Introducción

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Para mantener el equilibrio de la vida, no sólo basta lo que brinda la tierra para subsistir en ella, sino también, están esas cosas intangibles que influyen entre todos los seres vivos. No sólo de pan vive el hombre; así como la tierra suple sus necesidades básicas, hay dos energías que evocan en él todos los sentimientos que lo hacen un ser humano.

El bien y el mal han recorrido cada rincón del planeta desde que el hombre tuvo uso de consciencia y así como mantuvieron épocas de paz, también devastaron a miles, que humanos o no, tuvieron un destino ruin.

Por esa sencilla razón, tanto el Creador como el Primer Ángel Caído decidieron que, para controlar tanto a los suyos como a quienes quisieran interferir en el balance de esas dos energías en el hogar de los mortales, les dieron a ciertos humanos escogidos, las facultades necesarias para ayudar a regular ese flujo y sancionar a los infractores.

Sonará ilógico, pero tanto a Dios como a Lucifer les era conveniente reclutar sujetos dispuestos a controlar a los demonios que hicieron estragos en las guerras y que quedaron vagando, causando que cada vez la humanidad se fuera corrompiendo hasta la actualidad. Lo que querían era que dicho balance no se derrumbara y que la tierra no se perdiera ya que si eso pasaba, no habría salvación alguna, así se mandasen cientos de exterminios o legiones de demonios que reprendan al hombre para hacerlo recapacitar.

Dios lo haría a su manera, sin tratos ni pactos, siendo el mismo mortal que lo aceptara a él, sirviendo a su beneficio. A partir de entonces se crearon los Exorcistas, fieles creyentes de la palabra del Creador, que usaban la misma para sacar a los demonios que atormentaban los cuerpos de sus hijos.

En cambio, Lucifer, usaría a quien acudiera ante él en busca de alivio a los dones malditos producto de la mala vida y negación a un Dios verdadero. Él les ofrecía un pacto por toda la eternidad a base de engaños, siendo la única salida a su tormento; si querían ver alguna vez el cielo, tenían que esperar un milagro por parte de un ángel que incumpliera las leyes divinas.

En dicho contrato que los infortunados firmaban, aceptando ser Depuradores de Almas —término usado para los cazadores de demonios en su estado físico—, Lucifer les brindaba la posibilidad de ir cada cierto tiempo tras un ángel caído; quien lograra matarlo se llevaría como recompensa su sangre para liberarse de su maldición y vivir el resto de sus días como un mortal. Era un acontecimiento muy lejano, pasaban milenios antes de que un ángel se revelara ante Dios, pero con la llegada de Ahrimán fue siendo más ocasional hasta la actualidad.

En el siglo XXI, la humanidad cada vez se hundía en lo más pútrido. Dios y Lucifer a pesar de sus intentos por mantener a raya a sus subordinados, éstos se las arreglaban para no ser detectados y de que no se enteraran de lo que tenían planeado hacer, hasta ahora.

Nigromante - Depuradores de Almas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora