CAPITULO 14.

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21 de mayo, 2015.

Me encontraba en el apartamento, terminando de arreglar a Max para dejarlo en el preescolar, cuando mi celular comenzó a sonar sobre mi mesa de noche, lo tomé y vi la foto de mi hermano Dave reflejarse en la pantalla.

— ¿Cómo está mi hermano favorito?

—Que no te escuche Khaled porque se molestará contigo. —Ambos reímos.

— ¿A qué debo tu llamada, hermanito?

—Quería saber si podemos vernos hoy a la hora del almuerzo. Quiero hablar contigo sobre algunas cosas.

—Claro, pero ¿de qué quieres hablar? ¿Acaso pasó algo malo?

—No, nada de eso. De hecho es todo lo contrario.

—Oh, bueno. Está bien. ¿Dónde nos encontramos?

—En la cafetería que está a tres cuadras de tu trabajo, ¿te parece bien?

—Perfecto.

—Vale, a la una y media allá.

—De acuerdo.

—Adiós.

—Adiós. —Finalicé la llamada y miré algo extrañada la pantalla de mi celular. Son raras las ocasiones en las que Dave me llama tan temprano, y cuando lo hace es por algo importante o porque quiere hablar seriamente conmigo para luego reclamarme y/o regañarme.

— ¿Qué haces, Khal? —pregunté entrando en la habitación de mi hermano.

—Max me dijo que le dijiste que yo le peinara hoy.

—Sí...

—Es lo que estoy haciendo.

—Lo estás dejando como un puercoespín —espeté viendo el cabello rizado de mi hijo, que casi siempre está enmarañado, completamente dominado y tieso—. Se ve raro.

—Es porque nunca te habías propuesto a hacerle algo en esa maraña de cabello.

—No me gusta.

—Deja de ser tan quejona, se verá bien.

Para cuando Khaled terminó de peinar a Max, éste parecía uno de esos niños que promocionan productos para cabello de bebés, de verdad que se veía raro con sus rizados aplastados como si los hubiese lamido una vaca.

— ¿Qué te parece? —preguntó entusiasmado.

—No creo que le dure todo el día el peinado. —Espeté haciendo una mueca de desagrado con los labios

—Tranquila, aunque se ponga a saltar como canguro y corra, no se va a despeinar.

Suspiré, no muy convencida.

—Si tú lo dices —Miré el reloj de mi muñeca notando que habíamos perdido cinco minutos. Tomé a Max en brazos y le pedí a Khal que tomara su mochila, y juntos salimos del apartamento. Al llegar al estacionamiento dejé a Max en su silla para bebés, en los asientos traseros del auto de mi hermano y luego me monté en el asiento de copiloto, mientras que Khal encendía el motor para ponernos en marcha.

— ¿Quién te llamó hace rato? —preguntó Khal una vez salimos del estacionamiento.

—Dave —Pude ver con las cejas de mi hermano se juntaban haciendo una mueca de confusión.

— ¿Dave?

—Sí, ¿no te parece raro?

—Bastante —reconoció—. ¿Para qué te llamó?

MAD LOVE. (Saga Turner Libro I)Where stories live. Discover now