CAPÍTULO II - LAS BESTIAS.

15 0 0
                                    

Al despuntar el día seguimos nuestro camino aunque decidimos alejarnos un poco del sendero, para evitar que los individuos que nos perseguían dieran con nosotros.

–Estás seguro Karol, de que yendo por aquí de todas formas llegaremos a tu pueblo.

–Espero que sí amigo– respondí con incertidumbre.

–Quieres decir que no estás seguro, estás loco amigo, si te equivocas en guiarnos, vamos a acabar perdidos y hambrientos... ¡A menos que nos atrapen primero esos sujetos!

–Ten fe amigo, sólo ten fe – dije con serenidad al pequeño muchacho de ojos grandes, mientras le daba unas palmaditas en su espalda y le decía:

–Sabes amiguito, es tiempo de que te llame por un nombre.

–Bueno, tienes razón, qué te parece si me llamas... Ludwik.

–Está bien, Ludwik suena bien y dime cuántos años tienes.

–Tengo ocho años ¿y tú Karol?

–Pues, yo tengo nueve años y cuando crezca quiero ser actor, un gran artista. –comenté, mientras me sentaba en el suelo y sacaba de mi alforja un cuaderno y anotaba algo en él:

El Artista divino, con admirable condescendencia, trasmite al artista humano un destello de su sabiduría trascendente, llamándolo a compartir su potencia creadora.

Quien percibe en sí mismo esta especie de destello divino que es la vocación artística –de poeta, escritor, pintor, escultor, arquitecto, músico, actor, etc. – advierte al mismo tiempo la obligación de no malgastar ese talento, sino de desarrollarlo para ponerlo al servicio del prójimo y de toda la humanidad.

La auténtica intuición artística va más allá de lo que perciben los sentidos y, penetrando la realidad, intenta interpretar su misterio escondido.

–Karol, sigamos caminando, no es momento para ponerte a escribir.

–Solo un momento Ludwik – respondí con tranquilidad, mientras seguía escribiendo.

Todos los artistas tienen en común la experiencia de la distancia insondable que existe entre la obra de sus manos, por lograda que sea, y la perfección fulgurante de la belleza percibida en el fervor del momento creativo: lo que logran expresar en lo que pintan, esculpen o crean es sólo un tenue reflejo del esplendor que durante unos instantes ha brillado ante los ojos de su espíritu.

No todos están llamados a ser artistas en el sentido específico de la palabra, según la expresión del Génesis, a cada nombre se le confía la tarea de ser artífice de la propia vida; en cierto modo, debe hacer de ella una obra de arte, una obra maestra.

Después de terminar de escribir esto me di con la sorpresa de que mi amigo no se encontraba en ese lugar, entonces preocupado por algunos minutos busqué y cuál fue mi sorpresa, al encontrarlo apreciando el paisaje a través de un viejo telescopio.

– ¿Dónde conseguiste eso?

–Lo traje de la abandonada casa.

Ese instrumento nos servirá de gran ayuda, ahora déjame ver con ello.

–Te lo daré con una condición.

– ¿Cuál?

–Enséñame qué escribes en ese cuaderno.

Titubeé un poco ante su pedido, pero luego le entregué mi cuaderno de apuntes y él me brindó su larga vista, entonces observé con detenimiento el paisaje lleno de vegetación; logrando apreciar a lo lejos un pueblo que reconocí por su molinos, pues mi padre en compañía de un viejo amigo me trajo hasta ese lugar, cuando tan solo tenía seis años de edad.

Naabot mo na ang dulo ng mga na-publish na parte.

⏰ Huling update: Dec 22, 2015 ⏰

Idagdag ang kuwentong ito sa iyong Library para ma-notify tungkol sa mga bagong parte!

Juan Pablo II...¡Nunca te abandonaré!Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon