Capítulo Dieciséis

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Katherina

Sentía un ligero dolor en mi brazo cuando conseguí abrir los ojos, mi boca estaba seca, y mi garganta como si hube tragado arena; reseca. Busqué con la mirada dónde me encontraba mientras me incorporaba para sentarme en la cama. Me costó reconocer la habitación unos minutos, pero luego supe que me encontraba en la de Em.


¿Qué hacía allí?


La puerta se abrió con lentitud y mi mirada fue automáticamente hasta esta y observé como la figura rubia de Merly entraba. Sus ojos dorados fríos como nunca, su mirada una máscara oscura de odio. Tragué pesadamente; estaba segura que no le caía bien, pero nunca me había observado de aquella manera o con aquel odio.


—¡Perra!— rugió y como en alguna película del exorcista se lanzó sobre mí, rodeando mi cuello. —¡Él se encuentra lastimado por tu culpa!— empezó a gritar, apretando su agarre alrededor de mi garganta, cortando mi respiración.


Merly lucía furiosa y realmente tuve miedo de aquello, arañé sus brazos, buscando que me liberase mientras los recuerdos azotaron mi cabeza. Rocco, el repentino dolor en mi brazo. Todo me golpeó repentinamente.


—Dé-dejam-me— pedía, hundiendo los dedos en su antebrazo, intentando que retrocediese.


La puerta de la habitación fue abierta repentinamente, mi mirada viajó hasta la persona quien acababa de entrar. Merly.


—¡Melissa!— fue el sorpresivo grito de la chica que acababa de entrar. De repente me encontré libre de las manos que intentaban dejarme sin aliento, tomé largas respiraciones, llenando mis pulmones mientras intentaba concentrar la mirada en ambas chicas.


Había dos Merly. Me froté los parpados, intentando ver bien, pero veía lo mismo. Dos Barbies rubias.


—¿Te has vuelto loca?— preguntó la chica que acababa de entrar mientras se acercaba a la cama. —¿Estás bien?— cuando la miré observé verdadera preocupación en sus ojos, en los mismos ojos que me habían mirado con odio segundos atrás.


—Merece morir, por su estúpido culo Rocco fue herido— escupió la otra rubia con acidez.


—Es el coño de Rocco, no le gustará cuando se entere, Melissa— protestó.


Estaba demasiado confundida y aturdida, habían dos chicas idénticas frente a mí, dos gemelas.


—Cierra la boca, Merly. Nunca has podido hacer ni una mierda. Eres una pequeña puta lamentable— escupió con asco y mirándome con crudo odio, se marchó, dejando un incómodo silencio entre Merly y yo.


—Es una perra— dijo minutos más tarde.


—¿Desde cuándo me defiendes?— fue la pregunta que se me escapó.


Merly no era mi amiga, desde mi llegada me había dejado claro que mi presencia allí no era grata.

Loving the Darkness (D.W #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora