Capítulo 3

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De hecho cuando la conocí ella ya llevaba unos cuantos meses en la casa, había sido reclutada por Rosemarie, la trataron muy mal, a ella y a toda su familia, sin contar con que obligaron a su hermano mayor a matar a su padre. Ahora toda su familia estaba muerta, y lo más cercano a una hermana que tenía era Leila. Recuerdo que el día que la conocí estaba haciendo guardia, acababa de regresar de un viaje para hacer los sucios contactos de Clemence. La sacaban de una pelea, había ganado, y me refiero a matado a una niña pequeña, pero estaba hecha trizas, casi muerta. Clemence se aprovechaba de que cuando los Yaqut estaban a casi acabados, el poder los consumía y sacaban fuerzas del infierno, por eso la mayoría de ellos no recuerdan como matan a sus contrincantes.

Mis primos la tiraron en su celda, y ni si quiera le dieron el tratamiento necesario, por lo que asumí que solo esperarían a que muera. Esperé a que se fueran y busqué el botiquín, una funda con hielo y una preparé una tasa de té caliente. Esa noche hacía guardia, así que nadie me interrumpiría, sin embargo para no sentirme nervioso ni observado aseguré la puerta, si alguien quiera entrar debía tocar primero, de esa manera estaría listo.

-Hey... -dije entrando a su calabozo.

-Por favor... ya hice lo que querían hoy...por favor, no me toques. -dijo llorando sin cesar, el dolor vibraba en su voz.

-Soy diferente, no te voy a hacer daño. Mira, -le dije alzando el botiquín.- ellos esperan a tu muerte, yo solo quiero ayudarte.

-Déjame morir... así todo habrá acabado.

-No digas eso, -traté de acercarme pero un estremecimiento en su cuerpo no me lo permitió, estaba muy asustada y solo quería lograr que confíe en mí.- déjame ayudarte, y a cambio te contaré algo que puede interesarte. -sus pequeños y negros ojos brillaron, aunque los golpes y la sangre dejaron a su cara lo suficientemente hinchada como para apreciar algún tipo de belleza. Asintió, sin saber si confiar en mí o no, pero tanto ella como yo, sabía que necesitaba ser curada, y que sus hemorragias fueran controladas, aclamaba la muerte, pero temía morir.

Abrí el botiquín y comencé limpiando la sangre de su cara, de sus manos, y de su costado, donde tenía una herida bastante grave. Cosí la herida del labio, de la ceja, de la muñeca, y en la del costado me demoré mucho más que en las otras, pero la dejé impecable.

-Los golpes pasarán con el tiempo.

-Lo sé, no es la primera vez que me golpean.

-Lo siento. -de alguna manera me sentía culpable no por la condición en la que esta niña vivía, sino por recordársela cada segundo. Tenía moretones en toda la cara, en las manos y en el abdomen bajo.- Escucha, te traeré una crema para esos moretones, es muy buena, acelerará el proceso de curación. -asintió.- Por ahora toma ese té, te ayudará a sentir mejor, y si quieres puedes poner hielo donde sientas más dolor, yo vuelvo en unos minutos. -salí de la sala, no sin antes asegurarme de que no había nadie a los alrededores y corrí a todo lo que mis piernas me permitían, eso me ayudó a llegar a mi habitación, tomar la crema del cajón y volver a bajar, todo eso en casi tres minutos.

-Ten, usa cuanto creas necesario.

-No mires. -entendí que era necesario darme la vuelta, la niña necesitaba bajar un poco su pantalón, pues los moretones llegaban incluso más abajo del abdomen.- Ahora debes contarme eso. -me sentí nervioso, lo había pensado desde hacía años, pero seguía siendo solo una idea.

-Planeo escapar de este lugar.

-Tienes mucha suerte.

-Pensaba que puedes venir conmigo.

-¿Por qué yo?

-No lo sé, eres la menor de todos, mereces una mejor vida, de todas formas es solo una idea.

-Claro, solo una idea.

-Debo volver a hacer guardia, espero que te mejores. -traté de dedicarle una de mis mejores sonrisas, pero nunca había tenido la necesidad de ser cariñoso con nadie, así que no sabia como hacerlo. Ella se recostó y cayó en un profundo sueño incluso antes de que cierre la puerta de su celda.

No entendía mi comportamiento, ¿qué me pasaba? de pronto solo le había propuesto escapar conmigo, había puesto su vida en peligro, y sobre todo, no sabía qué me había llevado a actuar así, a abrirme a ella, que tranquilamente podía acusarme en cualquier momento. Confié en alguien que acababa de conocer, y yo que no confiaba ni en mi sombra.

Después de eso, acostumbré a llevarle una tasa de té caliente todas las noches, no podía hacer más por ella, Clemence estaba muy al tanto de cada cosa que había en la casa, más si se trataba de alimento. Curé sus heridas después de cada pelea, me enteré de su nombre, de su familia, y de como habían muerto todos y cada uno de sus miembros, me convertí en su amigo, y ella en mi confidente, después de todo solo teníamos dos años de diferencia.

Nunca pensé en ir más allá con ella, y a pesar de que tenía una edad en la que las hormonas empezaban a hacerme la vida imposible, jamás consideré la idea de "llegar a la próxima base", y es que era imposible pensarlo, ella era solo una niña, ni si quiera parecía tener la edad que decía, era muy infantil, inmadura, y pensaba como niña. A pesar de eso, la quería como a una hermana, como quería a mis primos, y sentía la necesidad de hacer todo lo posible para verla sonreír.

El último sueñoWhere stories live. Discover now