Única parte

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 La brisa fresca pegaba suavemente los rostros del grupo de personas que recién llegaban al nuevo lugar, quedando maravillados por el nuevo descubrimiento. Cansados de tanto cabalgar, bajaron de sus respectivos caballos y se quedaron parados en sus lugares, anonadados y expectantes, atentos al agradable sonido que producía aquel espacio. Ninguno de las once personas presentes emitieron sonido alguno hasta que un joven rubio, aun con la expresión de sorpresa mezclada, empezó a quitarse silenciosamente las botas y su chamarra, conformes al uniforme militar. Era primavera y la temperatura era agradable, por lo que no necesitaban usar la capa verde con el escudo de las alas de la libertad, identificándose como "Legión de Reconocimiento". Dio un par de pasos inseguros, mirando fijamente el horizonte. Nadie noto que de sus grandes ojos celestes caían sutiles lágrimas y su sonrisa se ensanchaba, parecía el mismo niño que reía temeroso en aquel distrito que alguna vez fue perdido.

-Es... ¡Agua!- grito, empezando a correr hacia el lugar.- ¡Es el mar!

En efecto. Después de varios días de acampar, cabalgar y explorar nuevos lugares, al fin pudieron encontrar lo más preciado, lo que uno de ellos siempre anhelo conocer desde niño. Fuera de las tres murallas, exploraban más tierras para cerciorarse de que el ataque de los titanes tan solo fuera ahora un relato de los libros de historia. Fue una gran misión y un gran logro, poder haber vencido a cada titán que rodeaban aquellas murallas. Esa amenaza para la humanidad ya solo era un mal recuerdo. Con la ayuda de uno de los integrantes de aquel escuadrón, que podía transformarse en una de esas criaturas, habían podido destruirlos a todos, causándole a Eren Jäger poder cumplir su promesa y vengar la muerte de su madre, de sus compañeros caídos -tanto como en la academia como en la legión-, y de todas aquellas personas devoradas por esos monstruos. Ahora solo faltaba conocer nuevas tierras y verificar que no hubieras ningún otro mas.

No tardaron a que todos hicieran lo mismo que el rubio. Gritaban, saltaban, salpicaban, lloraban, sentían el agua salada y su aroma. Los tres mayores -o solo dos- se mantuvieron en la orilla del recién nombrado mar. El comandante, que estaba en cuclillas, tocaba y sentía el agua escurrirse por su mano izquierda, mientras que sus grandes pies se mojaban por las olas que rompían contra la arena. La capitán, que a pesar de sus ya cuarenta y tres años, aun mantenía esa actitud infantil de siempre, celebrando con su rubio aprendiz, Armin Arlert, por el descubrimiento. El sargento, que era el único que no se había quitado ni siquiera las botas y no estaba tan cerca de la orilla, estaba un tanto contento por el hallazgo. Aun siendo mas uranio con el pasar del tiempo, hizo una media sonrisa, aprovechando la oportunidad de que nadie lo estaba viendo.

Para los tres adultos, el poder trabajar con aquellos chicos de ahora veinticinco años era un placer, además de haberlos visto crecer. En su momento, no eran más que solo los mocosos del escuadrón de Levi, pero ahora representaban el mejor grupo de la Legión de Reconocimiento. Tuvieron muchas perdidas y traiciones pero cada uno recordaba a sus difuntos amigos y compañeros de la forma que querían. La mayoría de esas personas presentes los recordaban tomando aquel descubrimiento como un regalo.

-Esto es hermoso.-suspiró, viendo las nubes tapando al Sol de la tarde, faltaba como tres horas para que oscureciera. Cerró sus ojos e inhaló el aire fresco. Aquel chico de ojos miel y cabello castaño claro era el único que estaba demasiado lejos del grupo, sentado en una piedra enorme y alta, lo suficiente para ver todo el ancho mar y ver a sus amigos y superiores pequeños como hormigas.

-Lo es en verdad...- esa voz junto a una leve caricia en su hombro le interrumpió su paz, abriendo sus ojos para brillar contra los rayos de esa estrella que se filtraban en las nubes y encontrarse con los oscuros ojos de su nueva compañía que se sentaba junto a él y mirando adelante.

-Marco...- le sonrió. Le era demasiado confortable estar con su mejor amigo y verlo tan sano, tan brillante, tan feliz, tan amable... Le golpeó el hombro amistosamente, seguido de una carcajada.- ¡Al fin lo logramos! Logramos nuestro sueño, nuestro objetivo, nuestro...

Sueños (Au! Jeanmarco)Where stories live. Discover now