Pactos con el diablo... y con Inda

587 47 3
                                    

Miércoles 16, por la mañana

Albert miró con satisfacción la portada de los cinco periódicos que le había comprado Imelda. Bueno, más bien la pobre mujer los había tenido que robar del kiosko de la esquina, porque Rivera era tan cutre que no le había dado dinero ni para unos chuches. Todos los panfletos tenían el mismo titular en enormes letras con fuente comic sans:

¡¡¡EL PSOE LA PETA EN LAS ENCUESTAS!!!

EL PARTIDO DE PEDRO SÁNCHEZ MAYORÍA ABSOLUTA CON 250 ESCAÑOS SEGÚN EL CIS

El único titular diferente era el de La Razón que simplemente decía: ¡España se hunde! ¡Cuidado, qué vienen los Rojos!". Paco, el gaditano no Marhuenda, había hecho un buen trabajo falseando las encuestas.

Justo cuando Albert le iba a pegar un sorbo a su zumo de naranja del regocijo, sonó su móvil emitiendo las gloriosas notas del Cara al Sol.

-¿Sí? -preguntó Albert, a pesar de que sabía de sobra quién le estaba llamando.

Una voz rota emergió desde el mismísimo infierno para responderle.

-Soy yo, Inda-chan -saludó el siervo de Satán al otro lado del teléfono-. Ya veo que no has perdido tiempo para separar a esa pareja de rojuelos.

Albert sonrió, satisfecho de sí mismo y de su astucia incomparable. Ni Fraga bañándose en Palomares había sido tan astuto. Si Pedrolo tenía mayoría absoluta fijo que dejaba de acosar a su senpai, buscando pactos y achuchones.

-Una pena que no haya servido de nada -continuó diciendo Inda-chan con un perverso placer en la voz, típico de un hijo de Belcebú como él-. Sánchez está tan emocionado con su apabullante victoria que ahora no sólo piensa declararse en el plató de Al Rojo Vivo el viernes, sino que además piensa proponerle matrimonio.

A Albert se le fue la visión y empezó a echar espumarajos por la boca que nada tenían que ver con que hubiese juntado zumo de naranja y polvos pica-pica. Comenzó a maldecir en arameo, latín y en todas las lenguas muertas posibles. Incluso habló con acento de Perpignan. Cuando por fin consiguió recuperar la compostura gracias a una de sus piruletas moradas de emergencia marca Podemos, hizo lo único que podía hacer dada la situación.

-¡Ayúdame! -gritó Albert al teléfono, mientras se le escapaba una lagrimilla y unos cuantos mocos-. Porfa, porfa, porfaaaaaaaaaaaaaa.

-Te ayudaré -murmuró Inda-chan-. Pero mis servicios no te saldrán de grátis marujo...

CONTINUARÁ...



Albert SimulatorWhere stories live. Discover now