Capítulo 18

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Amparo sujetó la cintura de Mada al mismo tiempo que la atraía hacia ella y la besaba como nunca la había besado, tanto que a ella le sorprendió la pasión y delicadeza que escondía tal beso; podría describirse como cálido y profundo, a la vez que frío y enternecedor. Deslizó sus dedos por dentro de su camiseta hasta llegar al sujetador que no dudó en desabrochar. La respiración de ambas cada vez estaba más cerca, hasta que la escuchaban como si fuera una. Al desabrocharle el sujetador, Mada sintió una especie de cosquilleo que le cubría todo el cuerpo. Ampi comenzó a bajar sus brazos y los introdujo dentro de su pantalón, tocándole así el culo que escondía esa capa de ropa. Entonces, la empujó a la cama, quedándose encima de ella y casi rozándose la nariz y los labios. A Madalina se le había subido la camiseta hasta debajo del pecho, pero no pasó de ahí, hasta que Ampi no dudó en quitársela y dejar su pecho al descubierto. Se quedó contemplándola por unos instantes, mientras que su novia estaba más roja que nunca.

- Vas... Vas demasiado rápido.-tartamudeó.

- ¿No te gusta?

- Cla... claro que me gusta.-intentaba no mantener contacto visual.-Pero... Me da vergüenza.

- Ah...-dijo Ampi con una voz apenas audible. Mada mientras intentaba taparse como podía; entonces, su novia sonrió y se tumbó a su lado abrazándola.-No tienes por qué sentirte avergonzada, soy tu novia.

- Lo sé, pero, ¿y si mi cuerpo no te gusta?

- Eres tonta, culo amorfo.

- ¡Eeeeeh!-exclamó. Ampi no pudo evitar reírse, entonces la besó con dulzura.

- ¿Quieres continuar?-preguntó mientras le acariciaba el pelo. Mada asintió tímidamente.

Amparo se colocó encima de ella, le quitó los brazos que le cubrían el pecho y empezó a darle pequeños besos en el lóbulo de la oreja; siguió hasta el cuello cuando llegó a allí hizo un recorrido hasta la oreja contraria, hasta finalmente, parar en frente del pecho. Tocó ambas partes con delicadeza, al mismo tiempo que introducía su cabeza entre ambas "montañitas" y daba pequeños besos sin dejarse ni un solo hueco de las mismas. Madalina tenía sus brazos en la espalda de Ampi, que aún no se había quitado ni una prenda de ropa.

Siguió por la barriga, rodeándola a base de besos sin quitar las manos de los pechos de su novia. Entonces fue cuando llegó al pantalón, el cual, desabrochó lentamente dejando a Madalina con sólo una prenda de ropa. A continuación, esta última le quitó la camisa blanca a Ampi lentamente y botón por botón al mismo tiempo que rozaba su piel, mientras que su mano se posaba en su feminidad para luego bajar el cierre del pantalón. Mada se sentó mientras que su novia le daba besos por los muslos, y colocó sus dedos en los pechos de esta (sintió un cosquilleo). Pronto estaban desnudas completamente sobre la cama, acariciándose, sintiéndose y besándose.

Finalmente, Amparo rozó la entrepierna de Madalina lentamente con los labios mostrando interés en el clítoris, provocando así un leve gemido que iba cada vez más fuerte; introdujo sus dedos dentro de su vagina haciendo forma de "u" y los movió de arriba a abajo cada vez más rápido.

- ¿Te duele?-preguntó.

- No.-respondió. La excitación que sentía en ese momento la invitó a seguir.-Quiero que sigas.

Amparo fue delicada al entrar, y el dolor que al principio Mada sentía pronto se convirtió en una sensación agradable en su interior, mientras se movían entre las sábanas, expresando todo el amor que sentían la una hacia la otra.

Mada se posicionó esta vez entre las piernas de su pareja y no al revés, las abrió con delicadeza y le besó los labios suavemente.

- Dime si quieres que pare.-dijo, temiendo lastimarla. Ampi se había sorprendido de que estuviese tomando las riendas su novia.

- Dudo mucho que quiera eso.-respondió decidida.

Introdujo ahora uno de los juguetes en su vagina con muchísimo cuidado. Soltó un breve gemido, pero le dijo que continuara. Por suerte, el dolor no duró demasiado.

Mada movía el objeto a la vez que besaba su clítoris con mayor intensidad sabiendo que ya no le dolía. De tanto en tanto acariciaba sus pechos, lo cual hacía que su sensación de placer fuese incrementando, al punto de llegar a la cumbre. 

- ¡Más!-exclamó sabiendo que estaba a punto de experimentar un orgasmo.

Su novia le hizo caso, y pronto ambas acabaron en un delirio de placer.


50 Sombras Gays y la clase del salseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora