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Tracy

Charlie conduce por el lateral de Avenida Central y nuestra conversación viene fluida desde que salimos del restaurante con ganas de comentar sobre el frío que está empezando a presionar en la ciudad.

-Dicen que este invierno se viene duro-acota él

-Sí, a juzgar por cómo aparece el clima, yo creo que adelantarán las vacaciones de diciembre.

-Hummm, lo dudo. Será en los próximos días, tampoco queda tanto.

Vaya. He estado tan metida en preparar los estudios, los problemas con Theo y las malditas fiestas que se me han pasados estos meses en un santiamén.

-Aprovecharé las vacaciones para estudiar-le digo-, no puede irme mal en los exámenes finales sino tendré serios problemas para mi aceptación en la universidad.

-Todos los alumnos con promedio suficiente han sido becados para las universidades más prestigiosas-me comenta y noto que su gesto se está poniendo un poco tenso. ¿Le incomoda esta charla?

-¿Por ejemplo, qué universidades?

-La semana pasada enviaron los resultados para la IVU.

-¡Oh!

Por ello Theo ya fue aceptado en esa institución y yo, al igual que muchos alumnos del montón no hemos sido seleccionados aún. Por el contrario, debemos buscarnos donde tener un lugar.

No entiendo; yo siempre me he preocupado en tener buenas notas, sin embargo no alcanzó para tener un buen puesto...

-¿Te decepciona?-me pregunta Charlie.

-Un poco. Me hubiese gustado ingresar en ese programa de becas.

-Hay otros mientras curses... pero... disculpa, no puedo hablar de corrido. Estoy un poco preocupado.

Mis sospechas de su tensión son corroboradas por él mismo: mira con molestia a los espejos que reflejan algo que hay en la calle o nuestros alrededores.

Miro hacia atrás pero no distingo más que vehículos en marcha.

-¿Qué ocurre?

-Tracy, alguien nos está siguiendo.

El corazón me da un vuelco y mi amigo se mete a la autopista, saliendo así de las calles laterales. Corroboro que el cinturón de seguridad esté bien prendido y clavo mi mirada en el auto negro con vidrios polarizados que viene a unos metros de distancia pero no nos pierde de vista.

-¿Qué quiere?-pregunto a Charlie aunque quisiera que todo fuese un gran error.

-No lo sé pero no importa cuánto cambie nuestro recorrido. El muy imbécil no nos pierde de vista ni un momento. Oh, disculpa...

-Descuida. El palabrerío sucio ya se me hace familiar.

Charlie maniobra con la luz de giro en dirección al lado de la autopista que da a la ida y logra que el tipo siga de largo cuando en lugar de doblar a la derecha, mi amigo lo hace a la izquierda. El movimiento ha mareado a otros coches pero nada mayor.

Al menos logramos sacarnos de encima al peligroso desconocido.

-Por fin-suspiro, dejándome caer en el asiento.

-Es un enfermo.

-¿Lo conoces?

-No, pero supongo que lo es.

-¿Quizá nos equivocamos y no nos estaba siguiendo?

-Sí, Tracy, lo hacía. El imbécil dobló justo donde yo lo confundí e intentó volver atrás pero esa salida de la autopista tiene una sola mano que es en la que él iba.

-Es aterrador.

-En fin, ¿en qué estábamos?

-¿Hablando de que se vienen las vacaciones de invierno?

Me da la risa tonta de pensar con qué frecuencia han empezado a ocurrir locuras en mi vida, sin embargo, todo gira de la paz al caos (y viceversa) en un instante.

-¿Dónde pasarás Navidad y Año Nuevo?-me pregunta.

Distingo que el curso de las calles vuelve a ser el que conduce a nuestro vecindario.

-Espero pasar Navidad con mis abuelos. Para Año Nuevo, quiero estar de regreso en casa para estudiar. ¿Y tú?

Charlie me cuenta sobre su familia y los graciosos regalos que suelen hacerse para navidad. Jamás me esperaría que mi abuela me de un sex toy si me ve soltera o que mi tía me regale un collar de conchas hecho por sí misma en playas caribeñas.

Antes de llegar a nuestro vecindario, hay otro par demasiado desolado y triste debido a que los atraviesa unos cuantos descampados. La situación tétrica se vuelve agradable mientas una tiene un amigo con el cual reír, aunque las cosas siempre pueden ir peor...

El auto negro se vuele a aparecer en nuestro campo visual y atraviesa la calle, cortando el paso sin piedad.

Se detiene y para evitar que nos estampillemos contra él, Charlie hunde su pie en el freno.

El empuje me hubiese hecho impactar contra el vidrio delantero de no haber ido con el cinturón de seguridad.

-Mierda-farfulla y el corazón me late en los oídos.

El sujeto con el auto detenido delante nuestro, tapa todo el paso y el único modo para poder escapar de él es haciendo marcha atrás y tomando una calle contraria.

Noto algo familiar en ese vehículo pero la oscuridad de la noche, mi estado de nerviosismo y la compañía de Charlie me está poniendo las cosas demasiado difíciles.

-Tracy-murmura él con el auto en espera-, ¿estás bien?

-Sí...

-Agárrate fuerte porque voy a hacer una maniobra peligrosa.

-¿Por qué?

-Es eso o que el o los enfermos que vienen en el auto de adelante, nos asalte. ¿Preparada?

Santo Cielo.

Mi corazón.

Siento que se me va a salir de pecho.

¿Que si estoy preparada para morir por un psicópata que nos persigue o convertirme en puré por un accidente de tránsito en el intento de huir?

¡No! ¡No lo estoy!

Las ruedas de nuestro auto empiezan a moverse hacia atrás y me muerdo el labio inferior con tanta fuerza que me lo hago sangrar.

Charlie habla con su voz ronca:

-A la cuenta de Tres.

Ay, no. ¡¡¡Ay, no!!!

-Uno...

Santo Cielo.

-Dos...

Aquí vamos.

-¡Tres!

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#MARATÓN #BADBOYS

BAD BOYS #1Where stories live. Discover now