Capitulo 23

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-Dulce puedo explicártelo.

-Te lo iba a decir, te lo juro.

-No te vayas así por favor.

-Contéstame.

-De acuerdo, no te molestaré más.

Frases de ese tipo y otras muchas que querían decir lo mismo pero con otras palabras habían llenado mi buzón de voz. Las había oido y ahora estaba en un terrible aprieto y en una guerra interna entre mi orgullo, dolor y mi debilidad.

Su voz... aquella maldita voz suave, dulce, aquella voz que me susurraba palabras alagantes cuando estaba junto a él, aquella voz que ahora sonaba desesperante y sin ilución. No era la voz del Christopher que había conocido.

Y me quería negar fuera como fuera que aquello era porque yo me había alejado.

Su último mensaje, ese "de acuerdo, no te molestaré más" me había llegado muy dentro, de hecho podía atreverme a decir que aparte de una profunda punzada me provocó también un leve, pequeñísimo pálpito dentro del pecho.

¡Maldita sea! Ahora yo me sentí realmente mal, me sentí la persona más cruel del mundo, la más despiadada, me sentía un monstruo por provocarle eso a su preciosa voz pero... no era justo, yo no me debía de sentir así, era yo la víctima de aquel engaño, era yo la que me había llevado la peor parte. Sus palabras me habían manipulado, o más bien habían manipulado mi debilidad.

Pero... ¿y lo de que me lo iba a contar? Que me contaría que tenía novia y que yo era algo pasajero, que si estuviera enamorada o no podía irme por donde había venido o me iba a contar que lo de la novia podía arreglarlo para que estuviéramos juntos. Mi cabeza no daba para pensar más, básicamente porque no sabía que pensar, tenía el mismo miedo y lo que ya creía superado me había inundado de nuevo. Las palabras, primero de Axel y su intento de hacerme entrar en razón para hablar con su hermano y luego la voz de este rogando un perdón y una oportunidad para excusarce me inundaron, no sabía a que conclusión llegar, no sabía que quería, no tenía ni una mínima idea que iba a ser con eso, solo tenía una conclusión:

Mi vida era monótona, aburrida, sin ninguna novedad y siempre cumpliendo con la rutina pero entonces llegó él, lo conocí y posteriormente caí en ese gran enredo, en esa tela de araña llamada amor. Tuve miedo, lloré, reí como nunca lo había hecho, experimenté demasiados sentimientos, en conclusión sentí lo que antes de conocerle no había experimentado, sentimientos que no había sentido por causa de mi sosedad, de mi amargura, ahora me daba lástima no haber vivido todo eso antes de que él entrara a mi vida, eso que todo ser humano siente. ¿Qué era yo entonces?, ¿una máquina programa a seguir así su vida hasta el lecho de muerte?

Acabara como acabara todo tenía que estarle agradecida a aquel hombre que a pesar de sus limitaciones me enseñó a vivir, a hacer locuras y sobre todo hacerlas porque así las sentía, no dejar pasar algo que se podía hacer en el momento ya que quizás luego cuando la quería disfrutar ese algo ya no está y siempre una se quedaría con ese reconcome de... ¿y si lo hubiera hecho...?

Axel me había dicho que era muy fácil llorar y poner de escudo el tiempo para justificar que todo pasaría tarde o temprano, pero tal y como iba no estaba segura de si iba a dejarlo pasar sin más. De nuevo estaba viviendo lo que él me había enseñado. Si dejaba pasar esa oportunidad quizás pasaría el resto de mi vida con la misma amargura y tal y como no quería, insatisfecha, cumpliendo la rutina y sola.

Intentando meditar alguna conclusión los días seguían pasando en mi vida de una manera bastante rápida respecto a lo lento que estaba acostumbrada a que transcuyeran. En el trabajo lograba concentrarme pero desde que pisaba la calle el mismo dilema me atormentaba una y otra vez. El número de Axel seguía apuntado en el mismo papel y este descansaba en el mismo estante donde lo había depositado por primera vez.

Había pensado muchas veecs llamarlo pero no sabía que le iba a decir cuando contestara. A pesar de todo, muy dentro de mi seguía pensando o más bien esperando que Chris apareciera y así escuchar de sus propios labios las súplicas de que lo escuchara pero nunca, jamás apareció y eso me daba que pensar que para él había sido un alivio de que yo desapareciera así sin más pero ahora sus mensajes y su voz desesperante había derrumbado cualquier tipo de pensamiento al cual yo me aferraba para seguir.

Físicamente era un día normal, había salido del trabajo y llegado a casa, me disponía a calentar comida precocinada para meterme en la cama y dormir rogando que mi mente no diera forma mediante sueños a mis pensamientos. Todo era normal hasta que sono el teléfono.

No era el de la casa ya que el sonido era de un móvil y respecto a su politono no era el que utilizaba normalmente. Era el móvil el cual tenía la tarjeta antigua y sólo podía ser una persona que todavía poseía ese número ya que obligué a todos mis conocidos a llamarme al nuevo número.

Provablemente la comida que se encontraba dando vueltas en el microondas ya estuviera chamuscada mientras yo me debatía en contestar o no. La primera llamada la dejé sonar hasta que saliera el buzón de voz pero la segunda insistió y la tercera me obligó a contestar.

El número no lo conocía pero estaba segura de quien podía ser.

-¿Sí? -musité con temor.

-Dulce... Soy Axel.

De repente mis pulmones soltaron todo el oxígeno contenido y mi cabeza dejó de dar vueltas al de nuevo respirar pero antes de que yo puediera decir algo más Axel continuó hablando. Creo que dedujo que no iba a hablar despues de mi largo rato de ejercicios respiratorios.

-Escúchame, no sé si te interese ni tampoco si la conversación de la otra vez te hizo llegar a algun sitio pero necesito que olvides todo y me ayudes por favor.

-¿Qué ocurre? -pregunté yo olvidando, tal y como dijo él cualquier problema o dilema anterior, su tono preocupante me transmitió una cierta angustia.

-Christopher se fue Dulce, no sé donde está tan solo me dejó una nota diciendo que estará bien y que no me preocupé y... que cuide de Max. Dulce mi hermano se fué sin Max, eso nunca lo ha hecho y estoy preocupado, la otra vez que hizo algo así fue cuando el accidente y no precisamente para hacer algo cuerdo.

Lo más claro que recuerdo de todas las sensaciones que pasaron por mi cuerpo es que de repente las piernas me fallaron haciéndome sentar de golpe en el sofá.

-¡Como va a irse sin Max, Axel! No puede caminar sólo por ahí le puede pasar algo, es un descuidado y... lo pueden atropellar o... -yo mismo me cabé mi tumba al pronunciar eso. Una gran angustia, la mayor que había sentido en mi vida apoderó mi pecho, todo mi cuerpo se tensó y despues de mucho tiempo sentí mi corazón palpitar con gran fuerza debido al miedo que me inudaba.

-Por eso mismo Dulce, necesito que me ayudes a encontrarlo, quizás tu puedas tener una idea de donde está.

-No... no sé, ahora mismo no tengo idea pero... pero tenemos que salir a buscarlo Axel, tenemos que encontrarlo antes de que le pueda pasar algo.

Jamás había sentido aquel miedo, aquella angustia y aquellas ganas de tenerlo delante para decirle cuatro cosas bien dichas. Como se atrevía a irse así, sin Max, fugarse como si fuera un adolescente en plena etapa de rebeldía, por muy mal que estuviera esa no era la solución, ¡eso me lo había enseñado él! Iba a encontrarle aún así pusiera la gran ciudad patas arribas, era como buscar una aguja en un pajar, lo sabía pero yo la había a encontrar y cuando lo tuviera delante iba a conocer mi verdadero mal genio, iba a concoer a una Dulce realmente enfadada y... a quien pretendía engañar. Probablemente si lo encontraba iba a conocer a una mujer que a pesar de todo, hasta ese día no podía ni sabía ni quería vivir sin él.

Amor CiegoWhere stories live. Discover now