13. Sangre de tu sangre

4.8K 374 10
                                    

Metí todo lo que Darcy se había molestado en traerme en mi maleta, suspirando profundamente. Caminé hacia la ventana, al fin saldría de aquí y podría reincorporarme en mis actividades.

Después de una semana los doctores dictaminaron que estaba lo suficientemente sana como para poder darme el alta. Mi herida ya estaba cicatrizando, y debido a las transfusiones no estaba tan débil, no había presentado infección, ni fiebre, ni nada por el estilo.

Todo estaba perfecto y por fin saldría de estas cuatro paredes, si algo me podía enfermar, era el encierro y la monotonía.

—Todo esta listo, ya te puedes ir— Me dice Darcy en tanto entra a la habitación. Sonriendo y lanzando mis brazos al aire en una dramática acción, tomo mi bolso con mis cosas y salgo, no sin antes verificar que no dejé nada en el lugar.

—Espera, Darcy. Debo agradecerle al doctor por atenderme antes de irme— Le digo poco antes de que salgamos por la puerta. Entonces me devuelvo y me dirijo a recepción, donde pregunto por el doctor que me ha atendido. Después de ser informada que se encontraba descansando en la cafetería, me dirigí hasta allí, donde efectivamente estaba.

—Hola, señorita Collingwood— Me dijo con una sonrisa —. ¿Lista para irse?

—Sí— Asentí —. Pero no podía hacerlo sin antes venir a agradecerle por haberme operado y haberme salvado.

—No me agradezcas a mí, sino a ese donante— Sentí mi mandíbula tensarse ante la mención de mi padre, pero lo dejé pasar. Sería descortés de mi parte expresar mi molestia.

—Sí... tiene razón. De todos modos, muchísimas gracias por todo.

—No ha sido nada. ¡Espero verte pronto! Pero no aquí, claramente— Reí ante su comentario, esta vez saliendo de la cafetería para por fin poder irme a mi casa.

Eso, hasta que una mano masculina me detuvo a mitad de pasillo, tomándome por el brazo. Extrañada, giré sobre mis talones, sin estar realmente preparada para ver al hombre de pie frente a mí.

Charles Collingwood. Mi padre.

Tenía el ceño fruncido, con una barba de dos días en su rostro y una leve cicatriz que probablemente ganó en un bar durante una pelea mientras estaba ebrio.

Inmediatamente me zafé de su agarre, su mandíbula se tensó ante mi acto.

—¿Qué rayos haces aquí?

—Es un lugar público— Dijo con ese tono arrogante que solía llevar —. Puedo estar aquí.

—Pero no tienes permitido tomarme de esa manera— Escupí, caminando hasta las afueras del hospital. Aunque me siguió, sería mejor hablar afuera, pues no estoy dispuesta a hacer un escándalo ahí dentro.

—Soy tu padre y...

—No— Lo corté, hablando de mala gana, negando con la cabeza, en desacuerdo con sus palabras —. Tu dejaste de ser mi padre en el momento en el que empezaste a tratarme mal sin razón alguna más que tu despecho por lo que pasó con mamá— Sus manos se hicieron puños a cada lado de su cuerpo. Poco me importó. Mientras, Darcy había salido de su coche donde me estaba esperando, viendo la escena.

—Es por mí que estás viva.

—Te equivocas. Puede que me hayas donado sangre, pero, ¿no es esa tu responsabilidad como padre? De todos modos si no lo hubieras hecho alguien más hubiera venido y hubiese donado.

—Nuestro tipo de sangre...

—¿Y qué? — Alcé la voz por primera vez, tirando los brazos al aire —Si nadie hubiera venido me hubiese muerto, ¡Lo cual hubiese sido mucho más preferible a tenerte de vuelta en mi vida!

Vi su mandíbula caer un poco, impresionado de la persona que tenía en frente. Sabía que él tenía muy presente que ya no era la misma. Se recuperó rápidamente.

—Todos tienen tiempo para decir perdón.

Oh Dios. Es como si todo lo que saliera por la boca de este hombre fueran cosas incorrectas.

—Tu descaro no tiene límites, ¿No es así, Charles? No te quiero ver. Nunca más en la vida. No mereces que te llame padre, ni mereces ser llamado hombre siquiera. Lo que tu hiciste no tiene justificación alguna, no, no vas a usar la muerte de mi madre como justificación, pues es inválida. Lo hiciste porque te vino en gana, y yo no estoy dispuesta a perdonar eso. Si pensabas, aunque sea por un segundo, que tu "acto heroico"— Hice comillas con mis dedos— iba a ser lo justo y necesario para una reconciliación, permíteme informarte, que esta vez como muchas otras... estabas equivocado.

Mi labio inferior temblaba de pura rabia. Ni siquiera sé de dónde saqué ese montón de palabras, pero estaba justo en lo correcto, y el silencio en Charles, un hombre que siempre sabía qué decir, no hizo más que confirmármelo.

—Vámonos de aquí— Tomé a Darcy por el brazo, yendo hasta el coche, donde nos metimos y ella arrancó, dejando solo a aquel hombre que solía conocer.

—Eso estuvo bien— Me dijo Darcy, sacando la vista un momento de la carretera para verme a mí —. Te admiro, tuviste valor para decirle todo eso.

—Era necesario. Yo simplemente... no quiero verlo más nunca en mi vida. Sólo quiero avanzar, es todo.

Ella asintió, y siguió conduciendo en silencio, a sabiendas de que yo necesitaba un poco de espacio en este momento, para pensar y calmarme.

Sólo quería poder ser una chica de dieciocho años con una vida que no fuese tan turbulenta. Tan turbia. Tenía tanto sucediendo al mismo tiempo que pocas veces podía sentarme y decir, "Hey, ¿Cómo solucionaré esto?" para poder obtener una opción razonable.

Pero no. No podía. No con las apariciones de Gemma, ni una puñalada en mi estómago por salvar a Harry, ni Charles apareciendo cuando se le viene en gana para revolver mi mundo.

Siempre veía las cosas de manera positiva, pero estaba dejando de serlo. Estaba empezando a ser más realista.

Y seré bastante realista ahora mismo al decir que no tengo ni idea de cómo enderezar mi vida.



Turbid Waters → stylesWhere stories live. Discover now