VIII. Esas Fotos

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El día de mañana había llegado, era un día tan caluroso que a los pocos segundos de estar bajo el sol la cabeza se te calentaba, haciéndote tener un casco ardiente como adorno capilar. Todos en la escuela morían de calor, las máquinas expendedoras se mantenían a una temperatura muy baja para enfriar las bebidas, y el heladero hacía una fortuna. Casi nadie quería salir de la comodidad del aire acondicionado de los salones, pero algunos maestros eran realmente crueles. El profesor de educación física había sacado a todo su salón a las canchas de afuera, pues el equipo de animadoras y de tenis estaban usando el gimnasio, así que no le quedó de otra que pasar su clase a la intemperie, y no podría cancelarla pues estaba en su programa una sesión deportiva para ese día.

El silbato sonó y fue como escuchar un sonido apocalíptico. Los alumnos se formaron frete al profesor mientras él, parado en frente de todos, dictaba los ejercicios.

—Yo sé que no quieren estar aquí. De verdad, yo tampoco quiero. Pero el programa es estricto —Decía el profesor, que a la vez era el entrenador del equipo de natación—. Así que haremos lo siguiente: en parejas realizarán ejercicios de compañerismo, en donde dependen de su compañero para hacerlos. Ustedes acomódense, yo volveré en unos minutos.

El entrenador se fue; muy probablemente, a refrescarse en los bebederos. Sus alumnos estaban cansados y ni siquiera habían empezado. El calor era tan agobiante que en segundos les quitaba las energías a todos. Aún así hicieron lo que su profesor les ordenó. Todos eligieron un compañero. Kevin se puso con su inseparable amigo Nath, y comúnmente en trabajos de dos, los tres amigos se complicaban la vida; pues no querían elegir entre ellos. Afortunadamente, estaba ahí un chico que los rescató de meterse en ese dilema.

—¿Por qué no se ponen juntos tú y Doble D? —Eddy se dirigía a Daniel con suma picardía. Eddward se sonrojaba.

—Eso tenía en mente —el chico se puso al lado de Eddward. Un poco más y podrían escuchar sus corazones palpitar aceleradamente—. ¿Qué dices?

—Pues... ¿Sí? —El menor aceptó con algo de pena, pues ese adorable chico lo ponía muy nervioso. Y lo ponía aún más saber que gozaba de su compañía.

Los equipos estaban formados; Eddy con Ed, y Doble D con Daniel. A lo lejos, cierto futbolista no estaba contento con el acercamiento de aquellos dos. Su mirada penetraba la nada y se posaba sobre aquellos chicos, los veía reír y ser felices juntos.

—Si las miradas mataran, ese chico ya no existiría —decía su amigo Nathan.

—No digas estupideces. —Kevin intentaba negar cada acto de celos que tenía. Sí, eso eran; actos de celos.

—No hagas estupideces. Viejo, eres demasiado obvio —Kevin pensaba en sus palabras—. Admítelo, ese chico te trae vuelto loco.

—Cierra tu puta boca.

—Ciérramela a besos —le giñó el ojo.

A Kevin no le agradaban los comentarios de su amigo, al contrario, le repudiaba que tuviera algo de razón; o quizás mucha. No les apartaba la mirada ni un segundo, y aunque Eddward lo ignoraba, Daniel lo sabía, y sabía que justo en ese momento, Kevin no dejaba de verlos. No necesitó nada de tiempo para captar que aquel chico moría por no tener a Eddward a su lado.

Daniel rodeó el cuello de Eddward con su brazo, y junto a sus nuevos amigos, hablaban mientras el entrenador no estaba. Esta acción fue hecha con la única intención de que el pelirrojo a pocos metros de ellos los viera. Y claro que los vio. Daniel también se dio cuenta de que a Eddward no le hacia mucha ilusión ese chico, o por lo menos no parecía interesarle, pero, aun así, Kevin perdía la cabeza.

Un nuevo año. Nuevos sentimientosTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang