-2-El caballero que abraza la muerte

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La última hora se desvaneció entre debates internos sobre las señales sobrenaturales de un

futuro nada prometedor. La oscuridad adornaba mi aburrida visión repetitiva de pasto y

campo, noté que Helena saco una maleta de la parte trasera del auto situándola de copiloto,

atesorándola como si la llegada de las sombras fuese la advertencia de que estábamos ante un

peligro inminente. Cuestioné la premisa argumental de esta investigación poniendo de relieve

la idea impertinente de que los vampiros son imposibilidades biológicas que se han diluido ante

la ciencia del nuevo mundo y que solo perdería el tiempo buscando lo que no existe, Aunque

con tantas amenazas ya comienzo a resignarme ante lo que sea.

Helena sonreía de una manera que pocas veces he visto, solo cuando tenía las pruebas

en sus manos esbozaba esa sonrisa por ello admití que es interesante ver que ofrecerá esta vez.

La negrura del camino se tornaba un duro enemigo debido a que el viento arrojaba su aliento

congelado sin cesar, una tenue mancha tomaba forma a un lado de la carretera hasta convertirse

en una silueta de un caminante solitario en medio de lo que amenazaba por convertirse en una

nevada. Le dije a Mamá que si mis ojos no me engañaban una persona necesitaba de nuestra

ayuda o la nieve cobraría a esa pobre víctima. Helena adoptó una actitud nerviosa aferrándose a

su bolsa, sin preámbulos aceleró mostrándose indiferente hacia el desventurado desconocido.

Quizás el tiempo fue generoso conmigo porque logré ver al sujeto que vestía de una manera

extraña, un sombrero negro, un traje similar a los que usaban los nobles en siglos antiguos.

Aunque lo que más me intrigó era el brillo inusual de sus ojos, un sentimiento peculiar recorrió

mi cuerpo, similar a cuando recuerdas a un buen amigo, caso imposible debido a que no

conozco a nadie de estos rumbos. Le dije a Helena que estaba siendo desconsiderada que

imaginara si yo me encontrase en dicha situación, ella rogaría para que alguien me tendiera la

mano. La respuesta fue ambigua solo mencionó que en estos lugares nada es lo que parece, que

llegando a la ciudad me explicaría todo y que lo comprendería a su debido tiempo.

Un segundo en el tiempo caprichoso donde Helena posó su maternal mirada sobre mí,

basto para que apareciera frente a nosotras la silueta de una persona que en cuestión de nada

fue arrollada por el auto, sonó tan estridente como si de un relámpago se tratase. La maniobra

de Mamá solo ocasionó que saliésemos del camino terminando por centímetros casi estrelladas

en un árbol. Los instantes posteriores fueron difusos con Helena tratando de incorporarme,

cuando por fin comprendí lo sucedido, trate de salir para auxiliar al sujeto que atropellamos

encontrándome con la negativa de Helena, quien abrió su bolsa para entregarme un arma de

fuego diciéndome que me quedase dentro del auto sin importar lo que sucediera.

Amor E MorteWhere stories live. Discover now