SECUESTRO

37.1K 507 28
                                    

Hace 10 años

—Papí, Papí, Papí —gritaba una pequeña niña de largos cabellos morenos y ojos castaños, entusiasmada por ver a su papí al fin llegar a casa.

—!HANNA! No corras que te puedes caer —la regañaba Flym su hermano mayor de 17 años, corriendo detrás de ella junto a su hermano Eric, una mini copia de su padre.

—Papí —grita la pequeña al encuentro de su padre para que la alce en brazos.

—Morenita, mi pequeña morenita, ¿extrañaste a papá? —Dijo su padre, nada más ni nada menos que el alemán Eric Zimmerman, unos de los hombres más deseados y ricos de Europa, con un porte envidiable y unos ojos azules que derriten a cualquiera, que llegaba a casa al encuentro de sus tres hijos y su amada esposa.

—Sí, papá —decía mientras llenaba de besos la cara de su padre- Parque, hoy iremos al parque, ¿verdad, papá? —Sus ojos llenos de expectativa derritieron en milesimas de segundos el corazón de Eric. No le podía negar nada a la mini copia de su amada esposa, pues él estaba fascinado por su parecido, no sólo por su belleza, sino también por su mismo carácter entusiasta y cabezota, ese carácter tan español que le encantaba, sin duda, todo un dolor de cabeza para cuando esta pequeña creciera. Ese pensamiento lo tensó de inmediato y para apartarlos volvió a mirar esa carita de ángel de su pequeña.

—Claro que sí, princesa, hoy iremos al parque como te prometí a tus hermanos y a tí -le dice con una sonrisa.

—¡Siiiii! —grita la pequeña de felicidad.

—Papá, ¿jugaremos baloncesto en el parque? —ahora el segundo de sus hijos, el pequeño Eric, le preguntaba en un tono un poco receloso, seguro porque hasta ahorita toda la atención la tenía la pequeña morenita. Así que bajándola, cogió a su minicopia y se lo llevó al cuello.

—Claro que sí, campeón, vamos a ver cuanto has mejorado —dice el alemán.

—¡Mucho pá, mucho! Flym y yo hemos estado practicando —le exclamaba el pequeño de casi 11 años.

Pues para su corta edad ese niño era muy dedicado, su tenacidad era lo que resaltaba de Eric, al igual que sus otros dos hijos, todo lo que ellos querían lo conseguían por sus propios medios, todo un orgullo para su padre, pero sin duda era puro logro de su mujer, porque si fuera por él los tendría metidos en una burbuja hasta los 30.

—¿Por qué tanto aloboroto? —gritan desde la cocina- ¿Eric? ¿Cariño, eres tú?-

Y ahí estaba la razón por la que estos tres niños maravillosos los recibieran con tanto cariño, la razón por la que se sentía el hombre más feliz de la tierra, su bella y amada esposa.

—¡Si, cariño, ya llegue, ¿cómo se han portado mis angelitos? -preguntó en tono sarcástico, sabía perfectamente de qué pie cojeaba cada uno.

-¡Ja! Créeme que estos tres ni el pelo de un angelito tienen, o me ¿equivoco?, mirándolos con toda la diversión del mundo, provocando la risa de sus tres hijos.

—Mmmm, ¿papá? —la atención se fue directa del hijo mayor, sin duda el orgullo de Judith y Eric, ya que no siendo su hijo de sangre, ese niño ha superado la muerte de su madre y la no tan buena vida que alguna vez su tío/padre le dió, por querer protegerlo.

—Yo no quiero ir al parque, eh, más bien que..quería pedirte permiso para salir- su cara le ardía, Flym estaba muy avergonzado y le pedía a todos los santos que su padre o mejor dicho su madre le diera el permiso sin pedir tanta explicación.

-Eh ¿y eso? ¿Donde quieres ir? ¿Debe ser algo más importante para no querer pasar la tarde con tu familia, no, hijo? -La mirada de Jud era inquisitiva porque ya sabía que su hijo algo tramaba desde hace unas semanas, pues bañarse más de una hora y ponerse 1 litro de colonia antes de salir, no era propio de su pequeño.

ZIMMERMAN'S&GREY'SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora