The Hobbit (Nuestra Historia) [2da Parte]

Capitulo 4 La noche de estrellas

El crepúsculo vespertino, había llegado a la Tierra Media todo se encontraba en oscuridad, las flores se habían escondido al igual que el sol, viéndose en el cielo la luna brillante sobre la montaña, Fili se encontraba junto con su hermano en una habitación lo suficientemente espaciosa para ellos, como la noche había llegado debían descansar para comenzar con sus nuevas actividades para reconstruir Erebor, todos se encontraban alegres por el regreso de ambos, en especial de Dömin, porque ella traía la alegría a Erebor, su belleza traía paz a todos, en ese momento Kili se encontraba listo para dormir, amontonando unas sabanas, al lado de su hermano

-Tienes suerte-dijo Kili acomodando unas mantas para descansar en ellas con una sonrisa
-¿Suerte de que?-dijo Fili curioso
-De tener a Dömin-dijo Kili con una sonrisa mirándolo
-¿Y la elfa?-dijo Fili preocupado
-Escapo-dijo con una mueca-era imposible, todo era un sueño...-dijo Kili con tristeza en sus ojos
-Hasta que despertaste-dijo Fili mirando a su hermano, quien asentía con la cabeza-ya encontraras a alguien-adijo Fili orgulloso, con una sonrisa hacia su hermano
-¿Cuando le dirás a Dömin de tus cicatrices?-dijo Kili mirándolo
-Ya lo sabe-dijo Fili mirando sus manos y luego a él
-¿Las ha visto?-dijo Kili mirándolo de reojo
-No aun-dijo Fili-¿crees que se asustara?-dijo mirándolo seriamente
-No lo se, tu la conoces mas que yo-dijo Kili colocando sus manos en la cabeza, apoyándolas en la pequeña almohada que tenía, cerrando sus ojos
-Descansa Kili- dijo con una sonrisa, haciendo lo mismo que Kili, solamente sin cerrar sus ojos

Fili, se quedo despierto esperando el momento perfecto para buscar a Dömin, en su habitación, deseaba mostrarle algo especial que tenía para ella, pero debía de ocuparse que nadie estuviera despierto o cerca de allí para espiarlos, cuando la noche había comenzado a mostrarse pura, fría y oscura tal como era, decidió que era el momento perfecto en el que debía ir a buscar a su amada, miro por un tiempo a Kili, esperando que estuviera profundamente dormido al igual que los demás, salió rápidamente de la habitación si hacer el mínimo ruido, observó cada entrada y pasadizo, garantizando que nadie estuviera rondando por allí, una vez frente a la habitación, que en estos momentos poseía un estilo de sabana  impidiéndole ver su interior, entro mirando cada sector de ese cuarto, recordando los momentos pasados con Dömin, ella se encontraba dormida, su espalda se encontraba hacia un costado, y sus extremidades dobladas hacia su pecho, se podía ver la paz que existía en ella, a pesar de las cargas que la tenían atada, Fili se colocó detrás de ella, teniendo su espalda en su pecho, la rodeo con uno de sus brazos, atrayéndola hacia él, con suavidad deposito unos besos en su hombro, y acercándose a su oído comenzó a susurrar su nombre

-¿Fili?-dijo Dömin despertando de un sueño agotador
-Si, soy yo-dijo Fili con una sonrisa, mientras Dömin se daba la vuelta
-¿Que haces aquí?-dijo Dömin mirándolo con una leve sonrisa
-Debo enseñarte algo-dijo Fili con una sonrisa, acariciando su mejilla
-¿A estas horas de la noche?-dijo pestañeando rápidamente para quedarse despierta
-Te va a gustar-dijo Fili con una sonrisa, levándose del lado de Dömin, ayudándola a ella a hacer lo mismo

Dömin al levantarse completamente, tomo su capa, y camino por los camino que Fili le indicaba, asegurándose también de que nadie estuviera cerca de ellos, aunque lo había echo anteriormente, era muy importante que nadie interviniera, deseaba mostrarle algo a Dömin, que sabría que amaría lo que le mostraría, Fili estaba realmente emocionado por lo que sucedería en unos instantes eso indicaba el amor que sentía por ella y que era si ella no estuviera cerca de él. Sin darse cuenta, llegaron hacia la entrada de Erebor, con el mas mínimo cuidado, pisaron con atención cada roca que había allí, evitando cualquier tipo de ruido ejecutado por aquellas piedras, y salir del reino sin ser vistos, finalmente  obtuvieron lo que ellos deseaban y fueron libres del reino sin que ningún enano o el mismo rey lo supiera