Final.

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Harry se encontraba mirando el techo de su habitación, en su mente no pasaba nada, él solo respiraba y trataba de ni siquiera moverse, quería golpearse contra una pared. ¿Cómo había sido tan estúpido? Ya había pasado una semana entera desde que Louis lo había corrido de su casa, y él se seguía lamentando.

–¿Harry?

Anne toco la puerta de su habitación.

–Pasa.

Su madre se dejó ver y solo lo vio con tristeza.

–¿Estas bien, cariño?

–¿Qué crees?

–Oh, ven acá.

Anne se acercó hasta la cama y lo abrazo, solo como una madre podría hacerlo.

–¿Quieres contarme que pasa?

Harry suspiro y cerró los ojos. Trago saliva y cuando hablo su voz salió más débil de lo que él quería.

–Louis no me quiere cerca de él.

Ella soltó una risita y le aparto los rizos de la cara.

–¿Qué es tan gracioso?

–Tú.

Harry se separó de su madre, sumamente ofendido. La miro, incrédulo, mientras ella solo le sonreía.

–Es que, Harry –ella le agarro la mano–. Las cosas que valen la pena nunca son fáciles.

Harry después que su madre le dijo eso se levantó dispuesto a recuperar a Louis. ¿No podía ser tan difícil, o sí?

En el camino compro una caja de pringles, sí, le iba a regalar pringles, nada de rosas, nada de chocolates, él le daría unos pringles.

Cuando llego a la casa de Louis sus manos sudaban y su corazón latía fuertemente contra su pecho. Con un poco de valor –que no supo de donde lo saco–¸ toco el timbre esperando que fuera Louis quien abriera y no ese tal Carlos como aquella vez.

Y así fue, un –muy–¸ arreglado Louis le abrió la puerta.

–¿Harry?

El aludido le sonrió tímidamente, estirando su mano y dándole el bote de pringles.

–Son para ti.

Louis los agarro entre sus manos, sonriendo divertido al ver el regalo.

–¿Pringles?

Harry asintió soltando una risita.

–Quería que fuera especial.

Louis se le quedo mirando con una sonrisa asomándose en la esquina de sus labios. Se quedaron así por lo que parecían minutos hasta que las pisadas de la madre de Louis los interrumpió.

–Louis, cariño, apúrate que nos vamos.

Él asintió en su dirección y luego regreso la mirada hasta Harry.

–¿Para dónde vas?

Harry pronuncio aquellas palabras con la garganta seca.

–Mi madre y yo nos vamos de vacaciones.

–¿Vacaciones? –repitió–. ¿Cuándo vuelven?

Louis se encogió de hombros.

–No lo sé.

Harry se quedó en silencio mirando hacia el piso. Louis se iba, maldición, se iba cuando él quería luchar por él.

–Venía a decirte que me perdonaras por lo estúpido que fui, pero-

–Ya lo hice –Louis lo interrumpió.

Harry lo miro con la boca abierta. ¿Había oído bien?

–¿Qué?

–Ya te perdone, Harry –Louis le sonrió.

En toda la semana él había estado pensando en toda la situación, en cada una de las palabras dichas y no dichas, y siempre llegaba a la misma conclusión, y cuando su madre le dijo que se irían, él ya lo sabía todo.

Estaba enamorado de Harry.

–Louis, no sabes lo feliz que me hace eso, bebé.

Y antes de que ellos pudieran reaccionar, ya se estaban besando, con todo el amor que sus cuerpos podían transmitir. Sus labios presionándose y moviéndose contra los ajenos.

Harry lo sostuvo de la cintura, acercándose a él, queriendo que no se fuera.

–Te voy a extrañar malditamente mucho.

Louis dejo un beso casto en sus labios antes de abrazarlo

–Estoy enamorado de ti, Harry.

El rizado respiro profundo, saboreando lo que esas palabras significaban.

–Estoy enamorado de ti, Louis.

Se volvieron a besar, el castaño sintiendo el beso como una despedida y Harry como un nuevo comienzo.

Jay los veía desde una distancia prudente. Ella sabía todo lo que su hijo había estado sufriendo en silencio la última semana, y verlo con la persona que él quería la hacía sumamente feliz.

–Louis, tenemos que irnos.

El castaño se separó del beso, asintiendo.

–Nos vemos, Harry.

El rizado lo vio marcharse, con la caja de pringles contra su pecho. Louis se subió en el asiento de copiloto y observo por la ventana como Harry solamente estaba ahí observándolo.

Abrazo más el bote de pringles contra su pecho. Él sabía que nunca iba a volver, pero no había necesidad de decírselo a Harry, quien sabe, tal vez algún día ellos se encontrarían en otro lugar.

–¡Louis!

El grito de Harry lo hizo reaccionar, venia corriendo hasta él y cuando llego a un lado del auto, agarro su rostro y lo beso, sintiendo las lágrimas saladas que salían por sus ojos.

–No llores, bebé –susurro.

Harry negó.

–No quiero que te vayas.

Louis saco sus manos por la ventana y le limpio las lágrimas.

–Te amo.

Harry se separó lentamente, quedando congelado en su sitio. ¿Qué? El ruido del motor e dejo oír cuando Jay comenzaba a hacer rodar el vehículo. Louis lo miro por el retrovisor, y en los labios del chico que amaba pudo leer perfectamente:

–Yo también te amo.

Triángulo amoroso {Larry/Zarry/Zouis}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora