He estado esperando hace semanas este día y por fin ha llegado, no he podido pegar ojo en toda la noche de la emoción. No es el primer campeonato en el que participo, pero si el más importante.
Este año me han permitido participar en dos, uno se decide por el título de Eros del mejor tenista de la temporada y el otro me permitirá competir contra otros países en el campeonato mundial de tenis, este año la sede será en Australia. Tendremos un torneo por equipos antes de iniciar la temporada, mi compañera es Maya. No podría haber elegido a alguien más para acompañarme en algo tan importante.
Me he matado las últimas semanas para lograr el régimen que me han solicitado para las competencias, nunca me dolió tanto el rechazar un postre que en verdad quería, de recordarlo aún puedo sentir como mi paladar se muere por recibir un pequeño pedazo. Incluso tuve que tirar toda la comida que era tentación de mi casa, esto sin duda alguna es uno de los más grandes sacrificios que he tenido que hacer.
Mi estomago gruñe solicitando comida, me mentalizo que no podemos comer en este momento, debemos de esperar a que llegue la hora exacta para poder comer algo. Decido levantarme de mi cama y ponerme a trabajar en algo para olvidar que tenemos hambre, si no me ocupo en algo estoy más que segura que termine comiendo antes del tiempo indicado.
Un golpe en mi puerta llama mi atención, me encamino y abro la puerta.
El asombro me invade al encontrarme con un arreglo floral en la entrada de mi casa, es inmenso. Volteo a ver hacía el pasillo para encontrar a la animosa persona que ha decidido sorprenderme de esta forma. Nadie en todo Eros conoce mis gustos en flores, siempre he pensando que está preferencia en particular forma parte de algo intimo, no le tengo a nadie en este momento la suficiente estima para confesarle cuales son las flores que me vuelven loca.
Las tomo con dificultad y las coloco sobre el desayunador, trae una pequeña tarjeta.
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Me quedo pasmada al leerla, creo que se han confundido de remitente. No conozco a ningún Mike y tampoco tengo algún hijo.
Busco el nombre de la florería y llamo para que puedan venir por el y entregarlo a la persona correcta, se nota que es un regalo especial.
Espero unos segundos a que puedan atenderme.
—Floristería Parrish, buenos días. ¿Cómo podemos ayudarle? —saluda seca la recepcionista.
—Buenos días, estoy llamando porque se han equivocado en la entrega de un ramo de flores —suelto nerviosa mordiéndome las uñas —me gustaría que vinieran por el y se lo entregarán a la persona correcta.
—¿Ha recibido alguna nota con el arreglo? —pregunta con el mismo tono con el cual saludó.
—Sí, es por esa misma nota que he descubierto el error.
