Capítulo 38

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Han pasado al rededor de cinco días desde que se fue Adrián. Todo ha estado calmado, Dylan parece volver a la normalidad. Amanda salió del hospital sana, pero se mudó a casa de su única tía que estaba en contra del trato de su padre con Andrew.

No he hablado mucho con Amanda, ni con nadie de mis otros amigos. Estos días sólo han sido para relajarme o estar con Dylan. Mi tía ha estado trabajando, casi no se ha pasado en casa y Fernando casi siempre está con Majo.

Me encuentro en casa, esperando a Dylan que quiere darme una sorpresa por nuestros tres meses de relación. Aunque es raro, cuando cumplimos nuestro primer mes no nos regalamos nada ni nos dimos sorpresas, tampoco en el segundo.

Después de unos minutos que sentí eternos, Dylan apareció con un ramo de flores y una cajita en forma de corazón que supongo que trae chocolate adentro. Iba vestido con un traje negro y por primera vez estaba peinado. Se veía gracioso, pero aguantaba las ganas de reírme delante de él.

—Porque te amo y porque siempre te amaré —dijo de una manera tan poética—. Tú siempre vuelves mis días tan radiantes. Eres la luz que ilumina mis rincones más oscuros.

—Eres muy dulce, Dylan.

Amplíe mi sonrisa de oreja a oreja. Casi nunca me ha dicho ese tipo de cosas, es muy reservado en ese aspecto. Dylan se acerca de manera coqueta hacia mí, con una media sonrisa.

—Hoy, tú y yo tendremos una cita —me dice seductoramente—. Quizás tengamos un poco de acción después de eso.

Se acerca y me muerde el lóbulo de la oreja. Una cita, me parece perfecto ahora que las cosas están calmadas por completo.

Me acerco a sus labios y le doy beso que quiero que dure para siempre. Él toma mis manos y entrelaza sus dedos con los míos mientras continuamos besándonos. Quiero que todo sea así de perfecto, que nada cambie.

Al romper el beso por la tan típica falta de oxígeno, Dylan me obligo a irme a cambiar, porque dentro de unas horas iríamos a una cena romántica que siempre ha querido organizar desde que inicio nuestro noviazgo.


Las horas pasan volando y cuando apenas me doy cuenta, ya estamos de camino al restaurante donde será nuestra primer cita de todas. Dylan va tarareando una canción de Ruelle que suena en la radio, nunca pensé que le gustará. Aunque no es muy conocida esa cantante, me gustan algunas de sus canciones como Monsters o War of Hearts, son buenas.

Mientras Dylan tararea, yo sólo no dejo de pensar que sigue siendo nuestra primera cita. Estoy tan entusiasmado, no lo puedo evitar, al menos no tan fácilmente. Pienso que siendo la primera, puede que el chico castaño se haya dedicado en ella. Me refiero porque nunca lo había visto peinado y tan elegante, sin mencionar las flores y el corazón lleno de chocolates.

En lo que seguimos en camino al restaurante, saco mi móvil para mandarle un mensaje a mi tía. De seguro ya llegó a casa y yo no estoy ahí, es mejor decirle a tener que soportarla luego.

Ya he enviado el mensaje. Antes de guardar el móvil en mi bolsillo de nuevo, el aparato suena una sola vez. Lo reviso y es un mensaje.

«Tú y tus amigos deberían tener mucho cuidado»

Número desconocido.

Levanto una ceja totalmente confundido. No es normal que yo reciba mensajes así de la nada de desconocidos que no ponen sus nombres. Decido no contarle a Dylan y pasar el tema de largo, no quiero que se preocupe y que esto arruine nuestra cita. Sé que es algo egoísta de mi parte.

Justo al llegar enfrente del restaurante, guarde mi móvil. Olvide todo lo relacionado con ese mensaje y evite hacerme preguntas mentales de quién pudo haberlo mandado.

Breathe me Where stories live. Discover now