2. Plano CARTERsiano y Lista Negra.

464K 23.6K 12.2K
                                    

|Capítulos sobrevivientes a la purga|


Habían pasado ya 3 días desde el tal incidente con el desconocido chico. Y le llamaba "desconocido chico" ya que era desconocedora de su nombre. No había dejado de darle vueltas al asunto desde entonces. Su rostro se me era tan familiar pero desconocía completamente su identidad. Desde aquel día sólo lo había visto salir unas pocas veces de su habitación y únicamente para buscar algo de comer. Aquellas veces que lo había visto, él me había ignorado por completo. ¡Pero dónde rayos lo había visto! Mi mente no pensaba en nada más que eso.

No quise preguntarle a Marshall ni a Lupe para no parecer interesada. ¿Y qué tal si le decían? Él creería que realmente me importa.

Ya era la hora de las pastillas de Marshall así que fui a buscarle agua a la cocina. Ya empezaba a acostumbrarme a la grandeza del lugar. Al entrar me llevé una gran sorpresa al ver que él estaba allí, inclinado hacia el refrigerador tomando chucherías para nada alimenticias. Me sobresalté y pensé en qué haría. Tenía 3 opciones: a) Huir b) Preguntarle su nombre o c) Ignorarlo

Antes de que yo pudiera irme por una de las 3 opciones él se giró y me observó de arriba abajo con una mirada entrecerrada. Luego como era de esperarse me ignoró y se dio la vuelta para colocar los paquetes de chucherías sobre la encimera. Rodé los ojos aunque él no me viera, me acerqué al refrigerador, extraje la jarra de agua y serví un poco en un vaso. Estuve a punto de irme cuando las palabras salieron de mis labios.

—¿Cómo te llamas? —fueron simples y desinteresadas. Él giró en mi dirección y me miró con el entrecejo fruncido.

—¿Y eso a ti qué te importa? —su tono fue el mismo que usó la última vez que hablamos.

—Vaya que tienes un problema. Sólo dímelo.

—¿Para?

—Para crear una identificación falsificada. Usaré tú nombre en la identificación para entrar a un Night-club, pues claro, los guardias obviamente no sospecharan que soy una chica. Luego mataré a todas las mujeres del lugar y venderé sus órganos a ISIS—dije ya cansada de su indiferencia.

Una pequeña sonrisa traviesa apareció en sus labios pero se desvaneció tan rápido como vino y la cambió por una arrogante.

—O tal vez lo quieras para escribirlo en tu ridículo diario de chica fresa y rayarte mi nombre por todas las partes de tu cuerpo—Alzó sus cejas.

—Oh vamos, no seas tonto. Ni siquiera tengo un diario—negué. —Tampoco soy tan asquerosa para ponerme tu nombre en mi cuerpo. Entonces, ¿Me lo dirás?

—Em, ¿Qué obtendré a cambio?

—Una paliza.

—¿Tuya? —se rió fuerte.

—No me subestimes—le amenacé. Él siguió riéndose hasta que alzó las manos al aire en un acto de rendición.

—Vale, Vale, por hacerme reír te lo diré. Soy Eduardo.

—¿Es broma?

—No, no lo es, Lennon.

Puse los ojos en blanco y solté un suspiro—¿Sabes qué? Ya no me interesa—me di la vuelta y empecé a caminar fuera de la cocina pero antes, él se me adelantó. Pasó justo a mi lado provocando un choque de hombros que causó que derramara el agua en el piso. Lo miré fulminante y él sólo sonreía. Cuánto lo odiaba.

—Soy Carter... y creo que mi apellido ya lo sabes—me dio una mirada más antes de empezar a alejarse. Ja, ¿Acaso se creía tan importante? Esperen un momento...

Cero Rubias. [En Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora