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Aching heart

Diciembre, 2008

Dejé de ver a Miles por uno, dos, tres días, o semanas, ¿quizás habrán sido meses? Perdí la cuenta. Alexa creía que estaba mal pasar mucho tiempo con él, tenía que moderarme y la verdad es que eso solamente me hacía percatar de que cada día lo extrañaba aún más que el anterior, qué horror.

Echaba de menos su sonrisa, sus ojos, ¿sus labios? Imposible, rotundo no, extrañaba su sonrisa, era eso. Quería tenerlo cerca porque, ¿no es que siempre los amigos están a tu lado? Y ahora no tenía a dónde ni con quién acudir si me sentía roto, triste o directamente si no me sentía yo mismo.

Lo que más me dolía es que Last Shadow Puppets se adentró en una pausa indefinida. No hubo seguidor que no pidiera más de nosotros. Tantos temas nuevos, vídeos musicales, conciertos, entrevistas, entre mil planes más quedaron en el olvido.

Miles se enfocó en su carrera, por eso no lo culpaba, al final era lo que más le apasionaba. Por mi parte me metí de lleno en escribir para los Arctic Monkeys y dedicar tiempo a Alexa, por supuesto, pero mi pesar era sentir aquello como tragedia tras tragedia. De cualquier manera Alexa me consentía y me comprendía, no podía negar eso, así como el crédito otorgado por el drástico cambio en su actuar, muchísimo más templado de lo que solía, ya no discutíamos tan seguido.

A pesar de no querer aceptarlo, la tensión entre ambos no dejó de sentirse en ningún instante, era como si alguna pieza del rompecabezas se hubiese caído al vacío que había entre la pared y cama que compartíamos, he ahí nuestra propia ciudad alternativa con basurero de sentimientos que crecía y creía inmoderado. Lo peor no era que lo olvidaramos o que no tuviéramos responsabilidad afectiva, sino que dejábamos todo para luego, sin la certeza de retomar realmente.

Encontrar aquella pieza faltante simulaba tarea difícil, pero ese no era el problema, sino forzarla en un espacio que había abandonado. A pesar de todo parecía que nunca más iba a volver a encajar con el constante cambio al que todo se somete, quizás el rompecabezas cambió de forma, evolucionó, o el espació se borró y cambió su tamaño. Me aterraba que había algo evitándome avanzar, incluso siendo yo consciente de que era lo que más quería en la vida.

Lo que existía de probabilidades, era escaso en soluciones, me sentía mediocre por resignarme a algo que no debía, siendo tan lindo lo que solíamos tener. Alexa Chung, mi primer amor, por qué todo es tan complicado si yo de verdad te amo, ¿en qué estoy fallando?

Recuerdo que en cierta ocasión habré pasado toda la tarde sentado en la sala, escribiéndole todo lo que no podía decir. Era como escribir cartas para todas las personas que conocía y para las que no. Entre el desorden de ideas salió una para Alexa, misma que más tarde dejaría sobre la mesa de la cocina, de esta manera la leería apenas llegara a casa luego del trabajo. Otro secreto es que tenía costumbre de llegar a sentarse allí a descansar y en silencio se tomaba un café o vino.

Tras arrancar hoja tras hoja de sentimientos combinados, se podía decir que estuve satisfecho con el resultado de mi obra a base de puño y letra. Yo mismo me tomé el tiempo de decorar un marco victoriano sobre la superficie en su tonalidad favorita: beige. Todo era a su gusto y con fragmentos de mi corazón vaciados ahí, tal como quería. Me dediqué a observarla deseando que le gustara y cedí al ardor de los ojos, me fui a dormir al cabo de diez minutos.

Alexa:

Te quiero con inicio o sin fin determinado, pero sé que con el alma.

Tan intenso, como tu ocaso favorito en verano. Tan fuerte, como un ave llenandose los pulmones antes de trinar por primera vez. Y con tantos matices de emociones para armonizar cada día a tu lado, relegando nebulosidad que tiempo atrás existió.

Produces inflexiones en mí, me haces olvidar capacidades básicas con solo pensarte.

Diálogo, lectura y escritura no son más que recuerdos vacíos si te tengo conmigo. Podrías hacerme olvidar lo más simple como leerte a Vygotski por las noches, pero yo te seguiría queriendo siempre y cuando tu nombre permanezca intacto en mi mente.

Similar a la sensación que deja un zumbido en el oído, luego del repiqueteo intenso de una campana indicando las horas.

Mis sentimientos son desordenados, puesto que no existe arriba ni abajo. Mis pensamientos fluyen a cada instante, las palabras son incesantes porque vienen y van pero lo único que te puedo asegurar es que te quiero.

En días fríos, cálidos, o cuando la penumbra llegue voy a seguir en la curva de tu cuello porque si hay algo certero es que de tu lado no quiero apartarme.

Y entre todo, la verdad es que te amo.

- Alex

Ciertamente no era el mejor con la poesía pero hacía mi intento, ella lo valía, así como las mejillas ardiendo por semejante confesión.

A la mañana siguiente, al bajar a la sala, la cafetera ya no estaba encendida ni emanaba ese fuerte y usual olor a granos de café, ahora había una tetera con earl grey, mi favorito desde siempre, y una nota a un lado.

Sígueme provocando colosales terremotos en la galaxia de mi alma caótica y seré tuya hasta que el fénix deje de volver a la vida

- Alexa

Era toda una maravilla, mis mejillas volvían a arder. Se me llenaba el pecho de un sentimiento que todavía me veía incapaz de describir y mis ojos no se quedaban atrás, lo único que lamentaba es no poder reparar lo que se había roto en la relación.

homesick - milex Donde viven las historias. Descúbrelo ahora