Capitulo 7.

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Mientras caminaba a casa de Penélope creí entender el pensar del autor pues en ese momento me daban ganas de golpear a esa maldita y ahorcarla hasta matarla, ¿quien se cree que es? Si le sucede algo a mi brazalete lo va a pagar.

Llegue a su casa y toque la puerta con todas mis fuerzas pero nadie contesto, así que solo me dije, al diablo la decencia. Abrí la puerta y camine adentro dándome cuenta de que ella estaba ahí sentada en su sofá de lo mas despreocupada. Al darse cuenta de mi presencia solo se digno a sonreír con malicia.

-Maldita sea contigo-le dije echa una furia-. ¡Devuélveme el brazalete!

Ella se levantó y negó con la cabeza tomando un disco de su mesa con malicia. Estaba confundida, había algo sospechoso en su actitud más allá del hecho de que robara mi brazalete y rompiera mi ventana... Era algo más, pero no sabía qué.

-No sin que antes veas algo...-dijo caminando a su televisor e insertando aquel disco.

-¡No! Solo devuélveme mi...-me calle de golpe poniéndome nerviosa, lo que puso a reproducir en su tele comenzó, ella solo sonreía mientras me miraba siniestramente, yo no entendía lo que se suponía estaba viendo, en el vídeo solo se veía una habitación con una cama en medio-. ¿Que se supone que es esta mierda?-pregunte asustada pues sabía que en aquella grabación debía haber algo que no me gustaría.

-Shhh, solo espera-repitió-. Si no miras el vídeo no te devolveré el brazalete-dijo burlándose de mí.

Una vez más mire la tele, de repente, en el vídeo entraron dos personas a la habitación y fue ahí cuando se me cortó la respiración, dure un par de segundos para reconocerlos pero mis ojos se humedecieron al instante, los del vídeo eran Damián y... Y Penélope, se estaban besando apasionadamente, los dos se tiraron a la cama y Comenzaron a tener sexo así sin más. Mis piernas tambalearon y caí de rodillas al piso intentando no llorar, mientras Penélope, al ver mi estado, se moría de risa, ella sabía que yo estaba muy enamorada de Damián, por esto siempre había intentado conquistarlo... Solo para restregármelo en la cara.

-¿Te gusto mi película?-preguntó sarcásticamente mientras reía-. Te ves patética.

Yo no pude responder, aquello debió pasar la noche anterior en la fiesta. Penélope se puso de rodillas frente a mí, mirándome fijamente con una sonrisa maliciosa.

-¿Cómo Creíste que a él le ibas a gustar tu?, una simple niña patética-pregunto de manera siniestra

-El estaba borracho...-susurre con dolor.

-Pero eso no evito que lo hiciera conmigo, ¿o sí?-Ella me tomo del mentón y levanto mi cabeza obligándome a verla directo a los ojos-. Solo eres un error más en este mundo, no deberías existir, debiste haber muerto en aquel incendio de hace años junto con tu patética abuela.

Por un segundo no pude creer que haya dicho algo como eso. Ella hablo en un tono de voz bajo pero tan terrorífico que casi parecía algo inhumano hasta para ella.

-Y por cierto, toma tu basura-dijo sacando algo de su bolsillo y poniéndolo en mi mano. Se levantó y caminó más lejos de mí.

Mire el objeto que me entrego y yo... Solo pude ponerme peor, era mi brazalete, cortado en varias partes por alguna herramienta. Aquel objeto que era tan preciado para mí ya hacia destruido en mis manos.

-Espero que te allá gustado la nota que te deje-dijo estirándose-. Esto te enseñara a no meterte conmigo... y ahora... fuera de mi casa, lo único que haces aquí es estorbar.

-¿Por qué?-dije en un susurro-... ¿Porque siempre te enfrascas en hacerme la vida más difícil? Yo jamás te hice nada para llegar a esto...-pregunte llorando aun mas-. Entonces ¿porque a mí?

-Por la misma razón por la que alguien juega un videojuego o mira la tele-explico, y riendo me dijo-. Porque es divertido.

No lo podía creer, aquello... no solo me había puesto triste... si no que me había sacado de quicio. Me levante, pero no me fui, mi respiración estaba agitada y mi cuerpo temblaba sin dejar que lograra pensar con claridad. No sabía lo que haría ahora pero Penélope me quito el objeto que más apreciaba, al amor de mi vida y mi dignidad; pero cometió un error pues también me quitó lo único que la salvaba de mi verdadero yo... Me quito mi cordura.

Así es como la asesine.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora