SIETE AÑOS DESPUÉS
El sol apenas asomaba en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos cálidos. En la villa de la familia Carvajal Valdes , en Italia, el corazón del hogar no estaba dentro de la casa, sino en el jardín y en el huerto que la familia habían creado con dedicación. Era un espacio vivo, lleno de flores, árboles frutales y hierbas aromáticas, un reflejo del amor que habían sembrado y cultivado con los años.
Valentina se levantó temprano esa mañana, con una idea fija en mente: sorprender a Juliana con un desayuno especial. Sabía que su esposa había estado trabajando arduamente en el diseño del nuevo parque en Siena y la entrega del premio que tendría en unos días en Roma por ser la mejor arquitecta paisajista actualmente, quería regalarle un momento de descanso.Sin embargo, para llevar a cabo su plan, necesitaba la ayuda de Eva, su pequeña hija y cómplice de apenas cinco añitos , quien era su adoracion junto a la morena que dormía plácida mente en la cama.
Caminó descalza por la casa, disfrutando del frío del suelo de piedra bajo sus pies, hasta llegar al jardín.
—Eva, cariño, ¿dónde estás? —llamó, mientras se adentraba entre las flores.
No tardó mucho en escuchar la risa cristalina de su hija, seguida de un ladrido grave y conocido. Sirius, el viejo perro de la familia, nunca dejaba sola a Eva. Valentina sonrió y siguió el sonido hasta encontrar a la niña, escondida detrás de un limonero en flor.
—¡Te encontré! —exclamó Valentina, extendiendo los brazos.
Eva salió corriendo hacia ella, riendo a carcajadas, seguida de cerca por Sirius, que se sacudía un poco el polvo del suelo.
—¡Mamá! Estábamos buscando mariquitas. Sirius las mira, pero no las quiere perseguir.
Valentina se agachó para acariciar la cabeza de Sirius antes de abrazar a Eva.
—Bueno, campeona de las mariquitas, necesito tu ayuda. Vamos a hacerle un desayuno sorpresa a mamá. ¿Te unes al plan?
Los ojos de Eva brillaron con emoción.
—¡Sí! ¿Podemos usar las naranjas? A mamá le encanta el jugo que haces con ellas.
Valentina asintió, guiándola hacia las hileras de naranjos. Mientras recogían las frutas y algunas hierbas frescas del huerto, Eva no dejaba de hablar sobre las aventuras que tenía con Sirius, desde perseguir conejos hasta esconderse entre los girasoles. Valentina, aunque escuchaba con atención, no podía evitar sentirse agradecida por esos momentos tan simples pero tan significativos.
Con las manos llenas de naranjas, albahaca y romero, regresaron a la cocina. Eva insistió en batir los huevos para el omelette mientras Valentina preparaba café y tostadas con aguacate. Sirius, fiel a su papel de guardián, se tumbó cerca, vigilandolas a las dos.
—¿Crees que a mamá le guste? —preguntó Eva mientras decoraba el plato con rodajas de naranja.
—Le encantará, porque lo hicimos juntas —respondió Valentina, colocando el desayuno en una bandeja.
Caminaron juntas hacia la habitación, tratando de no hacer ruido. Cuando entraron, Juliana todavía dormía, con su cabello desordenado y una expresión tranquila que hacía sonreír a Valentina.
—¡Sorpresa! —gritó Eva, subiendo a la cama y dándole un beso en la mejilla a Juliana.
Juliana abrió los ojos lentamente, sonriendo al ver a las dos personas que más amaba en el mundo.
—¿Qué es todo esto? —preguntó con voz ronca por el sueño.
—Es nuestro regalo para ti, mamá. Porque eres la mejor arquitecta paisajista del mundo ,la madre mas amorosa y la más bella del mundo-dijo Eva, abrazándola con fuerza.

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AMOR EN EL AIRE (Adaptación Juliantina)
FanfictionTras perder a sus padres cuando era muy joven, Juliana consiguió seguir adelante en sus estudios gracias a las becas. Al finalizar sus estudios , planeaba viajar al extranjero para completar su formación en la universidad, pero la aparición en su vi...