IV.

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Ella murió lentamente en un hospital, sin nadie a su lado por el miedo que le causaba que él la devolviera a la vida. Suspiró una vez más, y dijo su nombre.

Pensó en aquellos ojos brillantes que le daban una pequeña esperanza; en aquella dulce sonrisa que la hacían sentir protegida, en aquellas caricias que la hacían sentir querida.

Su tiempo con él había sido sin duda la mejor parte de su vida, porque nunca había sido realmente feliz hasta que sus ojos toparon con los de él, fundiéndose en una sola mirada. Era la mirada de dos personas totalmente rotas, que encontraron los pedazos faltantes de su corazón en el otro.

Pero nada de ello la sacaba de la oscuridad completamente, y sólo la hacía sentir peor porque ella sabía que lo estaba arrastrando a él hacia el fondo cuando ella misma se hundía.

Nunca había sentido lo que era una sonrisa sincera, o el dolor de estómago que provoca el reír demasiado. Nunca le salieron lágrimas de felicidad, ni vio la vida color de rosa. Su vida siempre fue un desastre, que llenaba de oscuridad a todo aquel que se le acercara demasiado.

Había tratado de escapar de aquella batalla que se libraba dentro de ella todo ese tiempo, pero ya era demasiado tarde, había perdido contra sus propios demonios y ahora era como un muerto en vida, caminando por ahí sin sentir nada.

Junto con su último aliento recordó cómo se habían conocido justo en su época más oscura. Recordó cómo su vista viajó de un lado al otro en aquella sala de espera y descubrió que él la miraba fijamente para luego dedicarle una pequeña sonrisa, aunque no sincera. Él estaba tan destrozado por dentro como ella, y eso lo supo desde un principio, aun cuando él se negaba a admitirlo por su enorme deseo de sacarla a ella de aquel agujero oscuro en el que se encontraba, porque después de todo, él creía fervientemente que si lograba que ella dejará su depresión de lado, él también lograría hacerlo simplemente por verla feliz.

Conocer al que es posiblemente el amor de tu vida en una sala de espera de un hospital, no es lo que se pueda decir una historia de cuentos de hadas, pero para dos personas para las que la vida ya no tiene sentido, encontrar a esa persona que comprenda tu dolor, es un regalo, aun cuando sabes que tarde o temprano esa persona se irá.

Cuando su último aliento se acababa y sus ojos se habían cerrado por completo, sonrío. Por fin podría ser feliz.

~ ••• ~

Bueno, creo que este es el final. En un rato subiré lo que son los agradecimientos y tal, gracias por leer.

-G.

Inmarcesible.Where stories live. Discover now