La boda <3

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El sol de primer hora de la mañana se derramaba sobre la ventana del balcón de Rosaliya, misma que, llena de nervios, caminaba sin cesar por toda su habitación. Hoy era el gran día; su boda.
Se acercó al tocador y se vio al espejo. Sonreía tiernamente, en realidad estaba muy feliz.
"¿Puedo pasar?"
Rosaliya se volvió y se encontró con Reficul, que acababa de entrar a la habitación.
-Buen día -saludó cortesmente la pelirosa.
-Buen día, Rosa -dijo Reficul-. Sólo quería avisarte que ya están empezando los preparativos en el salón de la recepción y la iglesia, aún que es algo hereje eso, ¿no? -rió con alegría la peliblanca.
-Bueno, eso es cosa de Liliya, a demás, Justim no tuvo problemas en casarnos -ella sonrió.
Ambas chicas guardaron silencio por unos segundos, hasta que se volvió algo incómodo.
-Reficul...
La nombrada asintió con un movimiento de cabeza.
-Bueno, yo quería preguntarte algo -dijo Rosaliya con sumo nerviosismo.
-¿Qué pasa?
-Me han dicho que el matrimonio es difícil...
-Oh -Reficul suspiró-, no mentire, sí lo es. Pero cuando dos personas se aman, no importa que tan difícil sea la situación, siempre saldrán adelante.
Rosaliya suspiró y agachó la cabeza. La realidad era que ni Reficul ni nadie sabía aquella historia a ciencia cierta que ocultaban, tanto ella como Liliya.
Tras una sincera sonrisa, Refi salió, dejando sola a la pelirosa.

"¡Para!"
"Te enseñaré cuál es tu lugar"
"Para..."

Por un momento, Rosa se había perdido en sus pensamientos, recordando eso.
¿Por qué debo recordarlo ahora?
Entonces miró hacia abajo, contemplando su hermoso anillo de compromiso; alguien toco a su puerta.
-Adelante -dijo ella.
La puerta se abrió, se trataba de Vicers; bien sabían que, aunque el tipo era de lo más antisocial, era muy cercano a ella.
-¿Lista? -preguntó, sin embargo, Rosa no contestó-. Ya me lo imaginaba -se acercó a ella, notando el brillo melancólico de sus ojos y la abrazó-, ¿a caso te pusiste a recordar "eso" ?
En vez de contestar, sólo hundió su cabeza en el pecho de él.
Como si se tratase de un padre que trata de consolar a su hija pequeña, éste la abrazó aún más fuerte y acarició su cabeza.
-No es como si yo haya perdonado a Liliya por completo, pero sería mejor si olvidaras todo -sugirió Vicers.
-¿ Y si vuelve a lastimarme? -murmuró.
-Entonces esta vez sí lo mataré -contestó Vicers con tono amenazante.
De pronto, la puerta se abrió, dejando pasar a Elux.
-No quiero interrumpir su adúltero amor, pero, Rosa, ya es hora.
Rosa se separó de él, asintió y salió junto a Elux.

La iglesia (?) Estaba tan bella, llena de lirios azules y rosas rojas; Rosaliya entró del brazo de Vicers y al verla, todos se pusieron de pie al son de una marcha nupcial. Liliya se veía hermoso, con su traje azul de gala y su cabello peinado hacia atrás; una delicada rosa como ornamento en su traje.
Rosa vestía de blanco, y su ramo se conformaba por lirios. A lo lejos visualizo a Etihw con su ya hinchado vientre, Kcalb a su lado; Siralos junto a Fumus (el shippeo llega solo), Elux al lado de Reficul, Satanick cargando a Licorice y a su lado Ivlis. Justim estaba al frente, listo para llevar a cabo la ceremonia.

Después del "acepto" y muchos aplausos, llegó la hora esperada (al menos por Satanick); la recepción.

Etihw y Kcalb habían ofrecido su castillo para la fiesta.
-Ya quiero irme -dijo Licorice fastidiado.
-Comportate, hijo -sugirió Satanick.
-Tu callate, anciano.
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-Licorice, ven aquí -dijo Siralos, a lo que el niño se paró y caminó alegremente hacia él.
-Ya estás grandecito, así que te diré algo importante.
Licorice lo miró curioso.
-¡No me importa cuantos culos hayas partido o estés partiendo, cuidate o terminarás como los idiotas de tus padres!
-... khe? No joda abuelo, aún soy un niño -exclamó Licorice.
-No mames Siralos, ni han llegado los novios y ya estas ebrio -dijo Fumus.
-¡Es tu culpa por no amarme! -contestó Siralos con despecho (?).
-Kha? -cuestionó Fumus.
-Sabes qué, me voy -y todo ebrio, modo diva, Siralos se paró y se fue quién sabe a dónde.
-Ahora veo de donde saco lo put... homosexual Ivlis -murmuró Etihw.
-¿Yo que culpa tengo? -exclamó Ivlis.
Al poco rato, los recién casados llegaron, recibidos tras un fuerte aplauso por parte de los invitados.
Mientras ellos seguían en su luna de miel, todos seguían bebiendo y bailando.

-Igls, ¿has visto a tu padre? -preguntó Fumus acercándose a la hija de Siralos.
-Me pareció verlo en el jardín derecho.
Fumus agradeció y se encaminó al paradero del rubio.

-Estúpido Fumus, ¿cuándo se dará cuenta? -murmuraba el rubio para sí mismo.
"Darme cuenta de qué"
Siralos se volvió y cruzó miradas con el azabache.
Fumus se acercó a él, Siralos se sonrojó.
-¿Qué haces aquí? -preguntó Siralos.
-Te fuiste y dijiste cosas extrañas. -Eso no te importa -dijo volteando la cabeza, tratando de evadir la mirada de Fumus, también parecía que el alcohol se le había bajado.
-Siralos...
Él no contestó.
Fumus suspiró, pensó por un momento que demonios estaba a punto de hacer, hasta que se decidió. Tomó la mano de Siralos, éste totalmente sorprendido, volvió su mirada para toparse con el tosco beso del azabache. Ambos labios estaban juntos por primera vez, algo que en secreto, Siralos siempre había deseado; correspondió a Fumus, se abrazó de su cuello y continuó el beso. Fumus fue el primero en separarse, Siralos sentía como el rubor en sus mejillas aumentaba, sin embargo seguía confundido.
-Siralos -nombró Fumus con seriedad-, me gustas.
-Pe-pero, Fumus, qué cosas dices -Siralos estaba nervioso.
-No me hagas repetirlo.
Siralos estaba aún más sonrojado.
-Pero, si alguien se entera...
-Callate y ven conmigo.
Sin esperar respuesta, Fumus lo tomó de la mano y lo llevó a la habitación más cercana del castillo. Entraron, y éste aventó al rubio con fuerza a la cama.
-Quítate la ropa -ordenó.
-¿Q-Qué? -preguntó Siralos confundido.
-Si no te la quitas tú, lo haré yo -informó Fumus mirándolo lascivamente.
Obligado por la determinación de aquel azabache que lo volvía loco, poco a poco se fue despojando de su ropa de fiesta, al contrario de Fumus, que solo se había quitado el saco y la camisa.
-No es justo si sólo yo estoy desnudo -murmuró Siralos.
-Tú sólo espera -respondió éste con una sonrisa en su rostro -, pronto serás mío.

¿Quién se comió la tarta de Ivlis? ©Where stories live. Discover now