15. una sola copa

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Bailaban totalmente abrazados, era una melodía cargada de romance y màgia, a su alrededor varias parejas compartian la pista y charlaban amenamente pero los ojos de Draco y Hermione se mantenían fijos entre si en una maravillosa conexión cargada de cientos de emociones desconocidas para ambos.

Era notirio la afinidad que se tenían aún cuando se aferraran a negarse a aceptarlo.

Algunos al verlos de esa manera no podían evitar sonreir con emoción, otros murmuraban por lo bajo de forma mezquina mal hablando de ambos, quiza él se aprovechaba de la buena voluntad de ella, quiza ella se aprovechaba de la fortuna de él, pero finalmente no permitían que pasara desapercibida la pareja que hace apenas unos meses era imposible de imaginar.

La heroina y el mortifago, el bien y el mal, los enemigos a muerte se habían acercado ahora como el sol y la luna, hombre y la mujer, la escencia de la vida.

La diferencia de estaturas hacía que Draco apoyara su cabeza en la de ella y para poder decirle algo, bajara un poco los labios para poder hablarle al oido cuando algo le tenía que comunicar; así tambien, Hermione, si algo le debía decir, debía abrazarlo un poco mas para que la cabeza del chico quedara a distancia suficiente para que ella le pudiera hablar.

De lejos la escena se veia por demás romántica, más nadie imaginaba de lo que realmente hablaban; y es que ambos tenian ya un hambre atroz que no habian podido aplacar por atender los invitados; por lo que, para distraerse un poco trataban de bromear de alguna u otra cosa, de suponer y apostar quienes serian los siguientes en casarse y trivialidades que les hicieran mas ligera la velada y olvidar el hambre.

Sin embargo habia quien veia con envidia y rencor todas esas "muestras de cariño".

Adolfo Greengrass deseado con toda su alma deshacerse de Granger, desaparecerla, le estaba quitando "su" fortuna. Hubiese dado lo que fuera con tal de lograrlo en ese mismo momento, y de paso quitar de enmedio tambien a Zabinni que a decir verdad no soltaba a Astoria ni un minuto coqueteandole de manera por demás descarada. Solo bailaba con ella, la mantenia tomada de la cintura y le hablaba al oido.

Por mas que trataba de hacer cualquier cosa con tal de llamar la atención de la chica para que se separara de él parecía que más cerca estaban y es que estaba seguro que Zabinni si lo había notado y con total  alevosia, acaparaba a su hija para que no se despegara de él.

Los Zabinni tenía un poderío económico mucho mayor que los Greengrass y eran de igual manera, una de las familias de mayor abolengo en el mundo màgico, además de contar con un linaje impresionante de sangre pura jamás interrumpida; pero su ambición era mayor, mucho mayor; màs aun si tenía presente que los Malfoy eran considerados como la realeza de toda la comunidad mágica y que su fortuna duplicaba a la de Zabinni.

Quiza bajo otras circunstancias Blaise hubiera sido una buena opción para alguna de sus hijas pero Daphne ya había sido entregada en matrimonio y en cuanto a Astoria, no podía sacar de su cabeza que Lucius le había prometido esa unión por lo que debía ser, tenía que cumplirse, era irrevocable y le interesaba menos que nada lo que dispusiera el ministerio, era capaz de obligar a Astoria a que buscara la manera de que Draco la embarazara pero no perdería esa fortuna y menos aún por esa mujer que, además de simple; jamàs empataría en belleza y elegancia a su hija.

Astoria por su parte, se sentía fastidiada, más que presionada, molesta; la cabeza le dolia y ya no toleraba seguir soportando las insistencias de su padre. Sin más quizó darse un pequeño lujo: soñar que era libre, creer que sus deseos contaban y que podía estar con quien ella quería.

Solo sería un momento, quiza mientras esa pieza llegaba a su fin y despues se convencería a si misma por solo un instante que podía ser feliz.

No era mucho lo que pedía, solo una pieza, solo un breve instante que pudiera quedar grabado el resto de su vida en lo màs profundo de su ser.

El juego del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora