90 Millas

Capítulo 16: La señora Ramírez

A pesar de que deseaba a Eileen más que a ninguna otra mujer en el planeta Tierra se contuvo y evitó dejarse arrastrar por la pasión. Había aceptado la fascinación de su actual esposa con su hermano, resignándose a jugar su papel en aquel peligroso negocio. Sin embargo, una cosa era ser deseado como Ian Ramírez y otra alimentar el ego del propio Alan siendo utilizado para satisfacer los deseos carnales de semejante mujer.

-No...-Murmuró Alan, apartando sus manos del cuerpo de su esposa. Eileen se había casado con Ian, un personaje ficticio que su gemelo interpretaba a la fuerza-. Estoy siendo obligado a interpretar el papel de La Araña por la seguridad de mi hermano. Quiero que tenga una nueva oportunidad para enmendar sus errores.

-No conoces a Ian en lo absoluto...-Se jactó Eileen, sujetando la camisa del chico con los puños cerrados. Entre ellos, existía un extraño vínculo. Uno indestructible-. No sabes el dolor que lo atormenta. Pero, cuando conoció a Katherine se mostró como un hombre diferente. Iba a dejarlo todo por la mujerzuela. Sentí celos por ella, por lo que ambos compartían. Aún así, Ian es un asesino... Y no hay peor crimen que matar a otro ser humano.

-Puede que mi hermano y yo seamos dos completos desconocidos, pero tenemos la misma sangre...-Susurró Alan, reconociendo la trascendencia de los crímenes de su gemelo. Si el amor pudo doblegarlo, entonces tenía aún una oportunidad de intentar cambiar su vida. Elegir el camino del bien y dejar ese mundo criminal de una vez por todas. La cárcel era mejor que ese oscuro destino-. Ian está en coma. Los médicos no saben cuando despierte.

-¿Todavía no te das cuenta?-Lo presionó la colombiana, rebuscando en su escote hasta encontrar un pequeño paquete de píldoras-. Una vez en este negocio... Ya no puedes escapar. De este oscuro mundo solo se sale muerto. Los rusos no son los únicos enemigos de Ian, tiene dentro de su negocio a verdaderas víboras.

-¿Tú eres una de esas víboras?-Se atrevió a contradecirla Alan, ofendiéndola como de costumbre con sus crueles palabras. La sonrisa de Eileen lejos de ser burlona, se mostró por primera vez condescendiente.

-Sí quisiera matarte o peor, traicionarte... Ya lo hubiera hecho. Lo único que quiero de ti es protección. Necesito independizarme de mi padre-Le reiteró la joven, sacando del pequeño estuche una píldora la cual desapareció en su boca. La colombiana continuaba consumiendo drogas, llevando su cuerpo al límite-. Todavía no sé, si realmente quieres ayudar a tu hermano. No se me olvida, quien eres a pesar de que a ti te queda mejor el papel de La Araña.

-Estoy saldando una deuda...-Manifestó Alan, apartando a su mujer de su regazo. Le dolía no poder tocarla y adorarla como una diosa esa noche. Hacerla suya, de todas las maneras posibles-. Se lo debo a Ian, eso es todo. He dejado mi carrera atrás y todos mis sueños. Voy a protegerlo, ese es mi trabajo como hermano mayor.

-A mí también me hubiese gustado haber asesinado a mi padre, cuando tuve la oportunidad...-Le confesó la colombiana, comenzando a desabrochar los botones de su vestido de novia. Alan se quedó inmóvil frente a ella incapaz de dejar la habitación después de escuchar esas palabras de su boca-. Eso es lo que más me gusta de tu hermano... No le teme a nada. Ni siquiera a la muerte. No sabes, el sacrificio que hizo por ti y todo lo que le atormenta.

-No te corresponde a ti hablar de un asunto familiar...-La atacó el oficial, con la voz temblorosa debido a la culpa. Únicamente ellos dos sabían lo que había pasado esa terrible noche. Ian había empujado a su alcoholizado padre por las escaleras, antes de que éste llegara a la cocina y tomara un cuchillo para asesinar a Alan. Después del crimen, que lograron encubrir ante las autoridades, nunca más hablaron del tema. Su hermano se apartó cada vez más de él hasta abandonar los estudios y marcharse de casa-. No vuelvas a hablar tan deliberadamente de ese asunto. ¡Te lo prohíbo!