Capitulo seis

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Blair contemplaba como en la pared de Thomas se escondía la foto de dos enamorados que veía extrañamente familiares, aparecían agarrados pero fríos. No notaba el amor que ella sí veía en sus fotos con Travis, pese a que todo fuera una mentira.
Los rasgos de aquel hombre la eran más que evidentes, era joven pero tenía la misma forma de la nariz que Rox aún tenía, también tenía sus ojos almendrados y sus marcados hombros. Blair dudó, no estaba segura de quién era, pero estaba muy claro que ese hombre era familiar de Roxanne. Lo que no sabía era qué hacía abrazado a la señora Green.

Las calles de Woodhill ya estaban desiertas, el frío era el culpable. Pero Rox y Alan habían puesto rumbo a casa de Rox. Alan conducía un precioso coche que sus padres le habían regalado, mucha gente realmente pensaría que la pareja formada por ellos dos era de lo más esperado, eran los mejores amigos desde que eran pequeños, ya que el padre de Alan también era uno de los principales policías de la zona, hasta que le enviaron al FBI. Pero ambos solo eran capaces de verse como amigos.
- ¿Me vas a explicar ya por qué estás tan feliz? - dijo Alan con la vista en la carretera.
- Es...personal.- refunfuñó.- además, no soy la única que está rara.-
- No sigas por ese camino...- atacó Alan mientras sonreía de una manera fulminante.
- "Lo" he hecho....- dijo tímidamente Roxane mientras se hundía en su jersey, algo avergonzada por contarle esto.
- No me lo puedo creer, ¿en serio?- dijo riéndose, pero contento por su amiga.
- Sí, ósea Alan ¿tú alguna vez has estado enamorado?- dijo como si estuviera subida en una nube.-
Un silencio incómodo se hizo en el coche.
- ¡Es verdad! Que eres de "esos que no se enamoran"...- dijo riéndose Rox- Pues Alan, no sabes lo que te pierdes ¡Es magnífico! ¡Te voy a buscar novia!-
- Rox no...- susurró.
- Sí, una buena chica, mira a Karen, es guapa lista y tiene dinero .- dijo riéndose Rox.
- Para...-
- Mmmmmm o Lilian, a ella le gustas, bueno a ella y al 80% de las chicas de aquí.- dijo riéndose.
- Quizás lo que me interese a mí está en el 20% -se rió.
- ¡Así que eso te pasa! alguien de ese 20% se te está poniendo difícil.-
- Rox, no quiero hablar de esto, es que no lo hice bien. Ni yo ni ella tampoco.-
- ¿Pero ese ella tiene nombre?- suplicó Rox, a lo que Alan negó con la cabeza. Aparcó en la puerta de su casa para hacer más creíble su falsa relación.
Rox estaba deseando llegar a casa para poder investigar algo más acerca de esas muertes.

Las tres chicas aún seguían con la idea de que el símbolo escondía más de lo que su mera definición decía. Y es a lo que Ann se dedicaba, tenía su cabeza completamente metida en averiguar cuál era la razón por la que Travis había sido asesinado. No tenía miedo y se repetía una y otra vez que no tenía nada que perder intentándolo. Y esto la había llevado a tener una cita con el hijo del alcalde, Matty.
- ¿Y qué hacías ayer tú solo en la cabaña esa?.- dijo riéndose juguetona.
- Es el sitio perfecto para evadirse cuando todo se desmorona.- contestó filosóficamente.
- ¿Acaso el perfecto Matty Mcbenson no tiene un mundo perfecto?- respondió riéndose sabiendo que Matty estaba también mal. Matty era el mejor amigo de Travis y era muy importante para él. Habían estado juntos desde que el hermano de Matty murió y el uno era capaz de hacer cualquier cosa por el otro.
- No eres la única que lo pasa mal.- dijo con el ceño fruncido.- ¿sabes? Para él eras muy importante, pero le hubiera encantado que encarrilaras tu vida.
- Le echo mucho de menos...- confesó ella.- es de esas veces en las que ves que se te está cayendo todo encima y no ves salida.

Era extraño, la gente decía que era mucho más fácil abrirte con alguien que fuera totalmente desconocido para ti. Además, Matty le aportaba la tranquilidad que ella no tenía. Aunque Alan siempre estuviera siempre en su cabeza, solo quería centrarse en el asesinato de su hermano. Y si acercarse a su mejor amigo era algo necesario, lo haría.
- Creo que necesito una de esas cabañas en mi vida.- dijo riéndose, intentando quitarle hierro al asunto.
- Algún día te llevaré.- dijo Matty sonriendo, una sonrisa triste, que hacía recordar a Ann todo lo que había perdido.

Ambos se despidieron y Ann puso rumbo a su casa. De camino pasó por la biblioteca. Lo bueno de estar en un pueblo pequeño es que contaba con una gran biblioteca que abría las veinticuatro horas. Así que decidió pararse a ver si encontraba algo.
Había cientos y cientos de estanterías llenas de libros, pero solo un par de estas trataban sobre antigüedades satánicas. Buscó desesperadamente un libro similar al que Matty tenía en la cabaña: un libro de tapa dura forrado en cuero rojo desgastado. No había ninguno en la biblioteca que fuera igual pero si algo parecido que hablaba sobre extraños rituales. Ojeó las páginas una a una en búsqueda de algo que fuera relevante. Y lo encontró.
Vio que se representaba una cabra con forma humana, que en el pecho tenía dibujado ese antiguo símbolo. Este era conocido como el dios de las perversiones y lamentos. Se decía que, para invocar el amor obsesionado, necesitabas segar las vidas de aquellos que mancillaban el nombre del amor. Ann cerró el libro bruscamente, asustada por lo que estaba leyendo.
No daba crédito a lo que veía, pensaba que era una auténtica locura la necesidad de rendir culto a nada por amor. Bueno, Ann era así, compartía casi ningún tipo de opinión acerca del amor. No creía en los para siempre y todas esas cosas.
Una vez saturada de libros salió de la biblioteca y se encendió uno cigarro. Al encenderle esbozó una complaciente sonrisa, recordó lo mucho que odiaba a Alan y las cuantas veces que le quitaba el cigarro poniendo la excusa de que quería besarla. También le echaba de menos.

Mientras estaba perdida en sus pensamientos, vio que en el acceso del bosque alguien entraba de manera repentina. Se escondió detrás de unos setos mientras que observaba. No podía ver bien el rostro de quién se dirigía a la mitad del bosque, solo que tenía el cuerpo bastante fornido y que era de una gran altura. Decidió adentrarse en el bosque en busca de una pista o de ver si era la cara del asesino. Cuando notó que algo tiraba de su brazo.

- Mierda Ann ¿qué haces aquí tú sola?.- susurró Blair.-
¿No pensarás entrar en el bosque de noche no?
- Joder Blair, había visto a alguien y puede estar relacionado.- gritó.- pero de verdad no piensas que esto nos puede ayudar a descubrirlo.
- Pero no es el momento, es más seguro hacerlo de día.-
Blair tenía razón y Ann lo sabía. Era la medida más loca que podía tomar, así que ambas pusieron rumbo a sus casas. Ann tenía en la mente la sudadera que la persona llevaba.

A la mañana siguiente las clases fueron igual de aburridas que de costumbre. Dawn como siempre intentó llamar la atención de todos los chicos de todo el instituto. Era una de las más odiadas o envidiadas depende del punto de vista de cada uno. Todo transcurría con normalidad, hasta que Ann reconoció de nuevo esa sudadera. La reconoció en la hora de la comida y no entendía como no se podía haber dado cuenta.
Alan llevaba puesta esa sudadera.

41 Días sin llover// #premioswattys2016Where stories live. Discover now