Celos, envidia, rabia.
Era solo una parte de todo lo que sentía en estos momentos por cómo mi mejor amigo me hablaba de la chica de las notas.
Él estaba sentado en la silla frente a mí en el escritorio de mi despacho y me decía que había ido con ella a tomar un helado con el fin de hacerla sonreír.
Me dijo que lo único que le sacó una sonrisa fue el decirle que yo estaba bastante preocupado por ella y eso disminuyó un poco mis malos pensamientos, pero no del todo.
Aún seguía sintiendo celos de que él pudiera demostrarle que estaba ahí y yo solo pudiera sentarme a esperar.
Nos levantamos y salimos hasta la cafetería, donde rápidamente despegué la nota para ver si se encontraba mejor.
Sonreí un poco al leer las primeras líneas y asentí de acuerdo a que Ian era un buen hombre y amigo, pero después mi sonrisa se fue borrando.
-Por favor, Ian, dile que no me deprime con las cosas que me cuenta. -Él frunció el ceño.
-¿Qué? -Preguntó.
-Sus amigos no le hablan por cancelarlos y dice que no tiene a nadie con quien desahogarse. -Bufé. -Hazle saber que estoy aquí para ella, ¿vale? -Asintió.
-Tranquilo, se lo haré saber. -Suspiró.
-De cualquier forma, dile que me cuente lo que quiera, que aquí estoy para ella, por favor. -La desesperación por ayudarla estaba presente en mi voz.
-Te dije que se lo haré saber aunque ella ya lo sabe. -Se medio rió mirando sobre mi hombro y miré también, pero no había nadie.
La camarera se acercó con media sonrisa y entendí que mi mejor amigo se había reído por ella, así que solo pedimos y hablamos como siempre, aunque esta vez de trabajo, tomando café.
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Su chica.
Historia CortaDonde un hombre empieza a recibir unas extrañas notas pegadas a la silla de la cafetería de siempre. ¡ATENCIÓN! No es necesario haber leído "su hombre", que la puedes encontrar en mi perfil, para entender esta historia, ya que esta es paralela a esa...