Cenizas

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-¡Laura! ¡Laura, responde!

Carlos gritaba, pero no servía de nada. Lo único que se escuchaba era el sonido de las llamas y las tablas de madera cayendo.

Cuando logró levantarse (a duras penas, era un hombre de 70 años y esto le exigía mucho) se dispuso a buscar a su esposa.

-¡Laura!

No podía distinguir las cosas, lo único que veía era polvo y ceniza.
Se dirigió a la sala de estar, el centro de la casa, y lo que se encontró lo dejó con la boca abierta.

Un objeto enorme había caído en medio de la casa. Un círculo de llamas rodeaba a esa cosa, pero logró distinguir una deformada figura bajo esta.

-Laura...

Su voz se quebró, se perdió en el vacío por unos segundos hasta que un llanto que venía del segundo piso lo hizo reaccionar.

Era su nieta. Sus padres habían dejado a la criatura de apenas 6 meses a su cargo por la tarde.

Se dirigió a las escaleras (o lo que quedaba de ellas) lo más rápido que pudo y se dispuso a subirlas.

En medio del camino un tablón se partió y agarró su pie, lo que hizo que se cayera, pero siguió subiendo arrastrándose como pudo.

Llegó al final jadeando, no podía respirar, las cenizas se habían apoderado del aire.

Se dirigió al pasillo para contemplar la inexistencia del suelo. El objeto había destruido casi todo el piso. Solo quedaban las partes más cercanas a las paredes (tres, la cuarta había sido destruida de la mitad para arriba).

Se pegó a la pared y logró alcanzar la puerta de la habitación de donde provenía el llanto.

-Aquí estoy Camille, tranquila.

La bebé se aferró al cuello de su abuelo.

-Vamos a sacarte de aquí.

Volvió a tomar el camino de la pared, pero esta vez las maderas no lograron resistir. Casi al final, los restos del suelo cayeron junto con ellos.

Carlos se las apañó para que la bebé caiga encima suyo, pero un fierro atravesó el estómago del hombre.

Su vista se difuminaba lentamente, solo distinguía el llanto de su nieta.

-Mierda Martin, mira eso.

Cuando los bomberos llegaron las llamas estaban extintas, vivían en el campo y no hubo un aviso hasta que alguien que pasaba por una ruta cercana se percató del humo.

Martin y Alex se adentraron con cuidado en las ruinas de la casa.

Encontraron los cadáveres calcinados de dos adultos y un bebé. Pero la importancia de la escena se vio opacada comparada con la imponente... ¿roca? que estaba en medio del lugar.

Era muy negra. Tenía una altura de 5 o 7 metros. Tenía una forma extraña, como un pedazo de obsidiana. Querían creer que era basura espacial, pero era perfectamente simétrico.

-¿Qué mierda es eso?

- No lo sé. Tenemos que avisarle a los federales, que se encarguen del asunto.

Alex seguía perdido en su mundo y no escuchó el comentario de su compañero.

-¿Crees que sea algún artefacto alienígena?

- Eso no nos incumbe, vamos, no hay tiempo que perder.

El ObjetoWhere stories live. Discover now