⚠️𝗔𝗗𝗩𝗘𝗥𝗧𝗘𝗡𝗖𝗜𝗔: Esta comedia satírica tiene escenas y leguaje inapropiado que podrían incomodar a cierta audiencia, se recomienda discreción.⚠️
"¿Qué estarías dispuesto a sacrificar por el fuego ardiente de esta pasión descontrolada? ¿Hast...
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Las luces comenzaban a adornar los árboles y los hogares como joyas dispersas en la noche. Primark había llenado sus estanterías con calcetines rojos, figuras de Santa Claus, árboles navideños y un sinfín de decoraciones. La época más feliz del año se acercaba, y con ella, los pronósticos de un clima cada vez más helado. Era hora de sacar los adornos empolvados del ático y rezar para que no se hubieran quebrado. Y hablando de quiebras, varios bolsillos también lo harían debido a la cantidad de regalos por comprar.
Sin embargo, el año escolar aún no terminaba, y muchos jóvenes seguían jalándose los cabellos en un intento desesperado de retener toda la información que no habían aprendido en todo el semestre. Para Bunny, como siempre, el tiempo de estudio era más bien tiempo de pantalla, mientras el resto del salón apilaba montañas de libros con subrayados de un amarillo patito.
Zizzy se inclinó hacia Bunny, tocándola suavemente en el hombro para llamar su atención.
Zizzy: ¡Hey, cola de algodón! — murmuró, señalando su cuaderno lleno de garabatos y fórmulas incompletas. — ¿Me podrías explicar de vuelta esta cosa de ecuación demencial?
Bunny dejó escapar un largo suspiro, rodando los ojos mientras seguía retocando su maquillaje mirándose en el teléfono.
Bunny: ¡Te lo he explicado siete veces esta semana! —refunfuñó. — Y se dice "ecuación diferencial", no "demencial". —volvió su atención al teléfono.
La cebra se quedó en silencio, pensando en voz baja.
Zizzy: [Definitivamente tengo que dejar de ir fumada a clase...]
Al otro lado del aula, Paolo estaba perdido en sus pensamientos, suspirando por la imagen de Willow. La figura de reloj de arena de la criminal lo tenía atrapado; su pelaje pálido como la nieve cubría las caderas más sensuales que jamás había visto, y eso que había dibujado varias en sus clases de modelo al desnudo. Sus brazos y piernas tonificados, con cicatrices aquí y allá, eran un resultado de la vida peligrosa que llevaba. La forma en que sus costillas se asomaban levemente cuando arqueaba la espalda, sus clavículas pronunciadas, y lo más importante: sus pechos. Paolo estaba convencido de que no eran naturales; parecían haber sido esculpidos por el mismísimo Miguel Ángel.
Él estaba más que acostumbrado a ver cuerpos desnudos en sus clases, pero algo en esos pechos le provocaba una mezcla de admiración, excitación y... ¿miedo? Quizá si los volviera a dibujar podría descifrarlo. No, esos pechos necesitaban más detalles; necesitaba tocarlos para captar la textura, la densidad, la forma...
Giraffy, sentado en el pupitre de al lado, se dio cuenta de la situación y susurró con una sonrisa maliciosa.
Giraffy: Pss, Pony... —se inclinó un poco. — Se te despertó el pájaro.