Capítulo 1

568 21 0
                                    

-¿Dónde estás?

-En un bar.

-¿Sola?

-Sí.- murmuré entrecortada.

-Más te vale...A las ocho en casa.

-Ya hace mucho tiempo que no salgo y...

-A las ocho. - colgó la llamada y suspiré cerrando mis ojos. Tragué saliva, pagué el refresco que había consumido y salí rápidamente del bar. Él nunca dejaba que bebiese alcohol, sólo si me lo ordenaba. A veces el amor se convierte en obsesión, no le culpaba, le puede pasar a cualquiera. Pero mi única obsesión era ser libre y vivir sin él...sin su obsesión. Por mí.

Abrí la puerta de casa, mis manos temblaban siempre al hacerlo, ya estaba acostumbrada a llevarme grandes sorpresas al estar con él. Se llamaba Kim Jae Ho. Crucé el pasillo principal, a la derecha se encontraban las escaleras para subir al segundo piso con dos habitaciones de invitados, la nuestra y dos cuartos de baño espaciosos. La cocina estaba conectada con el salón, y también con la pequeña terraza que había en la planta baja. Una casa familiar y alegre a la vista. Porque desde dentro, todo se veía un infierno.
Le vi leyendo un libro, sentado cómodamente en su sillón favorito del salón que tenía un color marrón oscuro, seguramente le hacía sentir poderoso. Llevaba puesto su traje negro favorito, siempre iba bien vestido, para dar una imagen más formal al representar a su empresa.

-Has tardado. - dijo sin mirarme, pegando sus ojos al libro.

-¿Cuánto? - miré mi reloj de pulsera.

-Dos minutos. - alcé una ceja y suspiré.

-Por lo menos sabes contar...- murmuré, sin saber que me estaba escuchando a la perfección.

-No te acostumbres a contestar sino quieres que te haga otra marca de esas como la semana pasada. - miré las quemaduras en mis nudillos de mi mano derecha y tragué saliva. No debí haberlo enfadado cuando estaba fumando en la terraza. Me miró serio, sus ojos clavados en los míos, un escalofrío recorrió mi cuerpo. ¿Desde cuándo me trataba así el hombre al que amaba? O mejor dicho, el hombre al que hacía mucho tiempo que amaba. En ese momento era alguien opuesto al que antes quería. Apreté mis dientes. - ¿Qué? ¿Te vas a quedar así de pie para siempre?

-Señor, la casa ya está completamente limpia, volveremos pasado mañana. - dijo una de las señoras de la limpieza, teníamos tres en total. Él asintió, aún mirando el libro. Manejaba mucho dinero, pero yo no lo quería por eso, bueno, había dejado de pensar si aún lo quería como persona. Aunque sabía que si tuviese otro lugar donde dormir, abandonaría esa casa. Si algún día pasase, seguramente él se volvería loco, y me buscaría hasta que por fin me encontrase. Agradecí en ese momento que las señoras de la limpieza Caroline, Martha y Nicolette no nos hubieron escuchado. Ellas pensaban que éramos la típica pareja de novios felices. Yo también sentía mucho que no lo fuéramos, de verdad que lo sentía. Oí la puerta principal cerrarse, sólo quedábamos él y yo en casa.

-Prefiero quedarme aquí de pie antes que sentarme a tu lado. - dije apretando aún más mis labios. Cerró rápidamente su libro y se levantó acercándose a mí. Comencé a respirar fuerte, como si el mismísimo diablo estuviese delante de mis ojos.

-¿Desde cuándo me contestas así, eh? - cogió mis caderas y acercó mi cuerpo al suyo. Quedé callada, mirando sus labios, los odiaba. Pero su hocico de cerdo iba bien con su personalidad. Su pelo era negro, peinado con un tupé algo extravagante. Tenía 25 años, aunque su aspecto parecía más joven. Era algo moreno, y tenía unos ojos penetrantes, fríos, y también negros. Negros como su alma. - Responde. - tragué saliva, me quedé en blanco.

-No me...- pestañeé varias veces. - no me importa lo que pienses porque...es la verdad y...- se rió levemente. Fruncí el ceño.

-Pagarías todo el oro del mundo por saber lo que pasa por mi cabeza, Haneul.

-Déjame. - susurré.

-¿No quieres estar cerca de mí? - acercó su cabeza contra la mía y me dio un cálido beso en la línea de mi clavícula. Tragué otra vez saliva. - Vamos...- susurró y besó mi mejilla lentamente, acercándose casi a mis labios. Aún no me podía creer que ya habían pasado dos años viviendo ese infierno. Dos años llena de burlas, de heridas, quemaduras, frustraciones, mentiras, lágrimas...

-No tenemos, em...- 'piensa rápido, Haneul, por favor'. - No tenemos preservativos, sí...- 'conversación incómoda, pero de algo te salvas en el momento.'

-¿Qué? - puso una cara de asco y se separó de mí rápidamente. - ¿No tenemos...preservativos? - pestañeó varias veces. - ¿No había en el baño? - '¿los que he tirado por el retrete? ¿Dices esos? Ni idea.' Lo único que sabía era que no quería ni tocar a ese monstruo. Vale, no era para nada feo, mejor dicho, cuando entrábamos a un bar todas las miradas de las chicas se clavaban en él, pero descubriendo su personalidad, no lo quisieras tener cerca.

-No, no quedan...- suspiró.

-Da igual, ya me has quitado las ganas. - rodeó los ojos. - Toma, te doy dinero para comprarlos en la farmacia. - mis ojos brillaron como luces de navidad.

-¿A...ahora?

-Las tiendas aún no cerraron, vete. Si mañana tengo ganas...- suspiré, cogí su billetera y me dirigí hasta el hall. Antes de irme, gritó desde el salón:

-¡No llegues tarde a la cena!

-¡De acuerdo! - oí su gruñido y suspiré. Había una farmacia cerca de mi casa, con suerte la única que estaba abierta. Entré sigilosamente, 'por favor que esto acabe ya'.


Love me or leave me (GDragon)Where stories live. Discover now