• XV ~ El Barrio Gris •

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"Pensaba que el Barrio Gris sería un lugar seguro para los míos. Me equivoqué."

Malthyr Elenil

Mert Al-Hassan
Carrera Blanca - Ayuno de Rannevig

El despunte del alba se evidencia en el manto cada vez más claro del cielo del otro lado del enjaretado que conforman los arcos de piedra de las ruinas que se encumbran sobre el lugar en el que acampamos la noche anterior.

Me ha tocado la última guardia y Alvus duerme plácidamente después de haber acabado la suya, aún cuando insistí en tomarla en compensación por mi descuido. En cuanto a Evanna, duerme enrollada en su saco de piel; el mismo en el que casi la decapitan la noche anterior, como si no hubiera pasado nada...

A veces me sorprende lo dura de nervios que puede llegar a ser la chiquilla cuando tantas otras cosas la escandalizan con tanta facilidad...

El cadáver del draugr ha pasado la noche con nosotros; Alvus insistió en que era mejor no moverlo, por si volvía a levantarse, pero ya no hay razón para que continúe entre los vivos, de manera que me agacho junto al cuerpo y lo levanto para echármelo al hombro. Pesa bastante, y la rigidez de sus músculos me dificulta moverlo, pero al menos toda la carne putrefacta ya está seca y no está infesta de bicharracos ni exuda fluidos inoportunos.

Por el camino me agacho y recojo una tea encendida de la fogata para alumbrarme.

El trayecto de regreso hacia el área donde se encuentran los sepulcros se me hace más corto que la primera ida y venida, quizá porque no me distraigo en el recorrido y porque ya conozco el camino. No tardo mucho en oír una serie de pasos ligeros a mis espaldas, y Evanna se une a mí justo a la altura de la cima de las escaleras.

—¿Te he despertado? Y yo que creía que era sigiloso.

—No he dormido bien en toda la noche con esa... «cosa» al lado.

—Qué manera tan tosca de referirte a una persona recién fenecida.

—Mert, eso lleva siglos muerto... Que se levante es otra cosa —difiere ella.

Me río al captar un segundo sentido a la frase que ella claramente no ha tenido en cuenta, cuidando el volumen de mi voz. No quiero despertar al muchacho Batallador y tener que aguantarlo más horas al día de lo estrictamente necesario. Me sorprende que Evanna continúe caminando conmigo aún cuando reanudo la marcha con un destino evidente.

—¿A dónde vas? —pregunta.

—A devolver a mi amigo a su sepulcro. Y a cerrar los otros. No queremos que otro viajero desprevenido acabe ensartado como una salchicha, como casi le ocurrió a cierta embajadora.

Evanna me quita entonces la tea encendida de la mano y en lugar de ello invoca un orbe de luz que flota frente a nosotros para alumbrarnos el lugar.

—No me llames así... —pide—. Ya no soy nada de eso.

—Podrás no ser una embajadora Thalmor, pero te sigue quedando bien el título. Llévalo con orgullo. —Ella se avergüenza y menea la cabeza—. ¿Y para qué me sigues? Hay más de estas cosas allí abajo. No son una visión muy agradable.

—Sospecho que veremos cosas mucho peores en este viaje. Mejor curarme de espanto ahora.

Me encojo de hombros, aún con el draugr a cuestas y descendemos juntos las escaleras, precedidos por la esfera de luz blanquecina conjurada por la maga, que flota entre nosotros con un travieso vaivén.

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⏰ Last updated: Sep 05 ⏰

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