Tras los Pasos de Bella

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 Hermione salió al pasillo exterior del castillo en donde estaba Draco apoyado en una pared mirando cómo caía otro poco de agua a esa hora de la tarde, ya pronto oscurecería y parecía que la tormenta había cobrado fuerza. Se acercó a y le tocó un brazo. Él solo siguió mirando al frente. Era fuerte, un hombre que estaba acostumbrado a tomar y a dejar a cuanta mujer se le cruzara por el camino, pero tratándose de Granger todo era distinto. Su mundo tambaleaba, sus sentimientos eran diferentes y su forma de actuar muchas veces lo sorprendía a él mismo. Jamás pensó que una mujer tan distinta a todas las que él había tenido, lograra despertar ese tipo de emociones en él.

Sinceramente a estas alturas debía dejar de cegarse a lo inevitable y reconocer de una vez por todas que Hermione Granger... la «insufrible sabelotodo», «ratona de biblioteca» o simplemente «sangre sucia», había puesto su mundo patas arriba; su tan estructurado universo había cambiado con tan solo un par de palabras, un roce y una conversación, aquella noche en la Torre de Astronomía. Desde ese día, la concepción interna que tenía de la vida, del amor de pareja e incluso de la llamada «fidelidad» ya no eran lo mismo para él. No podía disimular sus celos naturales si alguien se acercaba a ella; que deseaba estar a solas con Hermione la mayor parte del tiempo; de pasar días enteros acostado a su lado, amándola, haciéndola sentir como sólo él sabía.

De verdad que no podía estar sin ella...

Le tomó la mano entre las de él y se la llevó a los labios depositando un suave beso en sus dedos. Hermione le acarició el rostro e hizo que la mirara a los ojos.

—¿Te molestó lo que dije... de que cumplíamos nuestro trabajo? —Draco asintió, pero desvió su vista. Hermione le volvió a tomar el rostro con las dos manos y lo obligó a mirarla—. Pensé que eso era lo que querías que dijera. Además no sé qué hay realmente entre nosotros. Yo... yo también estoy confundida.

Draco le tomó las manos y entrelazó sus dedos con los de ella.

—Yo tengo todo claro, Granger —Hermione se puso seria y nerviosa. Ya sabía que Draco no sentía lo mismo que ella, pero iba a mostrar fortaleza. Ya una vez él la había apartado de su lado y de seguro esta vez también haría lo mismo—. Te amo. Sé que es pronto para decirlo, pero...

Hermione puso su dedo índice en los labios de él. No quería escuchar más. Ya sabía lo suficiente. Cruzó sus brazos por el cuello de él para acercarse más. Estaba feliz, jamás pensó llegar a oír esas palabras de la voz de Draco Malfoy.

—Tú ya sabes lo que siento por ti, lo sabes desde hace tres años.

Draco la miró a los ojos y ahora fue él quien acarició su rostro, le tomó la barbilla y acercó su boca a la de ella, era un beso interminable y profundo, en donde ambos reconocían el sentimiento que los unía... oculto por tanto tiempo y que solo ahora, en medio de la pasión y el deseo, la responsabilidad y el miedo, afloraba con más fuerza que nunca, invitándolos a estar juntos.

Pero ambos sabían que los tiempos eran difíciles. Que, si bien no existía una guerra declarada, existía una ofensiva de influencias y manipulaciones en donde tendrían que luchar si querían que la paz retornara. Y que por fin la maldad y los deseos de poder fueran erradicados del mundo mágico y que el mundo muggle tampoco sufriera las consecuencias de aquellos que solo lo querían dominar.

No sé cuál será el destino de mi vida

pero quisiera que a lo largo del camino estuvieras tú.

Gracias por quererme aunque no lo digas.

Tus ojos hablan con su luz.

Los Cristales del SilencioWhere stories live. Discover now