«Es fácil esquivar la lanza, mas no el puñal oculto»
— Proverbio chino.
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Julietta.
La luz que la luna ofrecía acompañado de un cielo despejado permitió visualizar aquel enfrentamiento entre dos especies que parecían los principales gobernantes del actual mundo. No era tan común presenciar una pelea entre diversas criaturas, lejos de aquellos enfrentamientos que como nómadas habíamos tenido en el camino, lo que veía ante mis ojos era completamente diferente.
Ambos poseían habilidades increíbles, habían momentos en donde apenas distinguía sus siluetas. Ninguno parecía agotado, a pesar de las escasas heridas y eso me indicó que podría convertirse en algo eterno si se lo proponían.
Aunque intentase disparar era demasiado posible darle a un árbol antes que a alguno de ellos. Observé el lugar por donde estaba situada esa criatura, había otro pequeño rastro de sangre que las luciérnagas me mostraron, entonces me dispuse a buscar a Allek.
Tenía inquietudes en cuanto a su estancia tan lejana del grupo alfa, quería saber lo que había sucedido y esperaba que se encontrara bien.
La mirada de Denrek era algo que no podía pasar desapercibido. Era importante para él, tanto que había dejado de lado el camino hacia el vurline. Y estaba imitando sus incoherentes decisiones, porque podría aprovechar esa ventaja y adelantarme a tomar ese poder, pero no lo estaba haciendo.
—¡Allek! —traté de llamarlo, pero no obtuve respuesta en ninguna parte del recorrido.
Utilicé a mis acompañantes luminosos para buscar por todos los alrededores. Uno me advierte de la sombra a mis espaldas, me giré hacia el lugar sin bajar el arco, aún podían haber otras criaturas, o incluso el más peligroso que intentaba no encontrar.
Envié una oleada de luciérnagas hacia el lugar, pero ya no había nada. Permanecí por un tiempo observando lo que los destellos me mostraban de mis alrededores, habían unos encargados de vigilar aquel enfrentamiento que continuaba pareciendo eterno, pero ninguno me mostraba algún indicio del muchacho al que buscaba.
Continué indagando por los alrededores hasta llegar al final de aquel rastro sobre la tierra.
Todavía tenía la tentación de dejar a un lado todo eso y adentrarme a los indicios de aquellas montañas. Quizás hubiese sido la mejor decisión, pero siempre he escogido los caminos más complicados de la vida.
Percibí un movimiento a mi derecha y pronto escuché una voz:
—¿Por qué estás con él?
Aunque pasó mucho tiempo desde que lo escuché, pude reconocerlo.
Observé al muchacho que había conocido en el escuadrón seis, el que conocían como Allek Grey. Con una mano sostenía una tela para hacer presión en la herida de su brazo que no dejaba de sangrar, algunas gotas rojizas se deslizaban por su brazo hasta caer cerca de sus pies.
—Allek—musité con alivio.
No estaba muerto, era suficiente para justificar mis irracionales decisiones. Su rostro estaba serio y pálido, podía notaba el dolor que la herida le provocaba.
—Has presenciado lo que ha hecho, nos ha engañado a todos con esa farsa—había un hilo en su voz—. ¿Por qué continúas a su lado?
Su voz era desgarradora, podía notar como contenía las lágrimas. No sabía lo que le había sucedido, pero su estado físico apenas era lo que le importaba.