El Eclipse de luna roja

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Después de la charla Laurel empezó a notar algo extraño en los enanos. Se la pasaban en grupos pequeños murmurando cosas a espaldas de ella, como si de Nessor se tratara. Thorir estaba pensando que ya era hora de partir, de largarse lo más pronto posible. Pero Benjen no lo dejaba y la razón de eso era de que era mejor quedarse en un lugar ocultos del peligro, en vez de exponerse a este, porque si seguían su trayecto, Nessor los encontraría y no dudaría en cortarles la cabeza.
A la hora de la cena, Laurel se encontraba admirando a los bosques desde la muralla. El cielo estaba pintado de un tono anaranjado. El sol se ocultaba entre las montañas de Vromit.
cuando el sol se extinga,  la única luz que le queda al mundo el la luz de la esperanza — dijo.  Los árboles se movían, causando ruidos silenciosos, como si estuvieran susurrando. Ella cerró los ojos por un momento y despejó su mente.

Y empezó a escuchar

Escuchaba el sonido de las cascadas, el sonido de la lluvia, el ruido de los vientos al mover los árboles, el canto de las aves, el rugir de los dragones.
Trataba de entenderlos, de comprender que decían, que estaban advirtiendo.... La chica se dispuso a concentrarse más, empezó a tener visiones de un joven niño regresando a su hogar ya vuelto hombre, un rey muerto, un dragón renaciendo de las cenizas, una espada cubierta en fuego. La joven abrió los ojos de par en par, estaba sorprendida su frente estaba empapada en sudor.
— algo grande se acerca— dijo — y sea lo que sea estaré preparada.

—————————————————

El festival de las diez noches había llegado. La alegría invadía cada rincón del castillo. Los elfos bailaban y reían como pequeñas hadas. Los primeros que notaron eso fueron los enanos.
— ¿ qué está pasando?— pregunta Bryon disimuladamente a su tío.
— hoy es el festival de las diez noches —  dijo secamente — es una especie de celebración en la cual los elfos recuerdan a los fallecidos en la batalla contra los orcos.
— además  van a celebrar  el primer eclipse, después de tantos años — dijo Dublin.
— vaya, ¿ están así de alegres en un día tan trágico? — preguntó Erik.
— hay gente que decide ocultar el dolor y simular que nada ha pasado— dijo Laurel
— murieron en esa guerra padres, hijos, hermanos, amigos...— dijo Vlir
— murieron almas que nunca debieron merecer eso— dijo Benjen

Entonces aparece Therrantiel, entre los pasillos. Su rostro estaba mostrando una pequeña sonrisa, era extraño para los enanos porque nunca habían visto al rey de los elfos sonreír.
— buenos días, queridos hermanos del norte — dijo alegremente.
Los enanos se quedaron callados e hicieron una reverencia.
— hoy es el festival de las diez noches y quisiera que ustedes fueran al banquete de esta noche. Quisiera que fueran mis invitados de honor— dijo el elfo.
Laurel estaba emocionada, nunca había ido a banquetes así y sería su primera vez.
— nos encantaría..... Pero nos iremos hoy — dijo Thorir

Los viajeros estaban sorprendidos.
— hay un largo camino de aquí a Aramis y ya hemos descansado por mucho tiempo. Tenemos que seguir nuestro viaje— dijo Thorir y se fue a su recámara. — hombres, disfruten el tiempo que les queda.

Los enanos aprovecharon la tarde descansando. Laurel se fue a la recámara de Ärenthel para hablar por última vez.

— que horror— dijo Arenthel
— lo sé — responde Laurel un poco triste.
— sabes, Ravendell no va ser lo mismo sin ti— dijo Arenthel tratando de animarla un poco.
Un silencio invadió el lugar, Laurel miraba sus pies y después subió la mirada para ver a Arenthel.

— gracias — dijo Laurel.
— ¿ de qué? — preguntó el joven.
— gracias por todo, por haberle ayudado cuando estaba pérdida, por darme cobijo y por enseñarme cosas que me enriquecieron física y mentalmente — responde.
— tambien te debo las gracias, porque tu me ayudaste a abrir los ojos— dijo — para así poder ver la verdadera luz
Aparece Bryon de la nada y se queda ahí en la puerta. Se notaba un poco molesto.
— Laurel, te necesita Thorir ahora — dijo serio.
— ¿ podrías decirle que me de unos minutos? — pregunta Laurel.
— no te necesita ahora— dijo y la cogió del brazo y se la llevó lo más lejos posible.
— ¡ sueltame!— dijo la joven molesta mientras trataba de zafarse de su agarre.
—  no hables con él, es de los malos — dijo Bryon.
— ¡No lo es! Acaso sabes como es él en realidad. Él  no es un monstruo — dijo Laurel
— no confió en él y te prohíbo que estés con él — dijo el enano.
— NO ERES MI PADRE, NI MI REY, NO PUEDES DECIRME CON QUIEN ESTAR— gritó Laurel con todos sus pulmones.
— no me respondas — dijo el enano y la acorraló a la pared. La joven quería golpearlo pero el cogió su muñeca derecha.
— entiende, eres una de nosotros Y te iras con nosotros te guste o no y no me importa lo que pienses— le dijo secamente — ¿ entendido?
— ¿ en que te has convertido, Bryon?— preguntó Laurel con la voz frágil, como si estuviera a punto de llorar. Lo empujó lo más lejos posible y se fue a llorar.
La gente empezó a llegar al atardecer, llegaban elfos de Sindor, De Lyndarin y los bosques de Glerfor.
Los enanos ya estaban listos. Con sus caballos preparados para ya recorrer un largo camino.
— hombres, nos vamos— dijo Thorir y de fue, con una hilera de hombres siguiéndolo.  Laurel en vez se quedó quieta en la puerta del castillo.
— Laurel, nos vamos— dijo Thorir —
Ella seguía quieta.
— dejate de juegos y sube al caballo— le ordena con voz de mando
— NO— le respondió la joven.
Thorir se quedó sorprendido, los enanos estaban boquiabiertos y perplejos.
La joven estaba un poco asustada, empezó a temblar del miedo.
— señor Thorir, he decidido que quiero quedarme aquí, no seguir el viaje hacia Aramis y empezar una nueva vida en Ravendell— le dijo.
— es un chiste ¿ no?— dijo Thorir, anhelando de que fuera una broma.
— no lo es— dijo Laurel.
— mira, te subes a ese caballo o me tocara hacerlo a las malas— dijo Thorir.
— ya no soy la joven ingenua que antes conocías. Puedo elegir que puedo hacer con mi vida— dijo Laurel. — y decido quedarme n Ravendell.
Después de eso, la joven dio la media vuelta y se fue del lugar
— LAUREL, VENDRAS CON NOSOTROS — gritó Thorir
La joven volteo a ver Thorir, y  con lo poco que le quedaba de voz dijo:
— que tenga un buen viaje, señor—  y
Siguió su camino, dejando a los viajeros   decepcionados.
La joven de dirigió a su recámara y de sentó en una de las sillas, se miro al espejo Y se echó a llorar.
No podía lidiar con el dolor.
La gente cambia y cuando algunos se vuelven en ángeles , otros se convierten en monstruos.
A los enanos que apoyo hace unos meses, que la consideraban parte de la hermandad se habían vuelto en seres desconocidos para ella.
— bueno Laurel, deja de llorar. Eres una mujer nueva. Comportate como tal— se dijo a ella misma.
Las sirvientas llegaron y le dieron un baño de pétalos de lilas y rosas. Cuando la bañaban, trataba de relajarse un  poco. Después de eso, la vistieron con un vestido blanco  con flores bordadas en hilo de plata, ella sólo podía mirarse al espejo y se sentía extraña. Las sirvientas la saludaron y le hicieron cumplidos, luego le trenzaron y decoraron las trenzas con pétalos de margaritas.

Arenthel entró a su habitación cuando ya las mucamas se habían retirado.
El joven llevaba puesto un traje de seda plateada, con decoraciones de zafiros y una capa azul oscuro como el mar. Llevaba una corona de gemas , en honor a su tío muerto.
El joven se quedó impactado al ver a la chica, parecía un ángel caído del cielo.
— Laurel... Te ves hermosa— dijo el elfo. La joven sólo hizo una reverencia en forma de agradecimiento.
— te traje algo — dijo el chico mientras sacaba una corona de diamantes y se la daba.
— es hermosa, gracias señor— dijo mostrando una sonrisa inocente.
— dejame ayudarte— dijo el muchacho y se la colocó lentamente en la cabeza.
Ambos chicos se miraron fijamente a los ojos, el joven quería besarla y sentir sus labios posados en los suyos. Se acercó lentamente a ella, dejando que sus respiraciones se mezclaran. Y cuando ya estaban a un centímetro de besarse, Lothoren aparece en la puerta. Llevaba  puesto un traje de seda verde, acompañado de una corona de hojas.
— señor, la gente lo espera — dijo.
Ambos jóvenes salieron d el habitación y bajaron las escaleras.
Había mucha gente en esa reunión, hablando unos entre otros, el salón estaba llenó de flores y de velas y la cúpula de cristal se notaba más que antes, se podía ver el cielo, oscuro y sin estrellas.
La joven trató de disfrutar la fiesta pero no se sentía bien del todo, le dolía el vientre y parte del cuerpo.
Pasadas dos horas, aparece Therrantiel. Caminaba despacio, con la  gracia de un cisne. Su traje blanco y su corona de diamantes y espinas llamaban la atención de los invitados.
— Queridos amigos y hermanos: hoy estamos aqui reunidos para recordar y velar la muerte de nuestros hermanos, que lucharon arduamente para salvara Earthralm de las garras del mal.— dijo con un tono melancólico y triste. El hombre pidió  — la familia real ha pasado por duros momentos como la muerte de mi padre, mi hermano y mi esposa. Les pido un minuto de silencio para honrar a sus caídos. Y el salón cayó en un profundo silencio. Todos agacharon sus cabezas y velaron a sus muertos. Después de eso la reunión continuó. Laurel estaba con Arenthel y algunos de los invitados dialogando plácidamente hasta que el rey vino y le pidió a Laurel que viniera con ella. Se reunieron en el balcón del castillo.
— ¿ qué queria contarme?— preguntó Laurel al rey, que tenía la mirada pérdida al horizonte.
— Nadie supo como fue muerte de mi hermno fue asesinado por un orco, si no por un híbrido dragón. Se hacia llamar Arthos el miserable, un forastero, cortaba cabezas de hombres por dinero y el se alió a los orcos. Ese día vi como el híbrido cogió a mi hermano y le cortó la cabeza.
Me quitó a mi hermano y yo fui quien le quito la vida. Las flechas con las cuales lo habían asesinado, habían sido hechas por mi. Yo sabía del engaño y se enteró por mi. Así fue como el miserable murió, además de su esposa y su hija.
—  y si su hija siguiera viva, ¿ como la reconocería?— pregunta la joven asustada.
— por el collar de Débora — dijo el elfo mirando el cielo oscuro  — y porque esta noche de luna roja se revelará a nosotros.
Después de su charla el rey ofreció unas palabras
— después de tanto tiempo mi hijo va ofrecer la mano de una joven en matrimonio — dijo Therrantiel mientras llamaba a Arenthel para que pasará al frente.
— Laurel... Pasa al frente— dijo el elfo.
La chica pasó al frente, estaban debajo de la cúpula de cristal.
— Laurel... En esta luna roja, pido tu mano en matrimonio — dijo el joven.
La luna roja apareció y adorno el cielo negro.
Laurel empezó a sentirse mareada, sintió un dolor en el pecho y algo ocurrió. Sus ojos eran de dragón, le empezaron a salir garras y colmillos. La gente estaba impactada.
— es el híbrido, has estado entre nosotros todo este tiempo— dijo Rynidel.
— me mentiste— dijo el rey — no eres Laurel, si no Rossewen, la hija del asesino.
La joven lloraba diciendo que era un mal entendido. Los guardias vinieron para matarla pero la joven escupió fuego y los guardias se alejaron
— monstruo — gritó uno de los invitados.
— adefesio — gritó otro.
La joven estaba asustada y optó por correr, los guardias la persiguieron. La joven salió de castillo y monto en el primer corcel que vio. Cabalgó fuera del castillo, los guardias le lanzaban flechas tratando de herir al caballo o matarla, pero por suerte las esquivo.
— cierren las puertas — dijo  un guardia.
Las puertas estaban cerrándose y por suerte, logró salir.
Cabalgó sin rumbo por la noche oscura, llorando del miedo. Entonces recibió un flechazo en el hombro y se cayó del caballo.
La chica estaba tumbada en el suelo, aturdida. De las sombras aparecieron dos orcos.
— espera cuando Nessor te vea híbrido — dijo uno.
Y la chica se desmayó, sin saber que le iba a pasar después

Nota: ¿ me extrañaron? Yo si. Perdón si me demoré, pero quería hacerlo mejor. ¿ que pasará ahora? Descubran lo en otro capítulo de la hija de los dragones.
Gracias por su apoyo y sus votos queridas y queridos.
Los veo luego
Las quiere
Punkrabbit

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⏰ Última actualización: Jun 20, 2016 ⏰

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