|11| "La pesadilla y el chico nuevo"

4.7K 313 27
                                    

Al abrir los ojos vi a mi alrededor un árbol de cerezo, mareada, decidí levantarme y pude observar la pradera en la que me encontraba. Un verde llano me rodeaba y a lo lejos lo único que pude observar era el sol escondiéndose tras una pequeña montaña. Suspiro extrañada ya que no sé cómo he llegado aquí. 

— Ágata.— una aterciopelada voz nombra mi nombre a mi espalda, tras girar, una mujer de brillantes ojos verdes me observa. Sé quien es, puesto que en la mesita de noche de Tom hay una foto suya, su única hija. 

— ¡Qué grande estás, hija mía!— sonríe suavemente —Te pareces mucho a tu padre, aunque tienes mis nariz— ríe la mujer, mi madre. 

— ¿Mamá?— susurro con los ojos aguados, ella asiente y abre sus brazos —Si pequeña, soy yo.— corro a sus brazos mientras poco a poco el sol se esconde cada vez más y es la luna quien nos alumbra. —Cuanto me alegro de verte y de poder abracarte al fin. Deja que te vea bien.— toma mi cabeza en sus manos y aparta los mechones de pelo que caen sobre esta, su expresión cambia — ¿Qué es lo que tienes en la oreja? ¡¿Tom sabe de esto?!— observa mis piercings y rio —Los dos primeros los hice a escondidas, con aguja y hielo.— mi madre rio conmigo — Eres como tu padre, pequeña.— 

Tras ese comentario una mueca invadió su rostro, pregunto qué es lo que ocurre. — ¿Te gustaría quedarte conmigo Ágata?— 

— ¿Y los demás? ¿Qué ocurre con ellos?— tomo sus manos y las aparto de mi cara, aún así las mantengo entre las mías, acariciándolas levemente. Jugando con su anillo. —Ellos no importan, ambas estaríamos juntas, ¿no quieres conocerme?— niego con la cabeza y agarra mis manos con fuerza. Un momento. Su anillo. Hay un anillo en su mano. Bajo lentamente la mirada a dichas manos, hallando su anillo, exactamente igual que el mío, el cual técnicamente ella le dio a Tom antes de fallecer. Subo la mirada a sus ojos topándome con un par de ojos azabache y parte de su pelo tornó blanco, consumido por las canas. 

Aparto sus manos e intento alejarme asustada, pero varias manos de esqueleto salen de la tierra, inmovilizando mis piernas. —¿Quién eres? ¿Dónde está mi madre?— grito desesperada intentando deshacerme de los esqueletos.

— Niñata desagradecida. Tu. Tu no ganarás. Tampoco tus amigos lo conseguirán.— la mujer misteriosa agarra mi cuello con sus largas uñas, seguramente dejando marca —Y la patética de tu madre murió por tu culpa, al igual que dañaste a esos inocentes niños.—

Una furia inundó mi ser, tomo sus manos y con toda la fuerza posible las aparto  — Que te quede claro, podrás acercarte y amenazarme todo lo que quieras, pero ni pienses en atacar a mi familia y amigos porque sino te buscaré, te encontraré y te haré sufrir tanto que suplicarás que termine con tu dolor.— 

Por un par de segundos su mirada se tornó asustadiza, no obstante, no permaneció mucho tiempo así ya que lo último que vi, tras sentir como clavaban en mi corazón una daga fue su penetrante mirada. Mi visión se tornó borrosa y un dolor punzante inundó mi cuerpo.

Con ese mismo dolor punzante volví a abrir los ojos, encontrando nuevamente a Nico a mi derecha, quien me envolvió en sus brazos. — He visto la pesadilla Ágata, estaba inmovilizado pero he podido ver todo y creo saber quien es la mujer. Hay que hablar con Quirón.  

— ¡Un momento!— exclama Percy, haciendo que Nico cese de narrar lo sucedido —Me estas diciendo que Melíone, vuestra hermanastra, ha sido quien ha estado creando tus pesadillas— me señala el hijo de Poseidón, yo simplemente asiento

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

— ¡Un momento!— exclama Percy, haciendo que Nico cese de narrar lo sucedido —Me estas diciendo que Melíone, vuestra hermanastra, ha sido quien ha estado creando tus pesadillas— me señala el hijo de Poseidón, yo simplemente asiento. Me encuentro abrazando mis piernas sentada en el sofá, cansada de tantas pesadillas. 

El silencio reinó en la habitación. — Tal vez sea una advertencia.— comenta Annabeth —Para impedir que vayamos a por la espada y nos ha advertido mediante ti Ágata. Has sido reconocida recientemente y ahora eres su hermanastra, has sido la mensajera de su amenaza.— 

— ¿Su amenaza?— pregunta Jason.

— Sobre la guerra mencionada en la profecía. Ella es la diosa celosa quien provocará la guerra.— comenta Quirón —Tenemos que tener cuidado, es bastante poderosa.—

Me encontraba en una mesa de picnic situada cerca de la arena y mientras técnicamente veía a Jason y Percy luchar -aunque en realidad estaba leyendo Les misérables de Víctor Hugo- una voz me distrajo. Subí la mirada y encontré a un joven de ojos café. —¿Está ocupado?— señala con su mano la banca enfrente mía. Niego con la cabeza.

"¿Por que se ha acercado ?" 

— Son hábiles.— apunta con su mano a la arena, asiento dándole la razón y lo sigo observando dudosa. —Soy Adam Brooks— sonríe tímidamente mientras juega con las mangas de su jersey, lo cual me sorprende con el calor que hace en verano. —No hay ejército que pueda detener la fuerza de una idea cuando llega a tiempo. Es un muy buen libro, aunque cuesta leerlo con dislexia la verdad— comenta al ver la portada de mi libro —¿Podría saber su nombre Mademoiselle?— simula un horrible acento francés lo cual provoca en mí una leve sonrisa. 

— Soy Ágata Bruns, hija de Hades. ¿Eres nuevo? No conozco a mucha gente, pero no te he visto antes.— pregunto intrigada mientras guardo el libro en mi mochila negra. Adam afirma con la cabeza —¿Sabes quien es tu padre o madre divino?— En esta ocasión el semidios niega —Por ahora estoy en la cabaña de Hermes, conviviendo con muchos otros semidioses.— 

Estuvimos manteniendo la conversación un par de minutos más pero Percy llamó nuestra atención, preguntando si quería volver a pelear con el. Asentí levantándome y miré al de ojos cafés, —¿Quieres venir con nosotros? Sé lo que es ser nuevo en un lugar.— 

Adam abre los ojos sorprendido —¡Oh!— exclama —Las espadas no son lo mío, yo os veré desde aquí— una incómoda mueca se muestra en su rostro. Asiento y tras despedirme con la mano, voy andando hacia la arena. 

—¡Gracias!— escucho como me agradece la invitación desde la lejanía. Sonrío sutilmente. 

Héroes [Leo Valdez] EDITANDOWhere stories live. Discover now