo que más deseo y ustedes no me lo van a impedir, solo venía a decirles. 

— Sin la aprobación de tu padre no lo podrás hacer. Y yo siento que no es correcto. —Ella cruzó la línea que siempre había puesto Katsuki. 

Su padre iba entrando en su hogar y solo escuchó lo último que dijo su esposa. — ¿Qué es lo que pasa?

— Tu hijo está hablando de locuras, dice que se va a casar con Izuku, que rompió su compromiso con los Todoroki y por no causar deshonra en él seguirán en las formalidades del matrimonio... — Mitsuki se acercó a su esposo y cuando pasó cerca de Katsuki sintió como su cuerpo se erizaba por el miedo.

—¿Eso es cierto? — Katsuki suspiro.

— Como se lo dije a tu esposa que no tiene voz, solo les vine a decir lo que haré. Si tú quieres que tu único hijo siga con tu patético legado en el negocio familiar, es mejor que respetes mis decisiones...

Mitsuki se aferró al brazo de su esposo... Ellas en ese entonces no tenían ni voz ni voto. Lo que decía el varón era la única opinión que importaba.

—No le hables de ese modo a tu madre y a mí no me estés amenazando, tú harás lo que yo diga... — Masaru encaró a su propio hijo.

— Si tanto querías un heredero tan perfecto, hubieras vendido tu alma al diablo para que mi hermano no muriera a manos de tu esposa. — El menor de los Bakugo estaba tocando una fibra muy sensible para ellos. — O quizás si la vendiste para traer a este demonio que tienes como segundo hijo.

Katsuki subió a su habitación, dejando a su padre con las palabras en la boca y a su madre en un mar de lágrimas.

Ellos antes de Katsuki tuvieron a su primogénito, era un ser lleno de luz, con su cabello más rubio que el de Mitsuki, su rostro era más parecido a Masaru y su personalidad era tan tranquila, tan amorosa.

Pero ella era demasiado despreocupada y le gustaba salir por las tardes con sus amigas, dejando al pequeño dormido y solo en la casa. Una cruel tarde de agosto ella salía como de costumbre, pero esta vez dejó algo que su hijo no podía agarrar al alcance de sus manos.

Un encendedor de cigarros de su madre y él, al despertar, lo vio en la mesita. Tenía unas lindas piedras que brillaban y le gustaban. Él era muy inteligente a su corta edad de tan solo tres años, podía replicar algo con tan solo mirarlo, así que lo encendió.

Por curiosidad, puso su pequeño dedo cerca de la llama; eso le dolió demasiado, dejando caer el encendedor en el sillón. La tela se prendió de inmediato. El niño se asustó y corrió para tratar de subir a su cuarto, aunque le costaba subir aún los peldaños.

Como pudo subió, pero las llamas no pararon, habían consumido el sillón rápido y se extendió por toda la planta baja, todo el humo subió sin freno, por las ranuras de su cuarto se infiltró.

Pronto sus pulmones estaban llenos de humo y murió asfixiado, una muerte tan lenta, los vecinos que intentaron parar el incendio pudieron escuchar el llanto del menor llamando a su madre y ella divirtiéndose con sus amigas.

Un cruel descuido provocó la muerte de su hijo, Masaru destrozado por lo sucedido, quería el divorcio, no quería ni siquiera verla, por un largo año se dejó consumir por el alcohol hasta que su mismo padre lo hizo entrar en razón y regresar con la mujer que le causó tanto dolor.

Ese día, cuando Masaru cruzó las puertas de aquella casa, solo le dijo a su aún mujer que empacara todas sus cosas y que se irían de ese lugar a comenzar de nuevo su matrimonio.

Así fue que llegaron a donde viven ahora, no eran conocidos hasta que los negocios de los Bakugo entraron a la región y con ello su apellido era respetado.

Tardaron 7 años en concebir a Katsuki, ellos se hablan cansados de pedirle a Dios que los perdonara para que dejaran tener a un hijo, uno que cuidarían con su misma vida. Masaru se metió en algunas cosas turbias y entre más estaba en ello.

Fue que tuvieron la bendición de su segundo hijo y a él lo mimaron tanto, todo lo que quería se le daba en sus pequeñas manos, la más ridícula petición.

Y cuando conoció a Izuku en la escuela, el que su madre se ganará, la amistad de la madre del peli verde era esencial para tener el permiso de que ambos niños pudieran pasar juntos la mayoría de las tardes.

La obsesión de Katsuki por Izuku la sabían sus padres, pero para ellos era mejor permanecer callados y dejar a su hijo. Tarde o temprano se daría cuenta de que ese chico no era para él.

Y te preguntarás: ¿Cómo supo Katsuki de su pequeño hermano? Pues su madre tenía muy marcado algo como una obsesión de ella, ver aquellos videos que tenían del pequeño y llorar descontroladamente.

Cuando era un adulto, tuvo acceso a los documentos de los Bakugo y el nombre de Gogo salió y el acta de nacimiento con el lugar donde fue registrado. 

Con dinero, la gente de ese pueblo habló muy rápido, supo lo que su madre le hizo a su familia y ahora entendía perfectamente el comportamiento de sus padres hacia él.

Una historia dura y tormentosa que usaría sin duda a su favor y ellos solo tenían que hacer lo que su hijo les decía.

Continuará....

letras de mi adolorido corazónWhere stories live. Discover now