El sol de Puerto Rico brillaba con fuerza mientras el viento suave acariciaba las palmeras. En la terraza de nuestra casa, la decoración era un espectáculo de colores pastel: globos, guirnaldas y un gran letrero que decía "¡Feliz cumpleaños, Amara!" Todo estaba listo para celebrar el primer año de nuestra pequeña, el corazón de nuestra vida.
La fiesta estaba en pleno apogeo. Amara, con su vestidito blanco y un lazo rosado en su cabecita, balbuceaba feliz en su silla alta mientras los invitados llegaban y se acomodaban. Rivers y Ari ayudaban en la cocina, coordinando los últimos detalles de la comida junto a Ama y Filis. No paraban de reír mientras discutían sobre qué postres servir primero.
En la sala, Juan y Mauro debatían cuál canción debía abrir el baile. Mariana, siempre tan organizada, se aseguraba de que todo en la terraza estuviera perfecto, desde los adornos hasta la ubicación de la mesa de regalos. Los padres de Vicky y sus dos hermanos estaban cerca de Amara, adorándola con cada movimiento que hacía.
Por mi parte, intentaba absorber cada detalle del día. Me recargué en el marco de la puerta, observando a nuestra hija rodeada de amor y a Victoria hablando con Mauro, gesticulando con entusiasmo. La paz de ese momento me llenó el corazón, pero no dejaba de notar que Vicky estaba actuando un poco extraña, más nerviosa de lo habitual.
Pasó la tarde entre risas y anécdotas. Rivers, con su personalidad siempre vivaz, no paraba de recordar momentos vergonzosos de nuestra infancia, mientras Ari complementaba con historias de nuestras travesuras como Chancludas, Ama, tan tierna como siempre, se encargaba de hacer reír a todos con sus ocurrencias, mientras Filis la miraba como si no existiera nada más en el mundo.
En un momento, mientras sostenía a Amara, mi novia se acercó con una copa de jugo en la mano.
—¿Todo bien, mami? —preguntó, dándome un beso en la frente.
—Más que bien —respondí, sonriendo—. Todo esto es perfecto.
—No sabes cuánto me alegra oír eso —dijo, y vi un destello de algo en sus ojos, como si estuviera conteniendo una emoción más grande de lo que podía manejar. Antes de que pudiera preguntar, Samy apareció de nuevo, esta vez agarrándome de la mano.
—Ven, necesitas ver algo.
Me llevó hacia la mesa principal, donde un pastel enorme con forma de unicornio estaba listo para ser partido. Sin embargo, apenas tuve tiempo de admirarlo antes de que notara que todos los demás se estaban moviendo hacia la terraza.
—¿Qué está pasando?
—Solo espera —dijo Rivers con una sonrisa enigmática.
Cuando salí a la terraza, el aire cambió. Todos formaban un semicírculo, dejando un espacio en el centro donde mi novia estaba de pie, sosteniendo a Amara. Mi corazón empezó a latir más rápido al ver la seriedad en su rostro.
—¿Qué haces, Maria Victoria? —pregunté, mi voz temblando ligeramente.
Esta me miró con una sonrisa cálida y segura, esa que siempre tenía cuando sabía que estaba a punto de hacer algo importante.
—Hoy celebramos algo increíble: el primer año de nuestra hija. Pero también quiero aprovechar este momento para celebrar algo más.
Sus palabras hicieron que todo mi cuerpo se estremeciera.
—Desde que te conocí, supe que había encontrado a alguien único. ¿Recuerdas cómo comenzó todo? Eras esa chica que me hacía reír en Twitch, esa que parecía tener el poder de iluminar hasta mis días más oscuros.
La multitud rió suavemente, pero mis ojos ya estaban llenos de lágrimas.
—Te vi brillar cuando estabas en lo más alto, maquillándome para mis videos o ayudándome en conciertos, y también te vi en tus momentos más vulnerables. Cuando pasaste por el dolor de la filtración, pensé que mi única misión era levantarte, porque nunca dejaría que te derrumbaras sola.
Sentí que el aire me faltaba al escuchar sus palabras, cada una cargada de verdad y amor.
—Luego llegó Amara, nuestra mayor bendición. Y con ella, llegó la certeza de que tú eres, y siempre serás, mi hogar.
Con delicadeza, le pasó a Amara a su madre, quien sonreía emocionada, y luego se arrodilló frente a mí.
—Hoy quiero hacerte una pregunta.
De su bolsillo sacó una pequeña caja negra. Mis manos volaron a mi boca mientras las lágrimas corrían sin control.
—No te pases, Maria Victoria...
—¿Te casarías conmigo? —preguntó, su voz firme pero cargada de emoción.
La terraza estalló en murmullos y suspiros, pero para mí, todo desapareció excepto ella.
—Sí. A huevo que sí. Ya te habías tardado.
La multitud aplaudió, gritaron y vitorearon mientras Vicky se ponía de pie, deslizándome el anillo en el dedo. Me abrazó con fuerza, como si nunca quisiera soltarme, y cuando nuestros labios se encontraron, todo lo demás dejó de importar.
La fiesta continuó, pero ahora con una energía renovada. Todo el mundo felicitaba a Miko y a mí, mientras Rivers bromeaba sobre cómo ella siempre supo que esto pasaría. Mariana y Mauro se encargaron de organizar un brindis improvisado, y los padres de mi novia me dieron un abrazo cálido, dándome la bienvenida formal a su familia.
Amara, ajena a todo, disfrutaba de la atención, balbuceando y riéndose en los brazos de quien fuera que la sostuviera.
—Creo que hoy es el día más feliz de mi vida —le dije a Vicky mientras la miraba jugar con nuestra hija.
—El mio igual, mami. El mio igual...
Esa noche, después de que la fiesta terminó y todos se despidieron, estábamos en la sala, mirando a Amara dormir en su cuna a través de su monitor.
—¿Sabes algo? —dije, apoyándome en el hombro de mi ahora futura esposa—. Nunca imaginé que mi vida sería así, pero no lo cambiaría por nada.
—Yo tampoco —respondió, acariciando mi cabello—. Esto es todo lo que siempre quise.
La miré, con el anillo en mi dedo brillando bajo la luz tenue de la lámpara.
—Te amo, Maria Victoria.
—Y yo a ti, _________. Siempre.
Nos quedamos en silencio, disfrutando de la tranquilidad, sabiendo que habíamos llegado al lugar al que siempre habíamos pertenecido: juntas, siendo un equipo, y listas para todo lo que viniera.
ESTÁS LEYENDO
Here || Young Miko
Fanfiction-Dime... ¿Eres feliz? -Aquí es mi hogar, mi vida, mi todo. Simplemente aquí soy feliz