Capítulo 7. La suplica

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Esta vez no había llegado al lavabo del baño así que la enfermera tuvo que darme una cubeta para poder vomitar, me había levantado más temprano que de costumbre porque realmente me sentía fatal, me dolía la cabeza y la pierna me dolía solo un poco, no lo suficiente para molestarme pero si era algo que no me gustaba. Alan aun estaba dormido y di gracias a dios que no se levantara con el ruido que la enfermera y yo hacíamos en la habitación.

—Tome un poco de agua.

La enfermera me brindó agua y un poco de puré de manzana, negue el puré pero el agua me la tome toda, me deje caer sobre la cama y respiré hondo.

—¿Tiene algún dolor? —me preguntó ella preparando una jeringa.

—No —hice una mueca, el dolor de cabeza me dio la contra —Solo la cabeza pero no es tan intenso como para provocarme este malestar.

—¿Morfina?

La miré y le suplique que lo inyectara, al menos si lo hacía hoy en la mañana estaba segura de que en la noche estaría lista para escapar en ese momento.

Asintió y preparo la jeringa pero cuando apenas iba a enterrar la punta minúscula de la aguja golpes sobre el piso me hicieron dar un brinco de susto, pensé que sería algo pesado que cayó pero me di cuenta que eran zancadas de alguna persona que entraba abruptamente al lugar.

La enfermera y yo nos miramos asustadas, miré a Alan, estaba despertando apenas, me asuste tanto que mi dolor empeoro que la enfermera no perdió tiempo en inyectarme en seguida.

Pero la morfina quedo en otro plano de mi cuerpo cuando escuche una voz reconocida, podía saber de quien era a pesar de solo haberle escuchado un momento.

—¿Donde está él? —preguntó el comandante avanzando por el pasillo. —¿Dónde está Sir Thomas Sharpe?

Me incorporé de golpe pero la enfermera me detuvo en el momento exacto cuando quería levantarme, me retuvo en la cama con las manos firmes sobre mis hombros, comencé a forcejear con ella.

—Lady Sharpe —me reprimió —Cálmese por favor.

Me desplome en horror cuando vi que un asistente del lugar señalaba el final del pasillo, el comandante asintió y camino sin retención alguna y con su mayor descaro que pudo tener hacia mí miró en dirección a la ventana que daba a nuestra habitación para asegurarme de que todas mis sospechas de su visita eran ciertas, venía para detener a Thomas.

La enfermera me retuvo y yo sentía que perdía cada vez más fuerza en esta batalla.

—¡Deténgase! ¡Comandante! —le grité tan fuerte que termine por despertar completamente a Alan, vi que se levantaba con una expresión de urgida preocupación.

Camino con arrogancia hasta que lo perdi de vista, se me desgarró el alma en impotencia cuando no pude levantarme e ir tras de él, la enfermera me retenía aun más fuerte y yo me sentía tan liviana y débil.

—¡¡Comandante!! —exploté en un grito que a la enfermera le molesto.

La enfermera produjo un gruñido y yo reuní todas mis fuerzas para safarme de sus brazos, la empuje y aproveche esos reducidos segundos para impulsarme con una fuerza que no era la mía en ese momento, me levante y me olvide de mi bastón, escuche detrás de mi a la enfermera que me tomaba de las manos.

—Suélteme, ¡Suélteme! —le ordené con voz frenética —¡No me toque!.

—¡Edith! —pronunció Alan con desesperación, acomodandose en la silla de ruedas. —Vuelve.

Me fui con la enfermera detrás mio aferrándose a mis brazos hacia la puerta y fue entonces cuando lo vi, fue como si la fuerza de todos los presentes se hubiera puesto delante de mi para detenerme con una impresión que me saco el aliento de un puñetazo, jadee con las pocas fibras de aliento cuando Thomas avanzo por el pasillo, estaba derrotado, infeliz, lamentandose por todo lo que había hecho y aun así llevaba valentía tras la espalda por aceptar las consecuencias sin protestar.

Estaba caminando a lado del comandante que tenía los brazos tomados hacia adelante, esta vez no me dio ninguna mirada, hubiese preferido que fuese él y no quien más yo deseaba que se quedara, me apuñalo el momento en que nuestras miradas se encontraron y me azoto como un golpe en la cara la forma de su mirada que aclamaban mi perdón y un infinito lo siento, su rostro no era el mismo que yo había conocido, nunca había visto su expresión tan decaída, sus facciones emanaban desgracia, pena y sufrimiento que esta vez ya no pudo contenerse más.

—Thomas...—musité queriendo alargar mis brazos a su dirección, lloré de impotencia porque no podía moverme.

Su boca se desfiguró en un gesto de melancolía, lo lleno de amargura no poder acercarse cuando el comandante lo retó a no intentarlo jalandolo del brazo.

Se despidió de mi derramando lágrimas que le caían como un velo de impotencia y coraje ante todos los que podiamos verle, se acerco a la ventana para que pudiera contemplarlo y así lo hice, me grabé aquellos ojos tan intensos y poderosamente mágicos a través del cristal.

No me quito la mirada de encima ni cuando finalmente el comandante lo obligo a avanzar, sentí como revivia mi exabrupto y mis intentos por evitar todo lo que pasaba.

—¡Esperen por favor, no se vayan! ¡Thomas! ¡¡Thomas!! —suplique con todas mis fuerzas, noté que mi cabeza quería explotar y mi cara enrojecía pero cuando intenté gritar de nuevo para evitar que finalmente saliera de mi vista fue como si hubiera sido invadida inesperadamente por un tremendo sueño que me arrebato todo control de mi cuerpo.

Vi una masa negra que me cubría los ojos y por último escuchar a Alan gritar frenético mi nombre.



¡Hola a todas! Gracias por sus maravillosas leídas ya son 600!!! wow estoy muy emocionada jamás pensé que fuera a tener tantas en tan poco tiempo, aprecio mucho que se tomen la molestia de leer mi historia y por apoyarla, de verdad les quiero agradecer todo esto, no hubiera podido avanzar sin su ayuda y sus comentarios tan alentadores :)

Espero que el capítulo de hoy les guste, les mando un besote donde quiera que estén. Nos seguimos leyendo


La Condena Sharpe©Where stories live. Discover now