Parte II: Maldición

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Un día, el hombre despertó sintiéndose extraño y con una gran pesadez.

Pensó que se debía a que no pudo dormir bien la noche anterior y decidió ir a beber un poco de agua del lago más cercano. Cuando se acercó a este vio su reflejo y se asustó tanto que cayó dentro de él. Una bestia gris y peluda le devolvía la mirada.

Inmediatamente se alejó del agua y fue a buscar a su compañera. Pensó que solo eran alucinaciones suyas y quiso comprobar con ella que se encontraba totalmente bien.

Cuando la vio se quiso acercar a ella pero cuando ésta le vio empezó a gritar y corrió lejos de él. Temiendo que su compañera le hiciera algo salió corriendo del Edén.

A las afueras se encontró con un paisaje desolador, seco y desierto, nada que hiciera ver que había vida ahí. Queriendo volver al Edén se acercó a la entrada, pero se dio cuenta que una fuerza extraña no le permitía el acceso.

Triste, derrotado y sin fuerzas se dio por vencido.

Vivía con hambre y con sed pero nunca llegó a tal punto de sufrir por estas necesidades, era como si su propio cuerpo no le diera la oportunidad de morir aunque tuviera que ocurrir.

Semanas después, una mañana demasiado fría como para siquiera levantarse vio una pequeña cáscara de coco con agua dentro de él y en una pequeña hoja llena con varios frutos que, a su mirar, se veían deliciosos.

Semanas después, una mañana demasiado fría como para siquiera levantarse vio una pequeña cáscara de coco con agua dentro de él y en una pequeña hoja llena con varios frutos que, a su mirar, se veían deliciosos

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Cuando volteó a ver los alrededores reconoció a una pequeña figura. Ésta lo observaba con atención desde la entrada del Edén y no perdía de vista ninguno de sus movimientos.

Su compañera le había llevado comida. De repente reflexionó que todo lo que había hecho había sido incorrecto y, de cierto modo, malvado.

Deseó que el creador le diera una segunda oportunidad para poder redimir sus acciones y vivir una vida completamente diferente a la que todo este tiempo había llevado.

Inmediatamente se acordó de la totalidad de su maldición.

Se propuso hacer que a su compañera se le quitara el miedo.

Todos los días despertaba con agua y comida fresca, cuando se daba cuenta de lo ocurrido la buscaba con la mirada pero esta ya había corrido al Edén.

Una noche no durmió por estar esperándola y valió totalmente la pena.

Cuando ella llegó con los alimentos él se hizo el dormido. Ella se le acercó y le acarició el pelaje. Un sentimiento extraño apareció en el cuerpo de la bestia, algo que le entibiaba y calentaba su corazón.

El agarre de su compañera se volvía cada vez más lento y suave. Un murmullo por parte de ella se escuchó en voz baja.

— Eres un ser que emana peligro y ferocidad, pero debajo de todo eso se encuentra un animal que lo único que quiere es que lo comprendan y lo quieran. — Lanzó un pequeño suspiro — Si pudiera te ofrecería un refugio en el Edén pero he visto que has intentado cruzar y una fuerza extraña te retiene en las afueras. De todos modos, no sé si podrías llegar a ser domesticado.

Juntando toda su fuerza de voluntad la bestia se sacudió y levantó su mirada.

La mujer lo observaba con fascinación. Lentamente se le acercó y le dijo mirándolo a los ojos.

— ¿A quién engaño? Sé que eres el hombre que el creador hizo para estar a mi lado.

La bestia se la quedó mirando y no pudo ocultar la confusión que reflejaba su rostro.

— Escuche cuando le hablaste al creador sobre mi y le pediste mi muerte —. La mujer guardó un momento de silencio mientras la bestia asimilaba todo lo que ella le estaba contando —. En ese instante te odie con todas mis fuerzas, no podía imaginarme a un ser que tuviera tanta maldad en su corazón. Pero aún así seguí oyendo la conversación y me enteré de tu maldición. Me regocijé de tu desgracia. No podía aguantar al día en que ésta se cumpliera. Pero cuando ocurrió me asusté de ti, pensé que me matarías porque, según tú, yo era la culpable de todo y por eso salí corriendo. Con los días te observé en las afueras y me diste pena. Por eso una noche empecé a dejarte comida y agua. Vi como sufrías, pero cuando yo me acercaba no veía reacción alguna de tu parte; era como si confiaras en que yo no te iba a hacer nada. Así fue como me di cuenta que ya no te odiaba. Pero un sentimiento diferente se está abriendo paso en mi corazón. Es como si yo sintiera que tú has cambiado. No puedo explicarte cómo, pero así es. Por eso te digo hoy, con el creador y la luna de testigos que te quiero; no sé si mis sentimientos puedan dar paso a otra cosa pero no estoy dispuesta a perder esta oportunidad. Voy a hacer frente a las consecuencias de que tu maldición caiga sobre mi pero debo saber si tu estas dispuesto a sacrificar lo mismo que yo.

La bestia se quedó mirando con intensidad a su compañera. Él no podía creer que ella estuviera dispuesta a sacrificar tanto por él. Él, que había pedido su propia muerte y que la había rechazado sin haberla conocido todavía. Era algo sorprendente y no estaba dispuesto a perder la oportunidad que ella le estaba ofreciendo. Aunque tardara años en demostrarle que realmente había cambiado no lo iba a desaprovechar. Con un rugido por parte de él, el destino de muchos más seres había quedado sellado.

De repente, una luz intensa los cegó momentáneamente y cuando pudieron abrir los ojos vieron a una figura imponente frente a ellos.

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