Amor con Colmillos © - 2da Temporada

El baile Mikaelson

Finalmente me despertó la luz que ofrecía la mañana de Mystic Falls. Un profundo bostezo apareció mientras me estiraba entre las sábanas, y mis músculos agarrotados se iban relajando con lentitud.

La noche anterior no pude descansar como me hubiera gustado. La cena con los Mikaelson había dejado un trago amargo en la garganta, y las revelaciones en el bosque hicieron que mi mente no dejara de divagar mientras me encontraba recostada en mi cama.

¿Cómo se supone que iba a actuar ahora?

No es que la actuación sea algo que lleve con naturalidad, ni mucho menos estar cara a cara con los Salvatore sin ahora ponerme algo nerviosa, pero ahora me encontraba en una mezcla de sentimientos encontrados.

Lo de Damon me sorprendió en cierta forma, pues estaba segura que seguía sintiendo algo por Elena. Sus acciones me habían dado aquella impresión; pero tras lo que dijo en el bosque, no pude evitar sentir un cosquilleo en el estómago, junto a una placentera satisfacción.

Pero ¿Stefan?...¿Desde cuando comenzó a sentir una atracción por mí? Debería estar algo familiarizada con esa información, pues él me lo había confesado el día que junto a Lexi tratamos de hacer que encendiera su humanidad, pero aún así, esperaba que él lo hubiera dicho como escusa para que me convenciera que Elena ya no le importaba.

Al parecer me encontraba equivocada con respecto a ambos hermanos.

Me levanté con pereza de mi cama e hice mi rutina de aseo diaria, la cual me tomó menos tiempo de lo esperado. Terminé optando por unos jeans, una camiseta sencilla color blanca que tenía como estampado la cara de Mickey Mouse, y unas converse negras. Y como toque final a mi estilo "No planeo salir de casa", amarré mi cabello en una coleta desordenada, pues sabía que no tenía remedio tratar que hoy se viera bien.

Milagrosamente no tuve ninguna pesadilla, por lo que mi apetito estaba más controlable que de costumbre. Logré disfrutar con calma la sangre que se encontraba en mi vaso - cuyo contenido era la mitad de una bolsa -, y aún así me sentí satisfecha. Al parecer la balanza del caos y la tranquilidad se dio cuenta que estaba inclinada hacia un lado, por lo que decidió darme un poco de felicidad, cosa que agradecí internamente, pues con el lío que estaba viviendo ahora, un poco de tranquilidad evitaba que perdiera la cordura.

Mi celular comenzó a vibrar sobre la mesita de café de la sala. Me acerqué y miré la pantalla de este. Era Bonnie.

- Hola Bonnie. - tomé asiento en el sillón mullido que tenía al costado.

- Hey Alex...- su voz no sonaba muy normal; es más, sonaba apagada. Sabía que diría algo malo.

- ¿Qué ocurre? ¿Todo bien?- pregunté con voz preocupada, mientras comenzaba a cerrar mi puño con fuerza pues me estaba comenzando a poner ansiosa de qué era lo que me iba a decir.

- En realidad no. - terminó con aquel silencio que me esaba matando. - El papá de Caroline murió anoche y me preocupa cómo esté hoy día.

- ¡Dios mío! - me llevé la mano a la boca y una preocupación por Caroline apareció. - Iré a verla ahora mismo para ver cómo está. - concluí mientras me ponía de pie y buscaba con la mirada las llaves del auto. 

Recuerdo que la última vez las había puesto en el bolsillo de mi chaqueta de cuero, por lo que subí a velocidad vampírica hasta mi habitación y busqué la prenda.

- Eso sería una buena idea. - comentó Bonnie simultáneamente. Estaba haciendo todo a velocidad vampírica y aquello me sorprendía. Seguía sin acostumbrarme completamente al hecho a tener una súper velocidad, pues para mí todo iba en cámara lenta, mientras que para Bonnie, era como si nada hubiese pasado. - Hazme saber como se encuentra, ¿sí?