Capítulo 3

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Emily siguió si vida normal, pero esa misma noche los gritos no se oyeron.

Fue la única noche que Emily descansó tranquila, pero...Qué es lo que había sucedido con aquellos gritos?

Pasaron los días, las noches eran tranquilas, pero no había rastros ni de los gritos, ni de aquellos susurros escalofriantes.

Una noche, Emily, quedó petrificada frente a su ventana.

Asustada luego de oír los horripilantes gritos nuevamente, se había asomado por su ventana. La puerta de aquella casa, estaba abierta. Una niña posaba en la entrada, viendo la puerta, horrorizada y llorando.

Emily se exaltó, temía que algo malo le pasara a aquella niña con su misma curiosidad, ella sabía que algo extraño había en esa casa.

Cerró las cortinas rápidamente al notar que la niña había girado a verla.

Con su respiración entre cortada, abrió nuevamente aquella cortina, encontrándose con la niña con ojos llorosos, pero esta vez...aquella mano la estaba llamando como lo había hecho con Emily aquella noche.

Sin pensarlo dos veces bajó las escaleras de su casa asegurándose de que su madre no la descubriera.

Salió de su casa con su abrigo puesto, pero al dirigir su mirada a la entrada de aquella casa, esa niña dulce y miedosa que reposaba allí, ya no estaba.

Emily comenzó a desesperarse. Pues algo le había sucedido.

Corrió hacia la maldita casa. La puerta estaba cerrada.

Oyó unos sollozos cerca de ella. Giró su cabeza hacia la derecha encontrándose con la niña que había visto minutos antes.

Se dirigió a ella, a paso lento y sigiloso. Al estar ya tras de ella a solo unos pocos centímetros, con su mano izquierda agarró el hombro derecho de la niña y la giró mientras le preguntaba:

-Te encuentr...- pero no logró terminar su pregunta que se dio cuenta de quién estaba frente a ella. La niña ya no era dulce, su cara era de puro dolor...Su cabello despeinado y sus ojos mojados en lágrimas, delataban que ya no era la de antes.

Su camisola blanca ya se encontraba de color Escarlata debido a la sangre, las mangas del pijama desgarrados, al igual que la terminación de aquella camisola. Sus labios mostraban cortaduras al igual que sus brazos.

Emily se petrificó al momento en que gritaba. Las luces de todo el vecindario se prendieron, casa por casa, los vecinos salían al exterior para ver lo ocurrido. Pero la niña solo se le rió.

-Te van a matar- le dijo aquella niña luego de haberle dado su sonrisa malévola.

Emily giró su cabeza para ver lo que su grito había provocado, su madre la llamó preocupada, ella llorando volteó de nuevo hacia donde se encontraba la niña anteriormente, pero...había desaparecido. Su madre la envolvió rápidamente en sus brazos, llevándola consigo dentro de la casa.

Desde aquel día ya nada era como antes...



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