Segunda parte

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Él y Kai caminaron durante un rato sin decirse mucho. Aunque gran parte del tiempo KyungSoo mantuvo la vista al frente y a veces en el piso para evitar tropiezos, en momentos, de forma casi inevitable, sus ojos iban a parar a la figura del hombre que avanzaba a su lado. Pudo notar que a pesar de ya no ser un niño, seguía siendo pequeño junto a Kai. A diferencia de la imagen que atesoraba de él, Kai ya no vestía con la misma ropa de años atrás. Esta vez llevaba una camisa de mangas largas de un marrón oscuro con pantalones negros y estaba descalzo, lo que le hizo preocupar. Supuso que habría salido en su forma lobuna y se había transformado al encontrarlo. Las trenzas que antes le llegaban hasta los hombros, ahora tenían una longitud que alcanzaba su cadera.

—¿Qué hacías vagando sólo por aquí?

La voz grave de Kai resonó con el bisbiseo del viento como fondo.

—Quise buscarte.

—No debiste —repuso—, es peligroso. Tienes suerte de que haya estado fuera para cazar. No habría distinguido tu olor a una distancia tan lejana.

KyungSoo había mantenido la cabeza gacha todo el tiempo mientras recibía la reprimenda con resignación, pero al escucharlo decir esas palabras, se puso derecho.

—Han pasado muchos años —dijo—, ¿cómo es que no has olvidado mi olor?

—No es algo de lo que me pueda olvidar. ¿Cómo crees que te encontré? No es una casualidad que haya sabido que estabas aquí.

—Gracias.

No mencionó más, pero esperaba que Kai se diera cuenta de que agradecía por todo en general. Ese «gracias» también era por lo que había hecho por él tiempo atrás.

—Se hace tarde, debería volver a casa antes de que se empiecen a preocupar —comentó KyungSoo de repente.

—Ven, es por aquí.

Mientras giraba y se adentraba por un sendero a la derecha, Kai volvió a transformarse el lobo. Para cuidarse de cualquier peligro, KyungSoo supuso. Él lo siguió. Durante todo el camino no dejó de revisar y analizar todo lo que había en su entorno, se aprendió el patrón de los árboles, el aproximado de pasos que debía dar y en qué momento girar, aunque después de un rato llegó a la conclusión de que, además de no conocer absolutamente nada del camino que habían recorrido, el bosque era un sitio confuso y de nada servía lo que estaba haciendo.

Una fuerte ventisca sopló desde el sur y rozó su piel expuesta, haciéndole estremecer. Mientras se acomodaba el gorro para cubrirse bien las orejas, observó a Kai con preocupación. El oscuro pelaje del lobo se sacudía con el viento y sin embargo parecía inmune a sus efectos. Rememoró aquellas invernales noches en las que Kai lo protegió del frío. Sin darse cuenta estaba sonriendo.

Estiró el brazo y le acarició la cabeza animosamente. Los ojos color ámbar del lobo registraron su rostro y a pesar de aparentar frialdad, KyungSoo se hinchió de calidez con aquella mirada.

Supo que habían llegado porque Kai se detuvo y lo observó, antes de cabecear hacia el frente, donde distinguió, entre ramas desnudas de árboles, la cabaña. Aún debía caminar un tramo considerable para llegar, pero comprendía que Kai no quisiese avanzar más allá. Además, sabía que desde ahí, oculto, el lobo se aseguraría de que llegara sano hasta el interior del hogar de su abuela.

Había llegado la hora de despedirse y era más difícil de lo creído. KyungSoo no sabía qué decir o qué hacer, en realidad, lo que en verdad deseaba era quedarse aunque fuera un poco más.

Kai lo esperaba paciente, con sus patas enterradas en la tierra y la cabeza gacha. Entonces, sintiéndose como el niño de cinco años que alguna vez fue, KyungSoo se colocó en cuclillas y rodeó al lobo por el cuello.

El chico y el lobo (Secuela de "El niño y el lobo) / KaiSoo fanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora