Capítulo 4

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Al fin se cumplieron entonces dos y medio meses, diez semanas desde que encontramos a Shirou en el camino nevado, y cuatro desde que abrió los ojos. Estuve, como había prometido, llamando a mi padre para informarlo de todo, y ahora mismo lo llamaba para avisarle que mi tarea por fin había concluido. Así es, Shirou estaba completamente sano, ya no necesitaba el cuidado de nadie. Cada cosa que le contaba a mi padre por la noche al llegar al hotel lo dejaba cada vez más impresionado de lo que le pasaba a ese pobre muchacho con tan sólo diecisiete años de edad. Pobre.

Cuando fui con Shirou para decirle que ya era momento de irme, me agarró diciéndome que no me fuera. Me sorprendí; Créeme Shirou, yo también quisiera quedarme allí contigo. Pero no podía.

― Shirou..., tengo que irme. Ya terminé de cuidarte, y mi padre ya no debe de seguir pagando el hotel donde me quedo. Además debo seguir mis estudios en Inazuma. Los siento. ―le dije. Él me miró con los ojos llorosos, para volverse a abrazar a mí. Aceptó eso, pero no quería alejarse aún. Yo también reforcé el agarre. Realmente, en verdad me quería quedar con él.

Esa misma tarde, como a los dos y media del día 6 de Octubre de 2015, estaba esperando con otros varios pasajeros el tren hasta Inazuma. Shirou estaba conmigo, tratando de no llorar.

― Shirou, basta. No me gusta verte triste. ―le dije de pronto. Él me miró, luego bajó la mirada.

― Perdón, pero... de verdad no quiero que se vaya. ―dijo bajo.

Yo sujeté su cara, haciendo que me mirara. Si estuviera desde su perspectiva, sé que me hubiera descrito de la siguiente forma: El ceño fruncido, pero no molesto, sino más bien triste; un poco elevado, el labio inferior me temblaba, y los ojos húmedos.

― No te preocupes ―le dije sonriendo un poco―, que vas a estar bien. Eres fuerte, e independiente. Sé que seguirás perfectamente por tu cuenta ―le dije seguro. Quería que estuviera firme, y que dejara de estar triste―. Y por cierto, deja de llamarme por usted. Eso no me gusta. ―le dije con otro tono. Él sonrió un poco.

― Está bien, Shuuya. ―me dijo. En eso se oyó el ruido del silbato que anunciaba la llegada del tren. Él se sorprendió, agarrándome las manos sobre su cara― ¿Vendrás a visitarme? ―me preguntó con miedo.

― Claro que sí, lo prometo. Pero tú deberías visitar algún día Inazuma. ―le dije. Me solté lentamente de sus manos, alejando las mías de su cara. Cuando iba a caminar hacia la entrada del tren, donde el señor de los tickets gritaba el siguiente destino, sentí que me agarraba la mano.

― Shuuya, espera. Algo más. ―me dijo, y cuando volteé, apenas sí pude reaccionar cuando lo vi acercarse a mi cara de pronto, y me dio un beso en los labios. Se alejó al momento, pero quedando aún cerca de mí. Aún me sorprendía mirarlo hacia abajo por su estatura tan corta.

― Te... voy a extrañar. ―me dijo ahora sí apartándose, pero no fue hasta que yo lo volví a sujetar del rostro y repetía su acción anterior. Todas las ganas que yo había tenido de sentir sus labios con los míos en esta acción estaban descargándose poco a poco, y se sintió mucho mejor al sentir cómo él me correspondía. ¿Sería extraño para los otros pasajeros mirar tan de cerca un beso Gay? ¡A quién le importa!

Nos separamos lentamente, sin dejar de mirarnos de cerca, ni a los ojos, ni nuestros evidentes rubores.

― Yo también... te voy a extrañar mucho. ―le dije. Al fin me aparté de él y entré al tren. Entré en mi cubículo, viendo a Shirou por una ventana. Me despedí de él con mi mano, y él hizo lo mismo intentando sonreír, con los ojos aún húmedos, y un poco ruborizado. De pronto recordé algo. Me alejé de la ventana y me dirigí hacia el señor de los tickets― ¿Tendrá papel y lápiz? Es urgente. ―le pedía acelerado. Él sacó de su oreja el lápiz y tomó un papel de notas de una mesilla, dándome ambos. Le agradecí enormemente escribiendo algo en el papel rápidamente, al mismo tiempo que el tren empezaba a partir. Me sorprendí, corriendo entonces hasta el último vagón. Salí por la puerta hacia ese espacio con la reja que evitaba al espectador caer a las vías― ¡Shirou! ―lo llamé. Él me miró sorprendido, mientras nos alejábamos uno del otro. Arrugué el papel en el que escribí y se lo arrojé. Él lo atrapó, abriéndolo: Se trataba del número de mi casa en Inazuma.― ¡Espero saber de ti pronto, Shirou! ―le dije sonriendo.

― ¡Yo también, Shuuya! ―me dijo desde su lugar sonriendo abiertamente. Ver esa hermosa y gran sonrisa me reconfortó mucho. Me quedé apoyado en ese barandal mirando a Shirou hasta que desapareció a la distancia.

El camino de vuelta hasta mi hogar hubiera sido realmente largo, de no ser porque mi mente estaba ocupada en el increíble recuerdo de haber cumplido me deseo de besar a Shirou. Sé que suena mal, y hasta enfermizo, como de un pervertido, pero en verdad lo deseaba, tanto como deseaba permanecer el resto de mi vida mirando esa hermosa sonrisa y esos ojos grises.



Habían pasado dos semanas desde que volví de Hokkaidou. Continué mis estudios de medicina y todo estaba perfectamente. Pero estaba preocupado. Shirou me llamó a casa al día siguiente que llegué, diciéndome que me extrañaba, y yo lo llamé a él al día siguiente. Pero debido a que no he tenido tiempo entre mis estudios y un trabajo de medio tiempo, no he podido llamarlo a él, y él no me ha llamado a mí.

Estaba preocupado porque asumía que algo le había pasado. Estaba dirigiéndome al teléfono de mi casa para tratar de llamarlo. Tenía el número telefónico de su casa, y el móvil del Dr. Kamikawa y el de la señorita Kenshin, esperaba tal vez lograr saber algo de él. Justo cuando iba a tomar el teléfono, para mi sorpresa, este sonó, y en el identificador de llamadas decía Casa Fubuki. Atendí emocionado.

― ¿Hola? ―contesté.

¿Hola, Shuuya? ―oí al otro lado.

― ¡Shirou! Me alegra tanto oírte. Estaba preocupado de que no habías llamado― le dije―. Y me disculpo, he estado ocupado para llamarte, con el trabajo y las clases.

Está bien. Me pasa lo mismo, he estado haciendo algunos papeleos por el tiempo que me ausente en la universidad. Y es algo pesado.

― ¿En serio? ¿Qué estudiabas? ―le pregunté.

Estudio educación deportiva, para ser entrenador.

― Eso suena genial, seguro te iba muy bien.

Sí. Oye... Shuuya. ―me habló bajo.

― ¿Hum? ―emití esperando. Duró unos segundos para oírse alguna cosa. «Chu» oí de pronto.― Ahm... Shirou, ¿qué fue ese sonido?

Fue... fue un beso. ―me dijo. Me sorprendí. Apreté un poco el teléfono, sintiendo mi cara caliente. Duré unos segundos pensando.

― Oh... bueno... ―dije, pero luego respiré profundo, para dar un beso al micrófono del aparato.

Hum... Chu. ―lo hizo otra vez.

― Jujum... Chu. ―me reí haciéndolo otra vez.

Así estuvimos por unos minutos, pero luego lo llamé.

¿Sí?

― ¿Te gustaría venir a Inazuma a pasar Navidad con nosotros? ―le pregunté, esperando oír una respuesta positiva.

Claro, me encantaría. Pero aún falta un mes. Y ¿tú vendrás a Hokkaidou pronto?

― Por supuesto, iré el siguiente fin de semana. Espero poder hablar contigo más seguido.

Yo también. Te intentaré llamar después. Adiós. ― me dijo.

― Una cosa más, Shirou ―lo llamé, esperó mi respuesta―. Te quiero mucho. Nos vemos ―dije para colgar de inmediato. Si antes sentía mi cara caliente por darle besos a través de las líneas, ahora se me estaba quemando por decirle eso. Coloqué el teléfono en su lugar y caí al suelo resbalando sobre la pared, mientras me cubría la cara por la vergüenza―. Dioooos, Shuuya Gouenji, estás más loco que una cabra viejaaaagh. ―dije entre mis manos.

Me ahogaba en mi vergüenza. 


❄Hokkaidou en Otoño❄ [Shuuya Gouenji x Shirou Fubuki]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora