Capítulo 4: Mismas piezas, bandos distintos

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—Sabes, no puedo creer que vaya a decir esto, pero creo que tiene sentido.

Apenas me atreví a desviar la mirada del frente para fijarme en Bass. Él estaba tonteando peligrosamente con la ballesta, la punta de la flecha cargada presionando su labio inferior. El vehículo pasó sobre un bache en aquel momento, por lo que la flecha perforó la carne y Bass soltó una maldición en nórdico antes de alejar el arma. ¿Quién demonios lo diría? ¡Había baches en Oslo! ¿No se suponía que Noruega era algo así como el Valhalla del mundo humano? Bass bajó la ventanilla y escupió fuera.

Un segundo, un maldito segundo desvías la vista del frente y ya se va todo al diablo. El sonido del claxon bastó para advertirme. Giré abruptamente el volante para evitar un accidente, Bass se sostuvo de la puerta y la ballesta terminó en el suelo. Maldita sea, Holland era mejor que yo con este asunto de conducir. Una cosa era robar un auto con una espada en plena vía pública, otra muy distinta era robar un vehículo en plena vía pública y luego utilizar una ballesta para dispararle a un brujo y llamar su atención junto a la del resto de sus compañeros. Al menos los habíamos alejado del Thief. ¿No?

—Dime que no hablas en serio.

—¿Qué? —preguntó Bass y su expresión se enserió—. Rayo.

Me agaché al tiempo que un rayo se estrellaba en el vidrio de atrás, rompiéndolo en mil pedazos. ¿En serio? ¿Y se suponía que nadie lo había notado? Una rápida mirada fuera me mostró que algunos humanos si nos observaban con curiosidad mientras se preguntaban qué demonios había sucedido. ¿Tan difícil era de notar que estábamos siendo perseguidos por brujos dispuestos a matarnos y nos habían tirado un maldito rayo encima? Sentí la sangre, cálida y pegajosa, deslizarse por mi rostro allí donde los vidrios me habían alcanzado. Apreté mi agarre sobre el volante mientras Bass se daba vuelta y disparaba una única y precisa flecha.

—Uno menos —declaró a tiempo que veía la figura caer por el espejo retrovisor—. Y te estaba diciendo que tal vez Robin tiene razón.

—Sabes que no es lógicamente posible el hecho de darle la razón a un maldito sinrazón. ¿No?

—Ese es el punto, creo que está tan loco que llega a ser sabio —apuntó Bass levantando un dedo.

—Oh demonios. ¡También te he perdido ante la locura!

—No lo creas, Nina —respondió él con una perfecta sonrisa—. Aún me falta mucho antes de caer en tal cosa. Pero lo que él dice es cierto, en una pelea entre dos bandos siempre podrás encontrar el reflejo de uno en otro. ¿Entonces qué tenemos?

—No creo que sea el momento —comenté mientras apenas lograba evitar otro ataque.

—Tenemos un líder, esa eres tú, y a juzgar por tus características diría que tu equivalente sería James. Tenemos un loco, un alma caritativa, un consejero, un asesino, y mi increíble persona. ¿Cuál crees que sea mi equivalente brujo?

—No lo sé. ¿Y por qué diablos yo tengo que ser James?

—Porque eres joven, maldices mucho, eres la heredera legítima, y cuando quieres eres amable.

—¡Me estás comparando con un traidor!

—Robin dijo que tuvieras cuidado con la muerte. ¿Pero quién lo es del otro lado?

—Tal vez fue de un modo más literal. Como, ten cuidado de no morir.

—No. La muerte siempre encuentra un peón para que juegue su parte. Si no hubieras abandonado las clases, sabrías que en cada pelea siempre están las mismas piezas.

R es de Reina-Como-Debes (#3)Where stories live. Discover now