Gerard

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El sol nunca entraba en las habitaciones, por lo que nunca se podía estar seguro del tiempo exacto que transcurre allí dentro. Si es que era muy tarde... o muy temprano. Entonces sus ojos terminan por acostumbrarse a la penumbra y al eterno estadio lúgubre.

En el orfanato Haut de la Garenne uno de los castigos más comunes era la oscuridad.

Podían dejarte ahí por horas, días y hasta semanas.

Gerard había dejado de recordar exactamente porque estaba encerrado en el compartimiento de la limpieza, privado de hacer otra cosa que no sea pensar. Aunque había comenzado a creer que se han olvidado de su existencia, sabía que tarde o temprano alguien lo sacaría. Probablemente lo recuerden cuando sea demasiado tarde para su suerte o cuando las enfermeras cuenten a los niños antes de irse a dormir.

Gerard es un niño terriblemente ingenioso y perspicaz incluso para sus trece años, para algunos aspectos él es más adulto que niño, sin embargo para otros su mente aún es infantil y retorcida. Como cuando se niega a mantener un trato con los demás niños de edades inferiores; pero la única persona con la que habla es Frank Iero tres años menor.

Gerard no juega con él. Definitivamente él no hace esas cosas, pero en cierta forma los demás ven como un juego que Frank investigue sobre los diversos aspectos que le interesan a Gerard, como por ejemplo los espectros sobrenaturales, y que todos los días valla con él a notificarle sus avances. A decir verdad, casi nada de lo que le dice Frank es cierto, pero ¿Cómo comprobarlo? Sobre todo cuando Gerard cree todo. No porque sea ingenuo, él es todo menos eso.

Es porque las falacias más hermosas las ha oído de Frank y definitivamente está seguro de que pueden ser verdad.

Gerard esta algo obsesionado con ese asunto. Los demás niños le llaman chiflado, loco, rarito, y otros tantos innumerables adjetivos descalificativos. Los cuales solo eran transmitidos en forma de murmullos inaudibles, como secretos que harían lo que fueran por no confesar.

La gente siente algo extraño con Gerard.

La mayoría de los niños en el orfanato Haut de la Garenne han sido abandonados y la otra mitad son huérfanos. Se cree que Gerard es huérfano.

Y por voluntad propia.

Gerard ha mantenido su mente ocupada desde la última vez que oyó las llaves en el cerrojo del viejo locker de madera. Fue cuando la señorita Casey vino a darle algo de comida y un punzante golpe a la altura del pómulo izquierdo. Era frustrante pensar que ese tipo de comportamiento adulto se vuelve habitual luego de un tiempo, pero así lo era.

Gerard pasaba la mayoría de los días encerrado, desconocía el temor que los demás le tenían. Se había acostumbrado casi del todo a la oscuridad.

Porque lo único tangible en la oscuridad son tus pensamientos.

A veces se preguntaba asuntos que nadie podía responderle y eso lo frustraba la mayoría de las veces, como, ¿Qué harías si conocieras a alguien con la capacidad de solo cometer atrocidades?

Si las personas crueles estuvieran marcadas, como el Caín de Abel, y todos podrían saberlo de alguna manera, ¿qué harían?, ¿tratarían de detenerlo? ¿De erradicar a esas personas? ¿O esto se volvería natural?

Podría decirse que todos los días en la vida de Gerard existe la duda de que ocurriría si los pensamientos fueran algo consistente y visible.

La gente se asustaría. Se asquearía. La gente... él odia a la gente.

Aunque no exactamente a todos, siempre existen las excepciones. Recuerda entonces su única preocupación por salir. Tenía que hacer algo hoy. 

 O mañana. Ha olvidado los detalles.

Black ColorsWhere stories live. Discover now