4. Dos y dos, cuatro.

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Al día siguiente me levanté temprano, y los niños aún dormían. Bajé en silencio al piso inferior, y entré a la cocina. Seguía exactamente como la había dejado la noche anterior. Recogida, pero con la servilleta con nuestros nombres encima de la mesa. No me había decidido a guardarla, pero tampoco la quería tirar.

Aún estaba contemplándola ensimismada cuando Dai apareció, dándome un susto tremendo. Murmuró un "ohayõ", somnoliento, se sentó a mi lado en la mesa. Me levanté rápidamente, y empecé a preparar el desayuno. En tres minutos, estábamos los dos comiendo tostadas, mirándonos en silencio.

-Hasuko nee-chan...

Casi salto del susto. Ese niño era tan silencioso que me sorprendía cada vez que hablaba.

-¿Sí, Dai-kun?

-Okaa-san te ha dado permiso para dejarnos salir, ¿no? -preguntó, preocupado.

Recordé la extensa (interminable) lista de "recomendaciones" que me había dejado la madre de los niños.

-Sí, pero dentro de unas circunstancias muy específicas...

-¿Quedar con nuestros amigos cuenta?

-Sí, siempre que volvais a la hora de comer, o de cenar, si es por la tarde. Al parecer no os puedo dejar dormir en sus casas.

-Ah, vale. Gracias. -murmuró al levantarse de la mesa. Dejó su plato en el fregadero y desapareció tan silenciosamente como había venido.

Después de media hora, o así, apareció Akemi. Me saludó alegre y comió a prisa el desayuno que yo había preparado. Ya salía corriendo por la puerta, cuando "derrapó" y se giró para hablarme.

¡Por cierto! Kaa-san te deja dejarnos salir con los amigos, ¿no?

-Ehh, sí. De hecho, ya se lo he dicho a tu hermano.

-Ya, pero ese friki estará encerrado en el salón de juegos hasta que vengan los otros. ¡Es verdad! No has visto el salón de juegos, ¿no? Mira, ven.

Fui despacio detrás de ella, y cuando abrió la puerta, me quedé sorprendida. Aquella sala pequeña tenía de salón de juegos lo mismo que yo de modelo.

Las paredes estaban cubiertas con estanterías, llenas de libros, disfraces y algún cochecito que otro. El suelo estaba recubierto de algo parecido a gomaespuma, de manera que si algo se caía, tenía menos posibilidades de romperse. En el centro, había una mesa baja, inundada de piezas de Lego, que se desbordaban por un lado. Entre ellas asomaba una figurita de Kamen Yaiba, y la pantalla de un portátil en el que Dai estaba escribiendo a una velocidad espeluznante.

-Bienvenida a nuestra base de operaciones, nee-chan.

-¿Base de operaciones?

Dai cerró el ordenador con un suspiro.

-Sí. Base de operaciones. Se-cre-ta. -dijo, mirando a su hermana.

-¡No pasa nada, Dai! Hasuko nee-chan no dirá nada. Además, tampoco tiene a quien chivarse.

-Bueeno... -aceptó él.- Pero, ¿y si conoce ahora a alguien a quien se pueda chivar?

No pude evitar sentirme ignorada. Otra vez.

-Pues la hacemos miembro honorífico de los Himitsu Shounen Tantei Dan.

-¿La "Liga secreta de los detecives juveniles"? -no pude evitar preguntar. Me ignoraron completamente, y sigueron hablando.

Entonces tocaron al timbre. Fui a abrir, mientras ellos seguían discutiendo. Al abrir la puerta me encontré a dos niños, de edades parecidas a los mellizos. Había una niña menuda, de pelo marrón y que llevaba unas gafas grandes, y un niño que le sacaba una cabeza a la pequeña, y tenía el pelo de color oscuro, casi negro. En ese momento noté algo familiar, pero no llegué a descubrir qué era, ya que Akemi y Dai habían asomado por detrás mía.

-¡Hola, chicos! -saludó Akemi.-Esta es Hasuko nee-chan, y es la nos cuida mientras nuestros padres no están.
Ambos dijeron "Encantados de conocerte" al mismo tiempo.

-Nee-chan, estos son Kenji y Irene, los otros dos miembros del...

-¡Himitsu Shounen Tantei Dan! -dijeron los cuatro al mismo tiempo, sacando unos objetos brillantes de los bolsillos. Me acerqué y vi que eran chapas. Había una D, una B y una silueta de Sherlock Holmes. En pequeño ponía "Detective Boys".

-¿"Detective Boys"? ¿No debería ser "Secret Detective Boys"? -pregunté.

-Es que las chapas eran desde antes de cambiar el nombre. -respondió el chico alto. Kenji, era.

-De hecho, las chapas ya existían desde antes de formar el grupo. Eran de cuando nuestros padres eran niños, así que... -comentó Dai.

-Bueno, eso ahora no importa.-dijo Kenji. Sonrió.- ¡Porque tenemos un caso!

-¡Y no es otro gato perdido!- comentó Irene. Qué nombre más... extraño. Quizá fue eso lo que me resultó familiar. Un nombre extraño. No pude evitar sonreir.

Los niños se despidieron agitando las manos, y yo volví a entrar a la casa. Parecía que tendría tooda la mañana para leer mi novela de misterio favorita: "Las aventuras de Randall Doyle". Y así fue. Aunque a la tarde no pasó lo mismo.


Conocí a un chico con un nombre extraño. [DConan]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant