Haunted

Diligit

  «Podría haber soportado cientos de inviernos más, pero ver su cuerpo inerte sobre aquel manto blanco, era una de las más grandes pesadillas» 

—Volveré con ella —presionó su hombro—, se irán y jamás la dejarás volver.

—Sí —balbuceó Alan.

Thomas asintió y se movió entre los contenedores, con rapidez precisando los movimientos que Lucille estaba teniendo sobre Edith. «No le hará más dañó» Subió al elevador sin pensar en otra cosas, tan solo el rostro de Edith repletó de pánico, ¿podría haber perdonado un amante ocasional? Sin embargo era su propia sangre, su hermana.

La caja de metal repiqueteo. Su cuerpo se heló y sus miradas se encontraron por unos segundos. Edith se avalanzó con ferocidad al cuerpo de Thomas, apuntando con el filo del bolígrafo, ya había sangre en ella y suponía lo peor, sin embargo le aliviaba saber que Edith estuviera a salvo.

—¡Me mentiste! —gritó Edith sin dejar de apuntar con fuerza.

—Lo hice —respondió Thomas agobiado.

—¡Me envenenaste! —su voz que quebraba y su pulso fallaba.

—Lo hice —repitió Thomas desesperado.

—¡Dijiste que me amabas! 

—¡Lo hago! —la sacudió mientras ella bajaba la defensa.

Edith quedó indefensa, había bajado la guardia y pensaba en perdonar hasta su último pecado pero al parecer él no pensaba de la misma manera, sus ojos reflejaban tristeza, ella podían ver su reflejo cristalizado. Él en cambio veía alegría y esperanza.

—¡Edith! —la despertó de su miedo—, necesito que confíes una vez más en mí. 

El cuerpo de Edith se tensó y su mente gritaba que se fuera en ese momento, justo en el que Thomas se apartaba del frente con las manos en el aire, ella imagino una vida después de sentir el suelo frío del metal del elevador, sin embargo no la veía sin él. 

—Solucionaré esto —Thomas se movió con rapidez.

Edith lo vio dar vuelta lentamente, mientras seguía con la mirada sus piernas pensó que era lo que quería y necesitaba y ahí estaba de nuevo, su mirada cristalizada.