"No lo dudes"

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Después de dos semanas, casi tres, siendo mayormente evitada por Cristóbal, y recibiendo el mismo trato de su parte, he sobrevivido con un par de baches por culpa de Francisco alias "Cólera", quien no sé cómo lo logra, pero siempre arruina mi día de una manera u otra.

—Los veo mañana, muchachos, la semana estará encargandome de algunos pendientes que quedan. No les tengo que repetir que practiquen en sus casas lo más que puedan, saben que la obra sale pronto. —Con sus puños sobre su cadera, la estricta señorita López nos dijo aquello a todos en el salón de danza, mis compañeras y yo pudimos quitarnos las zapatillas de una vez, completamente sudadas y yo especialmente dolorida.

—Finalmente. —Me susurró Luisa estirando sus piernas. —Ahora puedes decirme todo lo que sucedió con Cristóbal, ¡A veces odio ya no estar en la prepa! La universidad por ahora apesta.

—No fue nada. —Respondí intentando restarle importancia. Miré a Sofía y dije: —Y Sofía debió guardarse el beneficio de decirte. —Ella me miró con ojos de arrepentimiento.

—Heaven, soy tu amiga, sabes lo que opino de ese animal, Cristóbal, y que se haya metido contigo me ha puesto muy nerviosa, si me lo preguntas. —La honestidad en Luisa me frustró, tiene razón. —Tú pareces no entender lo que hizo, y me asusto por ti.

—No debería estar en la lista de tus preocupaciones, universitaria. —Sonreí cambiando el tema indirectamente. —Pero de todas maneras es él quien me ha pedido alejarme, así que no tengo nada porque temer.

—Sí, eso es cierto, en algún cliché me imagino que te hubiera forzado a algo terrible en lugar de esto. —Dijo Sofía en tono inocente. -O que le hubiera parecido perfecto de manera perversa el que seas bailarina.

—Puede ser. —Tomé mi mochila con la ropa del uniforme. —Pero de todas maneras no es algo que me extrañe, es decir, si yo hubiera matado, no sé, a un músico, y de pronto me enterara de que el chico al que intento frecuentar es músico mi reacción sería la misma.

—Pero te ha amenazado. —Recalcó Luisa con una mueca de preocupación.

—No, más bien ha sido solo una advertencia, y cito, "Te lo advierto". —Respondí al momento.

—¿Cuál es la razón para que lo defiendas tanto? —Luisa me acarició el hombro maternalmente. — ¿Eh, Heaven? No quiero que salgas literalmente herida de todo esto.

—No lo defiendo. —La corté antes de que siguiese con ese tema. —Él mató a alguien....

—No sólo mató a alguien, Heaven, mató a mi amiga, a una de nosotras ¿Por qué no lo ves?

 —Sí, sé eso. —Me sentí culpable por no considerarlo lo suficiente, no ponerme en el lugar de Luisa ha sido egoísta.  —No necesito más problemas que suficientes me he creado ya con ese tal Francisco.

—¿Yescas? —Preguntó Luisa. —Ay, amiga, de verdad hago falta. ¡Cuídala, Sofía!

—Eso se supone que hago, aunque Miguel ya lo hace muy bien. —El teléfono celular de Luisa sonó y ella miró la pantalla.

—Ya me dirán que sucede con ese Miguel. —Luisa besó la mejilla de Sofía y luego la mía. Por algún motivo no me gusta hablarles de mis situaciones, o problemáticas a las personas, ni siquiera a Luisa. —Tengo una cita con Paulo y ya llegó.

—¿Irás así? —Pregunté señalándola y señalándonos, tenemos sudor en todo el cuerpo y licras. Ella sonrió alzó y bajó las cejas en un movimiento rápido y pícaro y dijo:

Matar a una bailarinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora