Capítulo 4: Esto no es vida

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Desperté envuelta en el varonil aroma del perfume de Ross y en sus protectores brazos. Sonreí escuchando sus tranquilos y pesados suspiros, una sensación de remordimiento atravesaba mi estómago con el simple echo de pensar en despertarlo. Pero como eran las 7:00...

-Ross...- susurré.

Gruñó levemente y me abrazó mas fuerte, quedando mi cara en el hueco de su cuello.

-Son las 7:00, tenemos que llegar al instituto a las 8:00, Lynch- murmuré un poco más fuerte, intentando no perder el suave tono.

-No quiero, Lau- abrió lo ojos- Quedémonos por hoy, ¿sí?

Hizo un puchero, lo que causó la elevación de las comisuras de mis labios.

-No. Es viernes y tengo examen de química- me removí, intentando zafarme de su agarre, fallando notablemente.

-Mmm- cerró los ojos- Okey, pero solo por tu ridícula nota de física...

-Química...

-Eso, eso- murmuró adormilado.

Le di un fuerte golpe en la espalda.

-¡Despierta!- chillé molesta.

-¡Auch!- gritó, abriendo los ojos. Su ceño fruncido.

-¡A la ducha!- le señalé el baño de la habitación.

-Pero tu siempre te bañas primero...- dijo como un pequeño.

-Ross, ve ahora. Me ducharé en el baño del pasillo- expliqué.

-¿Dices fuera del cuarto?- preguntó nervioso.

-¿Sí? ¿En dónde más?

Él se paró de golpe, poniéndose su camisa.

-Ve al lavabo de aquí, yo voy afuera- sacudió su cabeza, despertando.

-Mmm, si tu lo dices...

Después de la extraña plática, me adentré en la lluvia artificial, para luego vestirme con un jeans rasgado, una camisa a cuadrillé con distintos tonos de azul y mis infalibles converse negras. Bajé y para nuestra suerte, Josh no estaba.

-¿Listo?- ajusté mi mochila al hombro, acercándome a un rubio vestido con jeans, una polera roja y sus new balance.

-Sip- hizo explotar la "p".

Tomó mi mano y las llaves del auto que mi padre había dejado de herencia. Lo pude recibir recién este año, debido a la edad, y Ross era quien recurrentemente lo conducía.

-Ten...- me arrojó una cajita de leche mientras virábamos a la izquierda, camino a la escuela.

Entregué una sonrisa al mundo.

-Gracias, Lynch.

Sonrió.

-Oye, ¿y qué le compraste a Morgan?- pregunté. Él frunció el ceño.

-¿Mmm? ¿Por qué le compraría algo?- su rostro mostraba un gran desconcierto de la situación.

-Ross, ¿Qué día es hoy?- inquirí obvia.

-Diez de noviembre, ¿por?- su vista seguía en el camino, aunque de vez en cuando la giraba, produciendo el encuentro de nuestras miradas.

-¡Shor, hoy es el cumpleaños de tu adorable novia!

Grité molesta, a veces los hombres puedes ser... Bueno, como sea. Lo de adorable era un total sarcasmo. Si existía alguien desagradable y regalada, era ella, Morgan. Y Ross lo sabía.

Our Forever  ||Raura|| #RauraAwardsWhere stories live. Discover now